Sergio Ramírez, premiado escritor, periodista y ex vicepresidente de Nicaragua (1985-1990) analizó en diálogo con Infobae la realidad regional. Identificó a la corrupción como el gran culpable del desprestigio de la política y una de los responsables de los agotamientos de los sistemas.
Sobre Venezuela, guró que la oposición comete un gravease error al respetará la decisión popular. Sobre Guatemala, rescató la movilización ciudadana que ya sacó a un presidente del poder y tiene en jaque a otro. Y sobre su país, ahora crítico del gobierno de Daniel Ortega del que formó parte como su vicepresidente entre 1985 y 1990, denunció al “poder matrimonial” que maneja Nicaragua como “una monarquía”.
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-Convocado a Buenos Aires para el encuentro “Ideas, pensemos juntos el futuro“, que organiza el Ministerio de Cultura de Argentina, viene a participar de un panel que se interrogará sobre el poder. ¿Dónde reside hoy el poder en América Latina?
-Yo creo que lo primero que hay que observar es el cambio estructural del poder que se ha dado en América Latina, y la primera pregunta a responderse es ‘dónde estaba antes y dónde hoy’.
El poder está siendo modificado por distintos tipos de fenómenos, el primero es el agotamiento del sistema que dominó el SXX, un esquema de bipolaridad de poder, de dos partidos, como sucedió en Venezuela, en Colombia, en, en muchos otros lados. Y estos modelos de poder se ha derrumbado porque se agotaron o por la emergencia de otras fuerzas.
El primero el de Venezuela, que dependió del pacto de 1958, la caída de Pérez Jiménez y después de varias décadas, ya no dio para más. Dominó la corrupción, el desprestigio de los partidos y esto -desgraciadamente- se resolvió con un golpe de Estado que llevó a Chávez al poder, y el esquema cambió de manera radical.
En otros países, como uruguay, sobrevivió de otra manera: hay una fuerza nueva emergente que no sacó del huevo a los dos partidos tradicionales pero hizo una nueva repartición. Y modelos tradicionales como el de México, que siempre se basaron en el poder de un solo partido, del cual se copiaron los partidos emergentes, con la particularidad de que todos salen de la costilla del PRI.
-En la actualidad, también hay esquemas que se agotan…
-Empiezan a ver agotamientos por parte de la población de algunos sistemas. Yo creo que la política ha perdido prestigio, sobre todo los más jóvenes que ven a los políticos como marcianos. Los jóvenes no se sienten parte de la ciudadanía activa, que es la que construye cada día la política.
La distancia se toma frente al fenómeno de la corrupción, que es lo que más ha corroído al sistema de partidos políticos, y a su propio prestigio, en tiempos en que la corrupción se ha vuelto global, multinacional… Una compañía como Odebrecht en Brasil es capaz de corromper a toda América Latina y se lleva en el saco a partidos políticos, funcionarios, dirigentes, cambia el rumbo de las elecciones, porque son elecciones financiadas de manera fraudulenta… Es una intervención total de la corrupción en la política, es una verdadera metástasis y eso tiene muchos que ver con la desconfianza
Los más jóvenes ven a los políticos como marcianos
-Y la gente sale a la calle en Brasil, en Venezuela, en Guatemala…
-Es curiosa como la democracia busca defenderse en al calle y cuando la gente busca una ventana, se mete por ella a ver qué puede hacer. Lo de Guatemala era muy interesante porque es la segunda vez que la gente está en la calle para quitar de en medio a un presidente corrupto.
La primera fue con el general Pérez Molina, que además de corrupto, es el símbolo de la represión más despiadado. Y hoy los guatemaltecos, que habían tenido que elegir el menor de los males que era un comediante de TV, Jimmy Morales otra vez fue corroído por la corrupción… Con la particularidad que en Guatemala es una democracia con muletas, porque hay una organismo de las Naciones Unidas, una fiscalía especial que tiene autonomía para perseguir a funcionarios corruptos y eso envalentona a la gente a salir a la calle sabiendo que tiene detrás un respaldo jurídicos
– El respaldo jurídico que no hay en Venezuela…
-Exacto, se crean muchas esperanzas, hay muchos muertos y ello lleva a agotar a la gente que tiene meses y meses protestando. Meses y meses chocando contra un muro de impunidad, que es lo que se ha establecido en Venezuela. Es un muro de impunidad más fuerte que cualquier otro muro que el presidente Trump quiera establecer entre México y los EEUU. Entonces la opinión internacional a veces se pone más agresiva, otras veces cede. Viene la trampa del diálogo… y es un estira y encoge muy particular.
-¿Cómo se sale de la crisis en Venezuela?
Por medio de la democracia. Habrá una salida democrática. Lo que no debería haber más es costos en sangre, ya han habido más de 100 muertos por esta lucha. Ojalá, y esto es una esperanza, haya una salida pacífica.
-¿Pero hay esperanzas de elecciones libres?
Es muy curioso porque los votos se cuentan. Se han contado de tal modo que la Asamblea Nacional quedó en manos de la oposición a pesar de todas las trampas que tenía la ley electoral para que no ganara.
El problema está en la burla de los poderes que el voto popular concede y no se entrega a quienes lo han ganado, y eso pasa con la Asamblea Nacional que fue secuestrada desde un primer momento. Maduro convirtió a la Corte Suprema de Justicia en un poder legislativo paralelo y eso es una verdadera aberración. Como no pudo seguir adelante con ese esquema inventó la Constituyente que ahora quiere que la oposición reconozca para establecer un diálogo.
Maduro convirtió a la Corte Suprema de Justicia en un poder legislativo paralelo y eso es una verdadera aberración
-¿Es un error de la oposición presentarse a las regionales?
Es un error absoluto, es poco congruente si se está dando una lucha constante en al calle para desconocer un sistema que, a su vez, desconoce los poderes que las elecciones populares otorgaron a la Asamblea Nacional. Es insistir en una elecciones que saben que tampoco se van a respetar los resultados. Al elegir alcaldes o gobernadores, desde los tiempos de Chávez, lo primero que hacen es quitarle los poderes a los electos.
-¿La comunidad internacional reaccionó ante la crisis venezolana?
Yo creo que la comunidad internacional tiene distintos lugares adonde mirar. Venezuela es un punto focal, ha habido presión internacional, pero la presión internacional no puede producir un cambio interno en un país, puede exponer una situación, puede decirle a la gente: “Aquí está sucediendo algo anormal”.
Pero el balance de fuerzas solo se cambia internamente. La esperanza de una intervención política o militar es completamente absurda. Los balances se cambian en un país para que resurja una verdadera democracia, ninguna intervención, ya sea política, diplomática o militar ha traida nunca nada bueno.
-Hablemos de Nicaragua, ¿cómo es no ser oficialista en su país?
Somos una minoría… Activa. Hay mucha gente que, en términos pasivos, adversa al régimen, a la pareja presidencial que tiene todos los poderes. En nicaragua hay un poder matrimonial. Pero a diferencia de Guatemala, en Nicaragua hay una pasividad que no puedo explicar muy bien.
La gente se moviliza en el campo, los campesinos que se ven afectados por el paso de este supuesto canal que dicen que van a construir es una espina clavada en la garganta… aunque yo creo que no se va a concretar nunca. El día que cambie la pasividad, cambiarán muchas cosas.
-¿No hay división de poderes?
Hay uno solo, que dicta los jueces… hasta las sentencias civiles o en los accidentes de tráfico interviene el poder político. La Asamble Legislativa no tiene iniciativa, solo discute las leyes que envía el Ejecutivo. La Contraloría General de Cuentas no vigila la transparencia del gasto público. Es una especie de monarquía.