Lo más esperado del segundo viaje internacional del presidente Donald Trump es su reunión con su colega ruso Vladimir Putin, en un aparte de la Cumbre del Grupo de los 20 que se realiza en Alemania, por las repercusiones que puede tener globalmente y en la política nacional estadounidense.
Trump se sentará por primera vez con el hombre al que sus agencias de inteligencia acusan de haber ordenado el hackeo de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 para torpedear las posibilidades de triunfo de Hillary Clinton y, en el proceso, favorecer al republicano.
Todos estarán atentos de los temas que se discutan en el encuentro, pero sobre todo auscultarán al mínimo detalle el lenguaje corporal de ambos hombres, la intensidad del apretón de manos, la manera como se miren, si se sonríen demasiado o no, qué tan amigos puedan llegar a parecer.
Y mientras los observadores del mundo entero estarán expectantes por el encuentro entre los presidentes de las dos potencias atómicas, viejas enemigas que han visto sus animosidades resurgir en los últimos años, en Washington muchos estarán aguantando la respiración temerosos de lo que pueda decir el mandatario estadounidense, quien tuiteó este mismo viernes: “mucho por discutir”.
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Por eso, algunos temen que el estadounidense pueda decir literalmente cualquier cosa, sobre el vínculo que quiere construir con Moscú o el trabajo de los hackers rusos, más allá de los consejos que ha recibido de sus asesores.
Previo a su encuentro bilateral, ambos ya tuvieron la oportunidad en Hamburgo de estrecharse las manos por primera vez, según dijo el portavoz del Kremlin Peskov. “Se dieron la mano y dijeron que se reunirían por separado y se verían pronto”, apuntó.
Dudas en la inteligencia
Trump acude a la cita luego de poner reiteradamente en duda la calidad de la información que recaban sus propios servicios de inteligencia respecto a Rusia. Cosa que hace también, por supuesto, la parte señalada.
La víspera, en Polonia, volvió a hacerlo al decir que “pudo haber” interferencia rusa en las elecciones, pero matizó el comentario inmediatamente diciendo que “creo que muy bien podría haber sido Rusia, creo que bien podría haber sido otros países, no voy a ser específico, pero creo que mucha gente interfiere”, manteniendo su distancia de las conclusiones de los investigadores estadounidenses.