En República Dominicana la política partidaria se ha quedado rezagada. Los partidos lucen cansados, de espaldas a la realidad de la sociedad en la mayoría de los temas públicos y reagrupados en bandos (por acción u omisión) que difícilmente se sostengan en acuerdos mínimos alrededor del sentir de la sociedad. Porque, hay que reconocerlo, son estructuras que responden a la necesidad de sobrevivir de sus liderazgos y no a proyectos vinculados con la gente y sus aspiraciones.
Algunos partidos se oponen a la propuesta de Ley que introduce en nuestro sistema las Primarias Abiertas y Simultáneas. Un método que ha sido de mucho éxito en casos como el de Argentina, reduciendo distorsiones democráticas y mejorando las dinámicas de un sistema político en desgaste. La razón principal es sencilla: hay un árbitro que transparenta los procesos (en cumplimiento de sus funciones constitucionales es la Junta Central Electoral).
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Qué mejor escenario que el actual, donde la mayoría de los sectores convergen en la idea de que se necesitan procesos más democráticos, abiertos y transparentes. Cuando la sociedad se moviliza por combatir la impunidad. No hay mejor modo de responder, que atacar la raíz del problema: la imposible democracia interna en un marco donde todos jalan, forcejean y solo unos pocos alcanzan. La sociedad dominicana merece una oportunidad para democratizar sus instituciones partidarias. Para superar los caudillismos. El país político necesita darse reglas que tiendan a mayor representatividad, mayor cercanía y participación de la sociedad en sus decisiones.
Tenemos veinte años leyendo opiniones contra el transfuguismo, la intervención en partidos de intereses ajenos a estos, así como la falta de representación en los distintos organismos de poder. Pero las acciones van por otra parte. Las tradicionales distorsiones democráticas que todos alegan, hipócritamente, solo el día después de perder las elecciones pueden reducirse. Ha llegado la hora de afrontarlo con responsabilidad. La sociedad está mirando y difícilmente se coma una vez más las excusas. Si no hemos decidido un sistema de partidos coherente con los tiempos y las necesidades del país, ha sido porque los partidos no quieren ceder sus privilegios.
Ahora, Danilo Medina, arriesga poder en beneficio de que nos demos un sistema apto. Una modalidad de elección de la representación partidaria que valida ante la sociedad y se abre al escrutinio y regulación de la Junta Central Electoral. Eso es más transparencia y más democracia. Toda la sociedad civil y la opinión pública debería volcarse en respaldo. Ya está bueno de excusas. Es hora de aprobarla.
