Por Guillermo Caram
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Conforme precisamos en párrafo siguiente, los Índices de Volúmenes encadenados referenciados al año 2007 del PBI agropecuario aparecidos en portal electrónico del Banco Central reflejan un crecimiento menor después que el Gobierno inició las visitas sorpresa con relación al observado antes que dichas visitas se efectuaran.
Esto, agregados otros fracasos, lo convierten en “Gobierno sorprendido”
Entre 2017 y 2012, tomando como base la última cifra disponible correspondiente al trimestre Enero-Mayo, el ritmo promedio de crecimiento anual de dichos índices fue de 3%, casi tres veces inferior al observado cuando no se efectuaban estas visitas (2012-2008) al mismo trimestre que fue de 8.2%. Esto es señal que esas visitas no han repercutido en la actividad agropecuaria nacional, infiriéndose incluso que pueden haber repercutido negativamente.
Esto no debería causar extrañeza. Al estigmatizarla el Presidente Medina como parte esencial de su forma de gobernar y al institucionalizarlas, exaltando la cultura de la sorpresa, obstaculiza el buen funcionamiento, institucionalizado, de su Gobierno.
De los 24 sinónimos de “sorpresa” que aparecen en el diccionario, la mitad contienen connotaciones negativas: asombro, pasmo, estupor, estupefacción, alarma, susto, sobresalto, temor, inquietud, desasosiego, miedo, amenaza. Ninguna de estas connotaciones, emiten buena señal al comportamiento institucionalizado del Estado.
En esas visitas, que al ser sorpresivas deben suponerse improvisadas, el presidente Medina asigna recursos a diestra y siniestra con el propósito de congraciarse con los visitados; llegándose a demagogia clientelista. Esas asignaciones improvisadas son seguidas por instituciones y funcionarios cortesanos sin someterlas al rigor de las evaluaciones correspondientes.
Para congraciarse el Presidente se convierte en prestamista a intereses más bajos que los predominantes en el mercado. Esto provoca déficits que para ser cubierto requiere ser financiado con endeudamientos atraídos a tasas elevadas emitiendo una señal que castiga a productores no visitados.
Resumiendo: para que los productores visitados reciban préstamos a tasas bajas, el resto de productores tienen que pagarlo a tasas altas; explicando así la caída señalada de la actividad agropecuaria.
Esto debería causar sorpresa al Gobierno, lo cual no está sucediendo. De tanto sembrar la cultura de la sorpresa, el Gobierno ha caído víctima de ella; ignorando la ponderación de factores envueltos en su acontecer y descuidando un adecuado servicio de alta inteligencia.
Por ello terminará como un Gobierno sorprendido.
Ya le sorprendió, p.e., las investigaciones efectuadas en Brasil dentro del “Lava Jato” que hizo detonar caso ODEBRECHT; las movilizaciones ciudadanas contra la corrupción e impunidad, la aparición de jueces que se quieren casar con la gloria, etc.
Y quedará más sorprendido a medida que la ciudadanía se empodere políticamente de otros fracasos de su presente gestión.