Sebastián Piñera, el expresidente de centro derecha, es el vencedor de la primera vuelta de las elecciones chilenas. Pero ha logrado mucho menos margen del previsto, lo que abre paso a una segunda vuelta muy ajustada el 17 de diciembre. La noticia se producía en la izquierda, donde el candidato oficialista, Alejandro Guillier, veía con sorpresa como un gran resultado del grupo de izquierda Frente Amplio, Beatriz Sánchez, amenazaba su liderazgo. Finalmente logró pasar a la segunda vuelta por la mínima, menos de dos puntos. Pero incluso así, el resultado le permite soñar con una victoria si logra unir todos los votos del centro izquierda.
Piñera, que esperaba alcanzar el 45% de los votos, se quedó en un escaso 36%, con poco más de dos millones de votos, lo que le perjudica mucho para la segunda vuelta. El golpe venía sobre todo por el buen resultado del derechista José Antonio Kast, un ultraconservador que defiende el legado de Pinochet, y se colocaba casi en el 8%. Pero la suma de ambos se queda muy lejos de ese 50% más uno que Piñera necesita para ser presidente, así que tendrá que arañar votos en otros sectores.
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Los sondeos de las últimas semanas situaban a Guillier muy por debajo de Piñera, casi en la mitad de los votos, pero claramente por encima de la candidata de la izquierda, por lo que el éxito del Frente Amplio era una auténtica sorpresa. El resultado supone una debacle para la política tradicional chilena y en particular para uno de los partidos con más historia, la Democracia Cristiana, que decidió por primera vez acudir en solitario con su candidata, Carolina Goic, y obtuvo una pésima votación, por debajo del 6%, disputando por muy poco el quinto puesto con el izquerdista Marco Enríquez Ominami. Es difícil que Piñera logre acaparar esos votos de la Democracia Cristiana que siempre han estado alejados de la derecha.