Por Raúl Mejía Santos La amistad cultivada con el doctor Ramón Ceballos, director de Tribuna Dominicana, ha permitido que este humilde servidor exprese libremente su criterio sobre distintas temáticas de interés nacional. Como dominicano de la diáspora siento una gran preocupación por las situaciones que aquejan mi país, más considerando el clima insostenible de impunidad y los casos de corrupción que se evidencian.
He tenido la dicha que nunca se nos ha censurado o increpado por este medio informativo, todo lo contrario. Se nos da rienda suelta para opinar y expresar nuestro pensar, nuestro criterio, siempre y cuando se haga con decoro y sin ánimo de ofender. La decencia e integridad inculcada en mi desde niño tampoco lo permite. Nuestros escritos son colaborativos, cabe señalar que no median intereses pecuniarios de ninguna índole.
El pasado 20 de abril, como de costumbre remití al director de este medio informativo un escrito para su publicación. El mismo se tituló “Don Hipólito Mejía”. El contenido hace unas pinceladas a la memoria que remontan al lector a los tiempos del gobierno de Don Hipólito Mejía, un cuatrienio inolvidable en la conciencia nacional.
Aunque hace referencia a su fatídica gestión en la jefatura del estado, puntualizando la quiebra de los bancos, las arbitrariedades y pugnas constantes con la prensa y los distintos señalamientos de corrupción administrativa, el escrito nunca recurre al burdo ataque al adversario sin platear fundamento válido. El lenguaje denota mesura por la figura que representa un exmandatario. La reacción de muchos ha sorprendido, no lo esperaba.
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¿A caso he dicho una mentira, he distorsionado la realidad de lo acontecido durante ese periodo de la historia dominicana? No me invento una fábula fruto del ingenio caribeño, típico de nuestros más fecundos cuentistas criollos.
La verdad no se puede solapar, por más afición que sientan los partidarios de “Papá”. Un nuevo gobierno del grupo que conformó el PPH seria garantizar el continuismo de sectores políticos a fin con la epidemia de la impunidad que vivimos y la cultura corrompida que nos ha gobernado. No lo digo yo, lo denuncia el afamado periodista Marino Zapete, por ejemplo, en su libro titulado Jarabe para la Memoria, un ensayo político de 332 páginas publicado a finales del 2004.
Dicha publicación inspiró el artículo en Tribuna Dominicana. Contrario a otros, me documento y redacto para contribuir al dialogo nacional desde mi óptica, sin ánimo de ofender ni destruir reputaciones. Con todo respeto les invito a dejar el afán y fervor populista, el fanatismo enfermizo que caracteriza la partidocracia dominicana. Aspiren a un mejor país señores, sin agentes tradicionales que solo han hecho daño a la imagen y la gobernanza nacional.
No se ofendan mis compatriotas, pero tampoco pretendan echarle tierra a los acontecimientos que son parte de nuestra historia. Peor aún, no traten de acallar a quienes difieren caricaturizando sus planteamientos y defendiendo la gestión de un hombre que no supo gobernar. Reitero, Don Hipólito Mejía nunca más. Saludos a mis amigos de Panamá y la Florida.
