Por Elsa Peña Nadal
Santo Domingo, Dominican Republic ·
Dos blocks, una cadena, un tiro en un ojo, secuestrado desde la UASD, abandonado en la orilla de un rio para que no se hundiera y fuera visto por todos, con el traje y todas sus pertenencias; lo que constituye, además de una venganza contra el joven profesional, un mensaje intimidante, para atemorizar a los que protestan, investigan y denuncian la corrupción.
Lo hemos dicho siempre, cuando a un pueblo lo llevan a niveles extremos de opresión, abuso, miseria, inseguridad; con una corrupción a la máxima potencia y ese pueblo empieza a reaccionar, a protestar, a manifestar su inconformidad, entonces la única forma de controlarlo que tiene el oficialismo–o sus aliados, porque en este caso en particular no sabemos aún quienes lo asesinaron—-es recurrir a la represión y al terrorismo; al crimen, el sicariato: !La dictadura!
Y se suelta el loco, como en Moca, como en Nagua, donde los muertos ya pasan de la decena; como el atropello a manifestantes de la marcha verde que almorzaban tranquilos a orillas de la carretera; y como en muchos otros casos sin investigar ni resolver; simplemente archivados.
Lo vimos durante el trujillismo y el balaguerismo. Si no te asustan a ti directamente porque ya tu no mueres de espanto, asustan a tu familia que empieza a decirte: mira, cuídate, no subestimes, bla bla bla. Eso es lo que quieren, llevarnos a temer y a escondernos, a asustarnos hasta de las sombras como se vivía en el trujillato y en el balaguerato. A postrarnos cual alfombra para seguir pisoteándonos sin hacer ruido.
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¿Y saben qué otra cosa persiguen?: mantenernos distraídos cada día con algo nuevo que repudiar, que comentar, de que alarmarnos. No les importa desacreditarse más de lo que ya están; saben que prestigio no tienen ni recobrarán; saben que no van a responder a las demandas del pueblo expresadas en el movimiento verde y en cientos de protestas en todo el país, ni de los gremios de profesionales.
Solo les importa mantenerse arriba y que los días pasen, mientras siguen llenado sus arcas y explotando al pueblo. Si algún día la situación se les hace insostenible, bueno, son millonarios, se largan del país a disfrutar lo robado al erario a costillas del sacrificio de todo un pueblo..
Con el caso Quirinito, se tapó el de Emely y el del militar asesinado en el desalojo a las tres de la mañana de un domingo, con un tiroteo que deja a la intemperie a varias familias que vivian en tierra del CEA–!Otra vez el CEA y los poderosos!–y ya no se habla de los damnificados de dos huracanes con ciudades incomunicadas y personas en refugio; ni de los sometidos a la justicia por el soborno de Odebrech- todos ya en libertad– ni de la crísis del sistema educativo y de la salud; ni del informe de Transparencia Internacional; y así, caso sobre caso, como las capas de la piel de la cebolla. Aplastando voluntades, desacreditando las protestas, llevando a las personas a creer que este caos es irreversible, que no tenemos solución alguna, que “hay que largarse del país y dejárselo para que se lo acaben de engullir”.
Mientras, todos ellos, cobrando sus sueldos millonarios y sacándoles la lengua al pueblo; aprovechando el caos del ruido noticioso para colar nuevos engaños y despropósitos: Un Congreso que sin ningún pudor dice que sigue en espera de que el partido oficialista le baje líneas para poder ejercer sus funciones de dictar las leyes; un inepto Procurador que solo procura en favor del oficialismo y un Presidente que cumplió su promesa de hacer desde su gobierno “lo que nunca se había hecho”, llevando al país a ocupar los más bajos lugares en los indicadores internacionales del desarrllo social y humano, y los más altos lugares en corrupción, sobornos, delincuencia, inseguridad, feminicidios, suicidios; embarazos, muertes y matrimonios de niñas y adolescentes menores de edad; aumento de la deuda pública y privada; etc etc etc etc etc etc etc etc etc etc
Pero, yo no sé a usted amigo lector; a mi no me repliegan, al contrario, me crece la indignación y la decisión de seguir denunciándolos en cualquiera de los terrenos que me permitan mis humildes posiblidades.
