Por Sebastián del Pilar Sánchez
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Pasada la medianoche del jueves 27 de septiembre del año 1962, la autoridad máxima de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) aceptó la renuncia de su rector, el doctor Julio César Castaños Espaillat, con el deseo colectivo de que se normalizara la actividad académica afectada por el drama sangriento escenificado en su territorio durante la tarde y la noche del martes 18, a causa de la hostilidad desatada entre dos grupos estudiantiles que no pudieron manejar civilizadamente sus contradicciones ideológicas y permitieron que sus miembros más aguerridos se enfrascaran en una batalla sin cuartel: de piedras, palos y balas, sin meditar en que refugiándose en la violencia física se profanaba el recinto educativo, exponiéndolo a una intervención del poder público que pudo generar el arrebato de sus conquistas más preciadas, su fuero y su autonomía.
La dimisión del rector Castaños fue conocida en el Claustro Universitario celebrado ese día en el paraninfo del edificio de Ciencias Médicas “Doctor Defilló”, con la asistencia de 156 profesores y estudiantes de una matrícula de 218 miembros que escuchó durante nueve horas seguidas su testimonio sobre la crisis de autoridad que agobiaba la entidad; igual que su queja por la división reinante y el desdén colectivo ante el esfuerzo realizado para que se le considerara un ente de equilibrio interno, en la búsqueda efectiva de soluciones dentro de las normas jurídicas. Lamentó no haber logrado eso, porque -según expresó- le cerraron el paso con acusaciones infundadas.
Castaños resaltó su entrega “en cuerpo y alma” a la UASD “desde que tuvo el alto honor de ser elegido”, y señaló que se iba del cargo llevándose “una gran carga de dolor”, pero con la satisfacción del deber cumplido y con la conciencia y las manos limpias; subrayando que su retiro no era una huida a sus responsabilidades, sino una decisión necesaria, ya que su presencia en el cargo -atacado por un grupo y defendido por otro- era una fuente de discordia y no quería ser eso; puesto que deseaba una UASD determinada a cumplir sus altos fines, con un buen rector que la mantuviese unida y en continua acción de desarrollo.
Al final de su intervención, se realizó la votación donde 115 de los miembros del Claustro aceptaron su renuncia, 38 se manifestaron en contra y tres se abstuvieron. Y luego de este acto traumático, a la salida del evento, se escuchó la opinión de los líderes del Frente Universitario Radical Revolucionario (FURR), el grupo que seguía las orientaciones del profesor Juan Bosch y el Partido Revolucionario, quienes consideraron que el rector había emergido de aquella reunión con su figura más limpia que nunca; pues según ellos nadie osó cuestionar allí sus ejecutorias, quedando en el aire la controversia introducida por el Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC) en torno a la transparencia de algunos de sus actos.
Los líderes del FUSD eran dos de los fundadores de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED); a saber, los bachilleres Armando Antonio Hoepelmán Ripley, exsecretario general y Rafael Francisco Alburquerque de Castro, subsecretario de coordinación. Este grupo tenía fuerza moral para expresarse sobre la realidad universitaria, pues había sostenido una actitud independiente, no era alabardero de las autoridades y en la reciente reyerta había mantenido una postura ecuánime que mereció el reconocimiento general; exhortando a los estudiantes a trillar la ruta del orden y la fraternidad, manteniéndose a distancia de la pugna y deplorando los decepcionantes acontecimientos del día 18, que echaron por la borda el respeto a la convivencia pacífica que debe campear en cualquier estructura social dentro de una sociedad civilizada; sobre todo, si se trata de un centro académico, cuyo uso debe estar restringido para la exhibición de armas de fuego y la ejecución de actos violentos.
Una posición distinta a la del FURR fue externada por el secretario general del BRUC, bachiller José Joaquín Puello Herrera, quien se quejó de la lentitud del evento, por los muchos argumentos que surgieron, pero se gozó su resultado diciendo con regocijo que al fin “triunfaron las fuerzas democráticas”.
Se debe decir que este Claustro se había celebrado con la universidad vigilada por tropas policiales en sus alrededores, debido a los desórdenes referidos, aunque su quehacer administrativo se estaba normalizando y las aguas volvían a su nivel, luego de que el Consejo Universitario le permitiera a la autoridad judicial realizar una inspección general sin menoscabo al fuero instituido, para localizar las armas usadas durante la sangrienta refriega que conmovió la opinión pública y dejó un saldo de cuatro estudiantes heridos; eran ellos, el codirector del semanario FRAGUA, José Israel Cuello Hernández, impactado por una bala que perforó su pierna izquierda, teniendo que ser recluido en la Clínica Doctor Gómez Patiño; el adolescente Julio César Defilló (de 16 años), miembro fundador de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), quien recibió varias heridas de perdigones en su rostro, siendo internarlo de emergencia en el Instituto Oncológico; así como los jóvenes Pedro Rosario, Frish Abreu y Víctor Manuel Tavárez, trasladados con diversas heridas al Hospital Marion (Doctor Enrique Lithgow Ceara).
Historia de la crisis
Esos incidentes se originaron cuando en la mañana del día 18 los parciales del grupo FRAGUA, opuestos tajantemente a la renuncia del rector, se empecinaron en impedir el acceso a las instalaciones físicas de la Universidad de los miembros del Consejo Universitario, a quienes responsabilizaban de la agudización de la crisis, por su receptividad a la acusación sobre supuestas anormalidades que afectaban la institución, realizada por el Bloque Democrático Revolucionario Universitario, días antes de cambiar su nombre por Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC).
El Consejo estaba presidido por el rector Castaños, los vicerrectores, doctor Miguel A. Pintiani Morales y el ingeniero Andrés María Aybar Nicolás; el doctor Juan Francisco Sánchez, decano de la Facultad de Filosofía y Educación; el doctor Froilán J. R. Tavares, decano de la Facultad de Derecho; el licenciado Luis S. Escobal, decano de la Facultad de Farmacia y Ciencias Químicas; el doctor René Augusto Puig Bentz, decano de la Facultad de Odontología; el ingeniero José Ramón Báez Lopez-Penha, decano de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura; el doctor Rafael Herrera Cambier, decano de la Facultad de Ciencias Económicas; el doctor Héctor Luis Rodríguez, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria; el doctor Mariano Lebrón Saviñón, vicedecano en funciones de Decano de la Facultad de Medicina; el doctor Bernardo Aurelio Fernández Pichardo, secretario general, y los delegados estudiantiles Bernardo Augusto Defilló Martinez y Fernando Mangual Navarro, ambos del BRUC.
El BRUC era una organización que seguía la línea del Partido Revolucionario Social Cristiano y se había formado con el nombre de Bloque Democrático Revolucionario Universitario (BDRU) cuando se inició el proceso de apertura democrática en el país y se fundó la FED para impulsar la lucha por la conquista de la autonomía universitaria a la caída de la dictadura trujillista. Este grupo estaba conformado por chicos de clase media, en su mayoría originarios de los colegios católicos de la ciudad de Santo Domingo, que habían conseguido rápida simpatía de una parte del estudiantado universitario durante las primeras votaciones estudiantiles que se realizaron el jueves 8 de febrero de 1962; pero que de modo imprevisto comenzó a estancarse para el torneo electoral siguiente, efectuado el viernes 25 de mayo con el propósito de escoger la primera directiva electa de la FED; pues -contra su deseo- los nuevos dirigentes fueron seleccionados por delegación y no por votaciones directas, saliendo victorioso el estudiante de ingeniería civil Asdrúbal Domínguez Guerrero, quien pertenecía al grupo rival FRAGUA y gozaba del aprecio del rector Castaños, que lo recomendó al Consejo Universitario para que se le adicionara a su cargo de secretario general de la FED, la función de coordinador de becas, aumentando así su crédito y popularidad entre los estudiantes de escasos recursos que soñaban conseguir esas ayudas para estudiar en el extranjero. Eso -como era natural- originó disgustos en otros líderes que temían que el dirigente de FRAGUA utilizara su poder en favor de sus parciales y transformase ese grupo en la primera fuerza organizada y victoriosa de la UASD.
Para contrarrestar eso se manifestaría de modo persistente una observación crítica sobre el papel del nuevo coordinador de becas y en menos de un mes en el puesto, lloverían los reparos y se le achacaría responsabilidad en la selección arbitraria de dos militantes de FRAGUA, de apellidos Goico Bonilla y Casanova Castillo, escogidos para ser enviados a estudiar a Rumanía, sin que se hubiese consultado al comité encargado de hacer la selección.
Esta situación motivó que el Consejo Universitario, para evitar inconvenientes y riñas intergrupales, designara días más tarde una comisión que elaborase un reglamento de becas, escuchando el sentir de todos los grupos estudiantiles, para garantizar que su confección se hiciera con sentido de transparencia y justicia.
Sin dudas que la preferencia que tenía Castaños por los líderes de FRAGUA incidiría en la antipatía y aversión que experimentaría el BRUC hacia su persona, que se fue manifestando con críticas continuas y desafiantes luego de que éste presidiera en su despacho una reunión de “tres grupos universitarios”, que concluyó con una declaración pública sobre el tema electoral nacional, rodeado de algunos dirigentes estudiantiles y de numerosos individuos que no tenían nexos directos con la universidad. El BRUC manifestó su enojo por el hecho de que algunos visitantes usaron el perímetro universitario para distribuir el periódico “Libertad”, órgano de difusión oficial del Movimiento Popular Dominicano (MPD); un partido político que incidía en el comité ejecutivo central de la FED, pues eran sus dirigentes juveniles los bachilleres Cayetano Rodríguez del Prado, subsecretario general de la FED, Leopoldo Grullón, secretario de coordinación y Julio César Hernández Luperón, miembro.
Poco después el BRUC haría una declaración pública con observaciones críticas punzantes a la gestión de Castaños, señalado que observaba una posición discordante en el Consejo Universitario, “muy a pesar de los sacrificios personales y colectivos de dicho organismo ante la actitud terca e intransigente suya”, y censurando su modo de actuar “a veces con poca caridad y humildad cristiana ante la benevolencia del Consejo”.
Según el BRUC Castaños estaría generando desorientación dentro de la Universidad y quebrando las bases del único Gobierno democrático que se respetaba en el país; por lo cual decidió subir el tono beligerante de su crítica el domingo 9 de septiembre, cuando mandó a publicar un espacio pagado en la prensa nacional, titulado “Denuncia a la Conciencia Universitaria”, donde le acusaba por haber sufragado un viaje a Rusia de dos dirigentes de la FED, lo que “empañaba la Revolución Universitaria e indignaba las conciencias de los hombres íntegros y honestos, evitando el desarrollo libre de las ideas”.
Esa denuncia coincidía -sin que ese fuese el propósito- con diversas críticas elaboradas en el mes de agosto por el diario vespertino “La Nación”, que dirigía el periodista Rafael Bonilla Aybar, y con un escrito del conocido columnista del periódico El Caribe, licenciado Antonio E. Alfau, quien en la edición del día 19 de este matutino calificaba a la UASD como “un conglomerado de extremistas”, por haber permitido que dirigentes estudiantiles viajaran a países socialistas; cuestionando de paso la Ley 5778, sobre autonomía universitaria y el manejo del presupuesto de ese alto centro de estudios, que ese año ascendía a tres millones de pesos.
Vale decir que la severa crítica de Alfau fue respondida por el rector, en fecha 26 de agosto, mediante una carta publicada en el diario El Caribe, en la cual le recordaba su papel servil, indiferente y cómplice durante la tiranía trujillista, y afirmaba que la autonomía universitaria no había sido una cosa concebida, sino arrebatada a los poderes públicos; los cuales no querían reconocerla, y manifestaba su compromiso de defender esa conquista, a cualquier precio, junto a unos doscientos profesores y cuatro mil alumnos que habían sido traicionados por su generación y que estaban “decididos a morirse” luchando por los ideales que esa gente no supo defender, ni quiso conseguir.
Castaños respondió los reproches al supuesto respaldo suyo al viaje a Rusia que realizara una delegación estudiantil, negando que hubiese pagado ese viaje con dinero de la institución, porque los pasajes de los estudiantes que volaron hasta ese país fueron comprados y enviados a la FED por la entidad que organizó el evento; e ilustró que ellos no disponían de dinero suficiente para cubrir sus gastos allá, pero les asistía el derecho de aceptar la invitación y participar en actividades internacionales, ya que no debían seguir aislados… viviendo al margen de la existencia de organizaciones constituidas por estudiantes de todos los confines de la tierra, sin excepción.
Dijo que nada tendría de extraño que la UASD patrocinara la asistencia de sus alumnos a actos en otras naciones, porque les convenía hacerlo ya que sus alumnos estuvieron por más de tres décadas encerrados, sin contactos con sus iguales del mundo exterior.
Los gastos del viaje cuestionado con severidad por el periódico La Nación, el articulista Alfau y el BRUC había sido cubierto por la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), para garantizar la presencia del secretario general de la FED, bachiller Asdrúbal Domínguez Guerrero y el subsecretario Cayetano Rodríguez del Prado, en su Séptimo Congreso Mundial, celebrado del 18 al 26 de agosto en la ciudad de Leningrado.
El revuelo en los medios de prensa fue originado porque en plena Guerra Fría estudiantes dominicanos se atrevieron a ir a Leningrado (actual San Petersburgo), existiendo una conocida censura a los viajes a naciones comunistas; pues no se criticó en la prensa local los viajes que en esa misma época hicieron varios estudiantes de la UASD, entre ellos dirigentes del BRUC, a eventos juveniles celebrados en otras naciones, con la ayuda económica de la propia Universidad.
Un ejemplo de un estudiante de la UASD que viajó al exterior con el fin de participar en el Festival de la Juventud y los Estudiantes que se celebraba entonces en Helsinki, capital de Finlandia, fue el bachiller Leopoldo Grullón, secretario de coordinación de la FED y prominente dirigente de FRAGUA, aunque le fue imposible llegar al evento, ya que estando en Kingston, capital de Jamaica, hizo un vano esfuerzo por comprar un boleto de avión para la ciudad de La Habana, donde haría escala de tránsito rumbo a Helsinki; pero se le negó la venta ya que su pasaporte dominicano indicaba que era válido para todos los países del mundo, excepto Rusia y sus satélites, en franca violación de la libertad de tránsito.
Otro evento de igual naturaleza donde hubo presencia de estudiantes de la UASD fue la Décima Conferencia Internacional de la UIE, celebrada en la ciudad de Quebec, Canadá, del 27 de junio al 9 de julio de 1962, donde estuvo una delegación dominicana integrada por los bachilleres Asdrúbal Domínguez Guerrero, Julio César Hernández Luperón, de FRAGUA; Dulce María Ramírez, del BRUC, y Rafael Francisco Alburquerque de Castro, del FURR.
Allí estuvieron 59 delegaciones de distintos países del mundo y esta conferencia quedaría registrada en la memoria histórica por la frustrante desavenencia que se manifestó en el interior de la delegación dominicana en relación con una moción sobre la Independencia de Puerto Rico, y otra, sobre los derechos ciudadanos en Cuba.
En el caso de Puerto Rico, se desestimó una petición de un grupo estudiantil boricua que quería ingresar a la organización, pero carecía de una cantidad significativa de miembros para que se le considerara representante de la juventud borinqueña que luchaba por la Independencia. Eso molestó a los representantes de FRAGUA que finalmente decidieron retirarse del evento en el instante en que se votaba otra resolución en la que se aplaudía y se apoyaba las conquistas socioeconómicas de la Revolución Cubana, pero al mismo tiempo se condenaba la derogación de la ley de autonomía de la Universidad de La Habana, dispuesta por el gobierno de Fidel Castro, así como los fusilamientos de varios jóvenes universitarios democráticos. Albuquerque y la señorita Ramírez continuaron en la Conferencia y votaron a favor de la condena al gobierno castrista y por la no admisión de la organización borinqueña.
Los críticos del viaje de Domínguez Guerrero y de Rodríguez del Prado a Rusia, sintieron la mayor incomodidad cuando les vieron regresar triunfantes y tratados como héroes, por unos 500 estudiantes que se concentraron en el mirador del Aeropuerto de Punta Caucedo y les tributaron un cálido y estruendoso recibimiento, el martes 4 de septiembre de 1962, movilizándose alrededor de la terminal aérea y coreando llenos de alegría el pegajoso eslogan de un famoso equipo de fútbol argentino, adaptado al quehacer estudiantil…ellos cantaban:
“Mírala que linda viene, mírala que linda va, la revolución criolla que no dé ni un paso atrás”.
Luego los dos dirigentes estudiantes muy animados hablaban a los concurrentes y se iban en elogios desmesurados sobre la revolución bolchevique; resaltando Rodríguez del Prado el adelanto cultural y científico de Rusia, que a su juicio era extraordinario y estaba complementado por una supuesta vivencia en completa libertad del pueblo soviético.
Rodríguez del Prado culminó su discurso asegurando que en Rusia había una ausencia total de miseria y que “Este viaje nuestro, abre el camino para que la juventud dominicana vaya a Rusia a palpar de cerca su adelanto para que luego no se deje dormir con cuentos de hadas”.
Entretanto, los jóvenes universitarios aplaudían delirantes al flamante secretario general de la FED, y esperaban sus palabras de cierre gritando con fuerza:
“¡Asdrúbal seguro, a los yanquis dale duro!
El líder estudiantil habló y rebatió las críticas hechas al viaje, diciendo que habían ido a Leningrado a un congreso por invitación de la Unión Internacional de Estudiantes, quien sufragó todos los gastos de la delegación dominicana, y se lamentaba que hubiese tanta alarma porque dos estudiantes dominicanos estuvieran en la Unión Soviética, y se olvidaba que la misma gente que emitía juicios negativos sobre ese viaje, había mostrado simpatía y admiración por el que hizo a esa misma nación el eminente médico filántropo dominicano, doctor Heriberto Pieter Bennet, quien estuvo allá en una conferencia de carácter científico.
Por último se debe decir que el lunes 22 de octubre fue elegido un nuevo rector el doctor Salvador Iglesias Baehr, un doctor en Filosofía graduado en Roma y con estudios de postgrado en psicología y educación en las universidades de Michigan, Columbia y Washington. Había sido vicerrector en la Universidad Católica de Ponce, Puerto Rico.
De su lado, el doctor Castaños Espaillat, inmediatamente dejó el cargo de rector, reabrió su bufete de abogado-notario público, ofreciendo de nuevo sus servicios profesionales en el apartamiento 205 del edificio Morey de la Calle El Conde No. 24, esquina Duarte. Ahí permanecería hasta febrero de 1966, cuando se produce su regreso a la rectoría de la UASD, para lidiar con otra generación de jóvenes del BRUC. Pero esa es otra interesante historia.