Donald Trump da marcha atrás. El presidente de Estados Unidos ha rectificado a última hora de este miércoles el peligroso órdago filtrado por su entorno, que durante horas amenazó al tratado que desde hace dos décadas rige sus relaciones comerciales con México y Canadá. El mandatario estadounidense mantuvo una conversación telefónica con sus homólogos mexicano y canadiense, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau, en la que se comprometió a no abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) “en este momento”, tal y como se había filtrado horas antes. A cambio, Trump espera acelerar la negociación para su revisión que hasta ahora se preveía que echara andar en agosto.
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La Casa Blanca ha emitido una nota de prensa bien entrada la noche del miércoles en la que detalla la llamada que Trump mantuvo con el presidente de México y el primer ministro de Canadá. La conversación fue calificada de “productiva” y se produjo, aparentemente, sin fricciones pese a la tensión que se vivió durante toda la jornada. También se cita que el procedimiento de negociación seguirá los cauces establecidos y que el objetivo es lograr un acuerdo lo antes posible que “beneficie a los tres países”.
Unas horas antes, en plena presentación del plan de rebaja fiscal, había que la Administración Trump tenía listo un borrador de decreto por el que el presidente daría la orden ejecutiva para apartarse del TLCAN.
La de este miércoles fue una jornada de histeria colectiva. Tras haber retrocedido algo menos de un 2% al cierre del mercado de divisas en el continente americano, en los primeros compases de la sesión en Asia-Pacífico avanzaba más de un 1% después de que Trump volviese al punto de partida: el TLCAN se renegociará, sí, pero de momento no corre riesgo de cancelación como los inversores temían. El dólar canadiense también recuperaba algo más de medio punto porcentual.
“Estoy convencido de que el resultado final hará a los tres países más fuertes y mejores”, concluye la nota con una cita textual del presidente de EE UU, que califica de “honor” negociar con Peña Nieto y Trudeau. Este nuevo giro en la saga del TLCAN, sin embargo, pone en evidencia las divisiones internas en la Casa Blanca y la falta de experiencia en el equipo del presidente estadounidense. El borrador para decretar el abandono del acuerdo, apadrinado por Steve Bannon, el radical estratega político de Trump, y Peter Navarro, ferviente defensor de los postulados proteccionistas, chocaba frontalmente con el talante constructivo del secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien había llevado la voz cantante en todo lo relativo a la nueva arquitectura del tratado comercial norteamericano.
El magnate republicano ya dijo durante la campaña electoral que quería revisar el TLCAN para proteger el empleo y los intereses de las compañías nacionales. Hace una semana volvió a decir que estaba dispuesto a abandonar la negociación si no conseguía un acuerdo que fuera justo para EE UU. La supuesta orden ejecutiva, filtrada a dos medios estadounidenses, se entendió así como un elemento más de presión a Canadá y México, que ya dijeron en el pasado que quieren negociar a tres bandas. Tras una jornada de infarto, todo parece indicar que así será: Washington es consciente de que no solo Ottawa y, sobre todo, México tendrían mucho que perder en caso de ruptura. Sus intereses y los de muchas de sus grandes empresas y sectores económicos también estarían en el alero.