Por Neo Carmona
Las redes sociales no sólo llegaron para cambiar completamente la forma en que nos comunicamos e interactuamos con el resto de la humanidad, sino también para ser la mejor vía que nos permite llegar a quienes en sus diferentes ámbitos, ocupan la cima de la pirámide.
Talk to your doctor before taking on line cialis secretworldchronicle.com any action about it. This treatment has tadalafil online mastercard gained high recognition from patients from around the world. Have Morning Sex: Simple erection can cause circulation of the buy tadalafil online blood flow in the body and especially penile region. It improves sex life: For a person, who should be able to get an erection and now and again, unnecessary utilization secretworldchronicle.com generic cialis online prompts sick consequences for wellbeing.
Así, nos bastaron los 140 caracteres disponibles en la red social twitter para pedirle al senador por la provincia de Puerto Plata, José Paliza, que nos concediera una entrevista.
En cambio, el senador sólo necesitó 17 segundos y 10 caracteres para responder positivamente a nuestra petición: “¡Con Gusto!”
Coordinar la entrevista requirió más tiempo y caracteres pero igual fue twitter la plataforma comunicativa, y ni hablar de la disposición y amabilidad desprendidas en el mensaje del senador: “El martes estaré en Santo Domingo, 10:00 A.M., en el Congreso”.
Una vez concretada la fecha, el lugar y la hora de la entrevista, el resto fue esperar el cese de la lluvia que nos cubrió todo el fin de semana, incluso provocando grandes inundaciones e incomunicación vial en gran parte del país; superar la inmensa burocracia de seguridad que permite a los simples mortales ver a sus representantes en el congreso, y llegar hasta la gentiliza sin igual del personal de la oficina del senador para poder, una vez autorizado pasar a su despacho, más que entrevistarlo, descubrir a un joven tan amable y asequible como en twitter pero ya sin la limitante del frío espacio virtual y los caracteres que nos habían separado.
Vestido impecablemente de una chabacana blanca, con el pelo fino y rubio peinado hacia atrás; relajado, dispuesto en su escritorio al final de una oficina adornada solo con lo necesario y como quien espera, ya no a un estudiante que vía twitter le pidió una entrevista y que viene a ocupar su congestionado tiempo en el congreso sino, a un amigo que necesita saber de su experiencia, el senador Paliza nos esperaba entusiasta, con sus manos apoyadas una encima de la otra sobre el escritorio; en medio de su agenda, su celular y, entre otros libros, el último poemario de Mateo Morrison, Terreno de Eros.
El joven senador, sin imaginar siquiera que mis ojos habían reconocido el libro, nos invitó a sentarnos y a iniciar una conversación tan amena como sorprendentemente enriquecedora.
La entrevista completa se desenvolvió en una disyuntiva interna constante entre tratarle de “usted” como señal de respeto a su investidura o tratarlo de “tú” como sugieren sus 35 años, disimulados con apariencia de 24 (mucho menor que yo) y, en el extremo, usar el “señor senador” que manda el protocolo y que salido al final para despedirlo, aunque amable, fue cortado tajantemente: “no me digas señor senador que soy joven igual que tú. Además, soy un servidor público”, salvando ante nosotros así tanto su condición de joven ignorada en el trato como rechazando de cuajo esa distancia abismal existente entre representante y representado.
A Paliza, la humidad es algo que le sobresale natural tanto como sus amplios ojos verdes que parecen una montaña: “bueno, yo no sé si mi familia es tan influyente y reconocida como tú dices pero yo me crié en un pueblo y los que vivimos en un pueblo, nos criamos en un pueblo, estamos siempre mucho más en contacto con las cosas que están alrededor suyo que quizá los que viven en grandes ciudades”, nos dice mirándonos directamente a los ojos.
De esta forma justifica su incursión en la política a pesar del peso e influencia del apellido de su familia, a la que agradece su conciencia y responsabilidad social para participar en política y, a través de un partido, presentar una candidatura en una propuesta electoral.
Paliza no deja que su pasión por la política lo ciegue. Sabe que es un mundo en que se dan muchas cosas y como asiduo internauta de las redes sociales que es, sabe también que estas se usan de forma muchas veces irresponsable, por lo que sin tapujos nos confiesa su temor a esa exposición de su vida personal y familiar que muchas veces significa la participación en política.
En lo personal, le afecta mucho cualquier comentario o crítica que no sea justa. “Aún yo no tengo la piel muy gruesa. No tengo una piel muy de cocodrilo”, se justifica.
Se considera asimismo “como una persona decente, un político decente que intenta ser un político serio. Y así quisiera ser reconocido a su paso por el congreso o en la vida pública que pueda desarrollar”, manifiesta.
No obstante las dificultades que le reconoce a la carrera política, al culminar, quiere poder entregar eso como un legado a sus hijos y a los que vienen haciendo política, antes que cualquier logro, que cualquier utilidad, cualquier cosa que pueda alcanzar. “Que la gente pueda entender que yo aún en lo difícil que es la política, me he mantenido lo más justo y honesto a las mejores prácticas”, anhela.
Al hablarnos de lo que piensa su familia, sobre todo su esposa, de que participe en política, es inevitable en sus palabras la mezcla de lamento y orgullo. “La política te quita mucho tiempo. Te quita tiempo de cosas que son muy importantes. Te quita del centro, de momentos que son obligados y también te convierte en una persona que vive bajo mucho estrés y una vida muy rápida. Pero mi familia siempre me apoya, siempre me ha apoyado. También mi esposa con quien me casé recientemente”, precisa aunque reconoce que todos se preocupan y les duele de alguna forma su paso por la política.
Con relación a su hijo, bromea: “tiene un mes de nacido, tendremos que preguntarle más adelante”, dice con una pequeña risa que relaja aún más el ambiente de confianza que inunda la oficina.
José Paliza no le teme a nada. Ni piensa que a sus 35 años sea prudente hablar de algún mayor logro cuando tanto le falta por desarrollar en su vida.
Viene todas las semanas por dos o tres días a Santo Domingo por lo que lleva una vida muy ajetreada entre su familia, sus amigos, sus responsabilidades en el congreso, sus negocios, los cuales no descuida por su convicción de que su cargo no lo ocupará eternamente. “Nadie ha sido ni diputado ni senador toda la vida. Y si descuido mis negocios, ¿de qué voy a vivir luego?”, se cuestiona.
José Paliza es consciente de que la política no es la única y mejor forma de dejar un legado ni de hacer grandes cosas por la sociedad, por la familia o para lograr cambios en la vida de las personas. Y ese es un mensaje lleva a los jóvenes cada vez que es invitado a conversar con ellos sobre la participación política y en iniciativas públicas.
Sin menoscabo, reconoce que la política no es la forma más expedita ni la más simple para hacer cambios pero sí que es la forma que él eligió para ello. “Yo siempre le pongo de ejemplo a los jóvenes que en el sindicalismo o el gremialismo, en la defensa de los derechos ambientales, en los deportes, en la tecnología, en las diferentes áreas del quehacer social, se pueden hacer cambios quizá tan profundos o más que las más profundas de las revoluciones políticas que uno se pudo haber imaginado”, opina con expresión de total convencimiento.
Al preguntarle cuales serían las tres palabras que pudieran definirlo, sin titubear mientras saboreamos el café que nos había ordenado amablemente un señor en el antedespacho, yo sin azúcar y él con azúcar de dieta, el senador vuelve a sus orígenes, a su padre, a su infancia, a la meseta de la casa y a otro de sus más importantes anhelos: “mi papa una vez me sentó en la meseta de su casa y me dijo que todo hombre debía basarse o cimentarse en tres valores: en honradez, en humildad y en valentía. Ojalá que al final de mi vida yo pueda ser un hombre con un poquito de cada una de esas cosas” expresa explicándonos que esa fue la mejor enseñanza que recibió de su padre, al que define como un hombre con mucha valentía, que hacía muchas cosas.
De su madre admira ese carácter fuerte que no parece serlo pero que lo es. Y como todo buen político ante una pregunta considerada difícil, se niega a respondernos si tiene más de su padre o de su madre. “Si te respondo esa pregunta me vas a hacer meterme en un problema. Mi papá murió y ya no está para defenderse”, expresa con algo de risa pero si dejar en lo más mínimo de hablar en serio.
No se cree un predestinado del éxito. “Yo me atreví”, afirma con total naturalidad como un mensaje de despedida, como un consejo de aliento y motivación para esos jóvenes que siendo de su misma edad, incluso más jóvenes, no han cosechado sus niveles de éxito.
*Estudiante y servidor universitario