Sebastián Del Pilar Sánchez
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El doctor Jottin Cury fue electo diputado en las elecciones del primero de junio de 1966, en la boleta del partido blanco, representando al electorado del Distrito Nacional.
No era en ese momento dirigente perredeísta, pues su última militancia política había sido como secretario de asuntos internacionales del comité central ejecutivo de la Unión Cívica Nacional, renunciando como afiliado de esa entidad el 9 de abril de 1963, junto al secretario general, doctor Luis Manuel Baquero y otros cinco altos dirigentes, en desacuerdo con la división grupal que afectaba a esa colectividad política, que se había apartado de los fines patrióticos que dijo sustentar a la caída de la tiranía trujillista en 1961.
El doctor Cury en su calidad de miembro de la UCN fue el portavoz de prensa del Consejo de Estado, presidido por el licenciado Rafael Filiberto Bonnelly Fondeur, mostrando un desempeño de tolerancia, prudencia y respeto hacia los grupos que adversaron a ese gobierno provisional; y tras las elecciones ganadas por el profesor Juan Bosch en 1963, se dedicaría plenamente al ejercicio de su profesión de abogado.
Cuando se produjo el derrocamiento del gobierno constitucional, el doctor Cury se manifestó contrario al régimen de facto surgido de ese evento, sumándose a la lucha por el retorno a la Constitucionalidad sin elecciones, y pasando luego -durante la Guerra de Abril de 1965- a ocupar el cargo de canciller del gobierno en armas del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, sirviendo a esa causa patriótica de modo sobresaliente, mediante el despliegue de una exitosa campaña de denuncia contra la invasión extranjera que produjo múltiples manifestaciones de solidaridad de estadistas y políticos europeos y latinoamericanos que reclamaron con vehemencia respeto al derecho del pueblo dominicano a la libre autodeterminación, entre ellos el presidente francés Charles De Gaulle.
Ese fue sin duda el motivo de su escogencia como candidato a diputado del partido blanco y de su integración al más alto organismo de dirección perredeísta, que era su comité ejecutivo nacional; así como de su selección -por recomendación de Bosch- de presidente de la comisión política de aquel antiguo PRD, cuando él tuvo que marcharse hacia Benidorm, España, y entendió que debía dejarlo en ese cargo para que acompañase al doctor Peña Gómez en la defensa a capa y espada de los derechos del pueblo y en el rol de vocero de la oposición en el Congreso.
Es cierto que algunos perredeístas lo vieron siempre como un notable allegado, bien valorado por su probidad personal, por su patriotismo crecido en los días de la guerra y por su digno ejercicio legislativo en pro del avance de la sociedad dominicana hacia un régimen de democracia participativa, donde estuviese presente el bien común, la justicia social y la igualdad de oportunidades para las grandes mayorías nacionales.
La figura política del doctor Cury se había elevado por los cielos durante la Revolución de Abril, incidiendo esa realidad en que sus nuevos compañeros lo trataran con mucho respeto y consideración; soslayándose incluso su antigua condición de miembro de la UCN en los días en que esa agrupación patriótica se beneficiaba del repudio masivo contra los remanentes del régimen trujillista.
Pudo haber incidido en ello el hecho de que por su condición de portavoz del Consejo de Estado no se le sintiera en el grupo de abogados de la UCN que hizo mucha bulla en los medios de comunicación durante los debates del proyecto de reforma constitucional aprobado el 29 de abril de 1963. Entre quienes se destacaron los doctores William Read Herrera, Marino Villanueva C., Rafael González Tirado, Lupo Hernández Rueda, Arévalo Cedeño Valdez, Augusto Sánchez Sanlley, José Andrés Aybar Sánchez, Primitivo Santana Hirujo, José de Jesús Álvarez Perelló y César Augusto Canó Fortuna.
Sin embargo, en esa misma época el doctor Cury había sido una especie de “pararrayos” del Consejo de Estado, ya que se le vio como un apasionado polemista defendiendo esa gestión de gobierno, de los ataques que les lanzaba el líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (MR1J4), doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, con quien llegó a sostener frecuentes roces verbales en los días del asilo del presidente Balaguer en la Nunciatura Apostólica de la Santo Domingo por las incontables protestas y desórdenes que se escenificaban en los barrios de la Capital, donde las multitudes enardecidas pedían a un solo grito la cabeza del depuesto jefe de Estado y de su ministro de las Fuerzas Armadas, el general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, quien se encontraba detenido en la base aérea de San Isidro.
“¡A Balaguer y Echavarría, una pela todos los días!”, era el bramido iracundo de millares de jóvenes que recorrían las calles de la ciudad de Santo Domingo, lanzando también la consigna de “¡Navidad con Libertad!”, exigiendo al Consejo de Estado que dispusiera de los bienes de la familia Trujillo y los repartiera en el seno del pueblo, mientras las masas se movilizaban en las calles exigiendo castigo severo para los asesinos de las hermanas Mirabal; siendo casi imposible poner freno a la violencia callejera que derrumbaba las estatuas del sátrapa en las plazas y parques y sacaba de sus escondites a los confidentes del antiguo régimen trujillista, los cuales eran azotados sin piedad.
En esa situación, el doctor Jottin Cury se veía forzado a contradecir las críticas que consideraba desmesuradas de la dirigencia catorcista, como lo hiciera al rechazar la magnificación de un hecho trágico acaecido en la ciudad de Puerto Plata el viernes 30 de marzo de 1962, que fue el ataque a tiros ejecutado por una patrulla militarizada contra una multitud enfurecida que pretendía linchar a varios calieses; lo cual dejó un saldo de una persona muerta, de nombre Juan Valera; y tres heridos de gravedad, llamados José Antonio Vásquez, Rafael Francisco de la Cruz y Carlos Antonio Marcelino.
El primer incidente verbal entre el doctor Cury y el 14 de Junio se produjo el 29 de enero de 1962, por unas declaraciones vertidas por el doctor Tavárez Justo condenando al Consejo de Estado por mantener activa la Dirección de Seguridad Nacional, que era el órgano de represión del Estado que en la época de la dictadura había operado con el nombre de Servicio de Inteligencia Militar (SIM), entendiendo que no se justificaba de ningún punto de vista que un gobierno democrático estuviese empeñado en usar una agencia de seguridad cuyo nombre inspiraba terror.
Tavárez Justo también había criticado la creación de la “Policía Montada”, por ser un proyecto sumamente costoso que iba a aumentar la intranquilidad ciudadana, aunque el doctor Cury lo respaldó diciendo que era inconcebible que “un hombre consagrado a las actividades políticas como el presidente del 14 de Junio, ignore la utilidad que para las comunidades civilizadas representa la existencia de organismos llamados a salvaguardar la integridad del Estado”.
“El doctor Tavárez Justo sabe muy bien que la democracia, si quiere pervivir debe tomar precauciones, porque de no hacerlo, sería devorada por los extremistas políticos que la asechan”, afirmó Cury, resaltando que el país acababa de “vivir un largo y doloroso absolutismo de derecha y no son pocos los que desean ampararse de sus consecuencias para imponernos un férreo absolutismo de izquierda”.
El 8 de marzo de 1962 seguiría la polémica entre el doctor Cury y los catorcistas, la cual se detuvo el 4 de abril, cuando el jurista dirigió sus últimos lances verbales contra el órgano radial del MR1J4, acusándolo de propagar “mentiras espectaculares”, por su afirmación de que el gobierno habría dado instrucciones a la Policía para reprimir al pueblo; lo que a su juicio tendía a socavar el clima de paz y de armonía social que se estaba creando para poder celebrar unos comicios generales en paz, libres y pulcros el 20 de diciembre de ese año.
El 14 de Junio fue acusado de hacer uso indebido de la libertad de prensa, “al incitar al pillaje”, pese al compromiso hecho por sus dirigentes, durante una reunión en el Palacio Nacional, de cooperar para que cesara la agitación política desatada en varios puntos del país con la aparición de turbas en la ciudad de San Cristóbal que habían subvertido el orden.
Para la oficina de prensa palaciega, los catorcistas por vía de su periódico y de su programa radial, habían contribuido al desasosiego público usando métodos propagandísticos que eran propios de los partidos comunistas de Chile, Argentina, Brasil, México y Venezuela; suponiendo que respondían a un plan subversivo regional, que incluía en el Caribe a la República Dominicana.
El brillante desempeño del doctor Jottin Cury en el papel de Canciller durante el gobierno en armas del coronel Caamaño; más su condición de polemista ilustrado, incidió sin duda en que obtuviera la nominación a diputado por el partido blanco; además de que fuese escogido, luego de su elección, como vocero de los perredeístas en la cámara baja; sorprendiendo a no pocos dirigentes de su partido que no esperaban verlo, desde el mismo día de su juramentación en el Congreso, ocupado en la construcción de una imagen presidenciable, que le serviría para impulsar un futuro proyecto político, que sería la obtención más tarde de la rectoría de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, como acontecería igualmente con otros dos académicos perredeístas, los exrectores universitarios Julio César Castaños Espaillat y Rafael Kasse Acta, quienes se labraron una imagen similar.
Como ya se ha subrayado, el primer paso que dio el doctor Cury para entrar con buen pie a la actividad partidaria, fue involucrarse con la dirigencia y la militancia del partido blanco, ocupando un asiento en su comité ejecutivo nacional y en su comisión política, para consagrarse a la predica ideológica de la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y la figura de Bosch; lo que le permitió allegarse la simpatía de decenas de militantes y simpatizantes del perredeísmo que se sintieron en él representados por su fácil y correcto manejo del lenguaje y por su maestría en el uso de conceptos ideológicos, llegando a definir al PRD como un partido “nacionalista, democrático y revolucionario, servido por hombres honestos que se respetan demasiado a sí mismos como para no traicionar cobardemente los intereses de su propia patria”.
De ese modo, el doctor Cury negaba que el PRD fuese un partido estridente y que sus dirigentes fuesen radicales, rechazando la acusación de un periodista estadounidense, de nombre Don Bohning, del periódico Miami Herald, quien en un escrito sobre la situación política dominicana, había dicho que el PRD era un “partido radical”; pues en realidad tenía una ideología democrática y revolucionaria, por lo cual era de lamentar que algunos periodistas extranjeros que visitaban el país se pusieran a escribir a la ligera, sin realizar una previa investigación de la realidad social y político de los lugares que visitaban.
La cercanía con Bosch, la defensa a rajatablas de la Dictadura con Respaldo Popular y el vínculo con la dirección partidaria contribuyeron a que fuese en ascenso la popularidad del doctor Cury a nivel de los jóvenes que apoyaban su discurso en el Congreso en defensa de la línea política partidaria.
Ello explica el documento puesto en circulación por el subcomité de base perredeísta número 299, en el barrio de San Carlos, firmado por su secretario general, Miguel Herrera, reclamando al partido la adopción de una línea más revolucionaria, dejando de lado la posición conservadora evidenciada en los pronunciamientos públicos que hacían dirigentes como el comerciante Manuel Fernández Mármol, presidente del comité político del PRD; Virgilio Mainardi Reyna, subsecretario general; Máximo Lovatón Pittaluga, senador del Distrito Nacional y los diputados Tancredo Duluc, Barón Suero Cedeño, Quico Ledesma y Ramón Ledesma Pérez, quienes eran tildados de reaccionarios y colaboracionistas del gobierno de Balaguer.
El doctor Cury era un líder de tendencia avanzada y no desaprovechaba oportunidad en proteger a los jóvenes miembros de la Juventud Revolucionaria Dominicana (JRD), como lo demostró en un artículo titulado “Un abuso más contra el PRD”, publicado en el periódico El Nacional el 4 de agosto de 1968, defendiendo a los dirigentes juveniles Hatuey De Camps, José Ovalle, Ramón Antonio Andújar (Manzanero) y Francisco Rodríguez, quienes habían sido apresados y golpeados por la Policía Nacional.
En la ocasión señaló que lo que estaba sucediendo en este país pasaba de castaño a oscuro, pues la represión se había intensificado rabiosamente, de tal modo que no pasaba día sin que un opositor del gobierno de Balaguer fuese a dar con sus huesos a la cárcel, recibiendo en los sombríos pasillos policiales un trato nada cordial.
El doctor Cury se pronunció contra la represión y se quejó del caliesaje afianzado en el país, lamentando que se consumieran gruesas sumas del presupuesto nacional en servicios de esta especie, que permitían que los confidentes policiales se movieran con descaro por todas partes, espiando el más leve gesto de los adversarios declarados y encubiertos del gobierno, bajo el pretexto de que había que mantener el “orden” balaguerista, maltratando a los jóvenes que soñaban con una patria decente donde pudieran vivir en paz con sus conciencias.
Con igual o mayor firmeza, el doctor Cury expuso en el Congreso una posición nacionalista condenando unas infelices declaraciones ofrecidas en un programa de TV por el embajador dominicano en Washington, doctor Héctor García Godoy, proponiendo la creación de un organismo militar continental similar a la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), que surgiera en 1965 para impedir el éxito del movimiento constitucionalista, con la invasión de las tropas extranjeras.
El doctor Cury recordó entonces que García Godoy había sido impuesto a cañonazos por los yanquis en las desiguales negociaciones que se hicieron para poner fin a la guerra, y que su propuesta era de agradecimiento al gobierno de los Estados Unidos y en espera de otro espaldarazo parecido, ya que “nuestro embajador en Washington sabe cuan grata es para los yanquis la creación de una fuerza de represión continental, y como diplomático al fin, les dio por la vena del gusto en su reciente presentación televisada”.
Una iniciativa legislativa de gran importancia presentada por el doctor Cury en la sesión de la Cámara de Diputados de fecha jueves 26 de septiembre de 1968, fue el proyecto de ley de aumento salarial que pretendía la descongelación de los salarios y sueldos de los empleados y obreros de las industrias privadas y empresas autónomas del Estado, debido a las necesidades imperiosas del alto costo de la vida; pero su imponente discurso logró su mayor altura y efectividad luego del atentado contra el senador Pablo Rafael Casimiro Castro, el 4 de mayo de 1967.
Entonces el vocero del bloque se mostró mucho más enérgico y desafiante frente al gobierno de Balaguer, pronunciando los más memorables discursos de la historia congresional, para justificar el retiro de la actividad legislativa de los senadores y los diputados de la oposición, hasta tanto el gobierno esclareciera la tentativa de asesinato contra el referido senador y restableciera las garantías constitucionales.
Dicho bloque retornó al Congreso Nacional el 26 de mayo de 1967 después de 18 días de ausencia, y se debe decir que el doctor Cury fue el único de los legisladores que no cobró esos días no laborados, y se justificó diciendo: “No he cobrado ni cobraré jamás mi cheque como diputado al Congreso correspondiente al próximo pasado mes de mayo”. Diciendo a seguidas: “Si ustedes oyen decir algún día que ese cheque fue cobrado, tengan la más absoluta seguridad de que mi firma ha sido falsificada”.
“He pensado, incluso, donarlo a una institución benéfica, pero temeroso de que la politiquería imperante pueda un día señalar que yo lo he cobrado, he preferido que ese cheque se pudra en las gavetas de una oficina cualquiera del gobierno”, dijo el legislador.
Debido a la muy buena labor hecha por el doctor Cury en el Congreso, el jueves 8 de junio de 1967, el secretario general del PRD, José Francisco Peña Gómez informó que legisladores y dirigentes de ese partido respaldarian al doctor Jottin Cury, “a fin de que siga siendo el más alto vocero de los ideales, las aspiraciones y los principios que sustentan los hombres del PRD representados por el bloque parlamentario”.
Pero entre la fecha señalada y el 16 de agosto ocurrieron algunos problemas internos que determinaron la renuncia a la postulación del doctor Cury, cediéndole el paso al diputado perredeísta por Santiago, doctor Ambiorix Díaz Estrella, a quien le ofreció toda clase de cooperación para el mantenimiento de la armonía dentro del bloque congresional y propugnó porque los legisladores perredeístas fuesen “portadores de los clamores del pueblo” y mantuviesen con altura los principios normativos del PRD de sus lineamientos nacionalistas y revolucionarios, orientado siempre en la defensa de los dominicanos.
El doctor Cury continuaría en el Congreso hasta la extinción de su mandato legislativo el 16 de agosto de 1970, pero visiblemente alejado de la dirección perredeísta; circunstancia que fue bien aprovechada por ciertos grupos de la izquierda para cortejarlo, pues veían en el antiguo canciller y legislador un potencial candidato para la rectoría de la UASD.
El miércoles 3 de julio de 1968, el Partido Comunista Dominicano (PCD), denunció la existencia de una trama para matarlo dentro del campus universitario, e informó que fue visto un individuo no identificado en actitud sospechosa rondando el aula y los lugares que frecuentaba; quien huyó al percatarse que había fracasado su espionaje, tras ser descubierto portando una pistola, detrás de un árbol cercano a la Facultad de Ciencias Jurídicas, por un grupo de estudiantes que lo persiguió y obligó a abandonar la universidad.
El PCD agregó que dicho atentado era parte de la campaña terrorista desatada en los últimos tiempos por el Gobierno y los yanquis en perjuicio de sus enemigos políticos que defendían la democracia y la soberanía nacional.
Al respecto, el Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), dijo que todos los estudiantes y empleados universitarios se habían constituido en centinelas para velar por la seguridad de los profesores perredeístas; y el doctor Cury advirtió entonces que si tenía que caer a balazos, “que no se diga que fue víctima de la descomposición interna de la UASD (en alusión a la lucha interna entre los llamados “socialpistolas”, el PACOREDO y la Línea Roja del 1J4), sino de la violencia institucionalizada por un gobierno extranjerizante, cuya máxima figura reconoce paladinamente que la Constitución y las leyes son simples pedazos de papel en países como el nuestro, desnaturalizando así la función de normas consideradas como indispensables para la convivencia civilizada.