Por: Dr. Juan Durán
Ex catedrático Universidad Autónoma de Santo Domingo
El paralelismo en el tiempo es digno de recordar. Orlando Martínez, con su columna periodística Microscopio, desafió todo un sistema establecido, encabezado por el entonces presidente Joaquín Balaguer.
Orlando desafió al imperio y sus lacayos, desafió la burguesía rancia trujillista, y con mucha dignidad y valor escribió en defensa de la libertad, la democracia y un mejor porvenir para el pueblo dominicano.
Hoy, cada vez que veo y oigo los ¨videítos¨, como suele él llamarlos, admiro la gran responsabilidad de Miguel Ortega, quien asume con responsabilidad y respeto su empeño y defensa de que en el país se hagan las cosas del estado bien hechas.
Su bravura nos llena de orgullo y volvemos a pensar en Orlando Martínez, en cuanto se parecen sus planteamientos, uno con su pluma y otro con su voz y su imagen. Cuánta valentía exhibe este joven locutor dominicano.
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Pero también, al reconocer la entereza y denodado empeño de Miguel Ortega, al mismo tiempo me sentí impotente al lamentar que no aparezcan otros tantos como él y Orlando.
Es una tristeza recordar que Orlando cayó abatido por las balas de unos cobardes animados desde el poder, y con ese acto vil acabaron con la vida de unos de los más valiosos jóvenes profesionales que ha dado la patria en las últimas décadas, y no quiero pensar que vuelva a ocurrir lo mismo con Miguel Ortega, un militante y además cristiano por demás.
Son muchos los desafíos que se imponen una vez se marca una línea férrea, firme y sin torceduras de defensa a los intereses más sagrados de la población desde la trinchera inmejorable de un medio de comunicación.
Así también crecen los riesgos por decir las cosas como son, sin medias tintas ni oscuros apañamientos. Defendamos con firmeza y determinación que la vida de Miguel Ortega le sea respetada, como la de todos los ciudadanos.
No podemos permitir que un irresponsable, un sicario de los tantos que como lava abundan nuestro país, intente segar una vida tan útil para la nación dominicana.
El presidente Danilo Medina tiene que asumir una responsabilidad con proteger a Miguel Ortega y la de cada dominicano que no esté de acuerdo con su política de gobierno y los actos de corrupción e impunidad que la han manchado.
Los dirigentes y los dirigidos deben asumir su propia responsabilidad con sus actos. No puedo callar ante este paralelismo que puede traer graves consecuencias a la nación dominicana.
