Por Jorge Ramos
Muchos pensaban que los votantes en Estados Unidos jamás escogerían a un candidato presidencial con ideas racistas, sexistas, xenofóbicas y contra el medio ambiente. Pero con Donald Trump todos nos hemos equivocado. Muchas veces.
Todo comenzó hace dos años. Cuando el 16 de junio del 2015 lanzó su candidatura presidencial en su torre dorada de Nueva York, dijo lo siguiente sobre los inmigrantes latinoamericanos: “Traen drogas. Traen crimen. Son violadores. Y algunos, supongo, son buenas personas… Esto viene más allá de México. Viene del sur y de América Latina”.
Estos son comentarios racistas. Trump presentó a todos los inmigrantes de América Latina como delincuentes. Nunca sabremos si lo hizo únicamente para conseguir votos. Pero su retrato de los inmigrantes que vienen del sur es falso y ofensivo. (Menos del 3% de los indocumentados comete delitos serios o felony en inglés, según el Migration Policy Institute.)
Algunos de los seguidores de Trump me han reclamado. Dicen que hemos malinterpretado a su candidato, ahora presidente, y que él en realidad estaba hablando de inmigrantes sin documentos con antecedentes criminales. Quizás. Pero él no dijo eso.
En retrospectiva fue un grave error no enfrentar duramente a Trump en junio del 2015 por sus comentarios racistas. Algunos lo tomaron a broma. Otros solo pensaron en los ratings que traería. Varios Demócratas creyeron que sería un contrincante fácil de vencer. Y el gobierno de México ni siquiera le contestó. Solo la prensa latina, y algunos pocos periodistas en inglés, criticaron la manera en que Trump criminalizó a millones de inmigrantes en Estados Unidos.
Las palabras de Trump han tenido un terrible efecto en Estados Unidos durante los últimos dos años.Hemos reportado sobre frecuentes ataques, físicos y verbales, contra inmigrantes y he entrevistado a niños aterrados de que Trump deporte a sus papás.
Además, las redes sociales están plagadas de ataques a extranjeros utilizando frases e ideas muy similares a las de Trump. El razonamiento de los atacantes es muy primitivo: si su líder insulta a minorías, mujeres, musulmanes, migrantes y gente con discapacidades ¿por qué ellos no van a hacer lo mismo?
El odio es contagioso y se mueve de arriba para abajo. Más datos.
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El número de los llamados “grupos de odio” –o hate groups, en inglés– pasó de 784 a 917 (del 2014 al 2016), según el Southern Poverty Law Center. Las organizaciones afiliadas al Ku Klux Klan crecieron de 72 a 130 en el mismo período.
En política nada es coincidencia. Lo único que podríamos discutir es si los comentarios racistas y antiinmigrantes de Trump fomentaron el crecimiento de estos grupos extremistas o si ya existía un ambiente xenofóbico y violento que fue aprovechado por el entonces candidato republicano. Sea como sea, las víctimas son reales.
Mi punto es que hace dos años todos escuchamos los comentarios racistas de Trump y la respuesta fue tibia, tardía, pobre e inefectiva. Casi cómplice.
Me doy por vencido. Creo que ya es hora que todos reconozcamos que el actual gobierno y congreso de Estados Unidos no van a hacer absolutamente nada para evitar otra masacre o tiroteo. El violento ataque a un grupo de congresistas en un campo de béisbol en Virginia no hizo recapacitar a nadie. Como tampoco lo fue el asesinato de 20 niños en la escuela Sandy Hook en el 2012.
Los datos son aterradores. Un reporte del Congressional Research Center concluyó que en Estados Unidos hay más armas que personas. Un análisis del Washington Post asegura que ha habido 154 masacres o tiroteos en los primeros 165 días del 2017. (Una masacre se considera cuando cuatro o más personas mueren o son heridas, sin considerar al pistolero o a los responsables.)
Entiendo las razones históricas y culturales por las que tanto se defiende la segunda enmienda de la Constitución –que garantiza la portación de armas en Estados Unidos–. Pero no entiendo por qué se necesitan armas de guerra para cazar patos ni por qué es tan difícil prohibir la compra de rifles y pistolas a que personas con problemas mentales o historial criminal.
Esto lo que significa es que pronto, muy pronto, habrá otra masacre. Ojalá no sea cerca de su casa.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.