Por Eléxido Paula
Cientistas, expertos y analistas de las distintas áreas del comportamiento social, político y económico de la nación dominicana comienzan a mostrar signos tangibles de preocupación por la ola de violencia, delincuencia, criminalidad, feminicidios, irrespeto y violación de la ley y la Constitución; en definitiva, perciben una anomia generalizada en el Estado, el gobierno y sus diversos órganos institucionales.
Las cifras e indicadores que ofrecen firmas encuestadoras de crédito nacional e internacional como: Barómetro de las Américas, Latino Barómetro, Gallup, CID Latinoamericana, Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, OXFAM Internacional, entre otras, acerca de la pobreza, economía, desempleo, migración, competitividad, salud, vivienda, educación, corrupción, impunidad, narcotráfico y microtráfico, no dejan de ser alarmantes y ponen al descubierto los contrastes abismales entre el discurso del gobierno y la mayoría que sufre el látigo de la indigencia, marginalidad y exclusión social.
He aquí algunos hallazgos, producto de la investigación de una parte de las compañías encuestadoras que hicimos alusión en el párrafo anterior: en lo que va de año 2017 el sistema epidemiológico registra 2,424 muertes neonatales o niños menores de 28 días de nacidos; República Dominicana está entre los 10 países más corruptos de América Latina; el 42% de los dominicanos quieren irse del país, lo que alcanza el 60% de la franja entre 18 y 25 años de edad; el 89% estima que los niveles de corrupción son alarmantes; el 84% cree que al menos la mitad de los políticos son corruptos; el 87% cree que el gobierno sirve a los intereses de pocos; el 59% del financiamiento programado para el presupuesto del año 2018 será destinado a pagar deudas que vencen en este año.
Se siente que aquí hay dos países: por un lado, está el gobierno encabezado por su presidente y sus ministros, embajadores, cónsules y demás funcionarios que gozan de holgura, ostentación y acumulación de riquezas sin límites y por el otro lado está una gran parte de la población sumida en la pobreza el desempleo la insalubridad y perseguidos constantemente por la delincuencia tanto de cuello blanco como la callejera, también la mayoría de los ciudadanos viven hacinados y en una estrechez económica indignante.
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Este es un país que vive abrumado, atosigado y harto de ver en su propia cara tantas injusticias, inequidad, maltrato, vejación; acciones clientelares, extorsión, manipulación, decepción, frustración y la mano ancha y extensa de corruptos parapetados de manera indolente en funciones públicas, mostrando que son dueños y señores de las instituciones del Estado y dando una sensación de engreimiento, ñoñería, pedantería, prepotencia y orgullo personal en desmedro siempre del resto de los ciudadanos y ciudadanas.
Este es un país atrapado en la madeja despiadada de los juegos de azar manejados y administrados por el gobierno y por grandes compañías de loterías, burlándose de los pobres y de la ignorancia de muchas personas que se resguardan en una inocente esperanza de salir de su escases económica.
Es lamentable decir que en nuestro país no existe un control de regulación de precios de productos alimenticios, de productos farmacéuticos y tampoco una real y eficaz política de sanidad; también un comercio de medicamentos falsos; incremento de impuestos selectivos y sin ningún tipo de regulación, ni hablar de los negocios turbios de las ARS y los seguros médicos; el manejo abusivo en los precios de los hidrocarburos, la sobrepoblación descontrolada de motocicletas y vehículos chatarras que crean el desorden y caos en el transporte público.
Debo expresar que en los últimos años se ha arraigado como una práctica normal el soborno, la corrupción y la impunidad sin ninguna consecuencia, sanción o castigo por parte de las autoridades judiciales y del ministerio público competentes.
Es por eso, que el sistema de administración de justicia está ampliamente cuestionado, adicionándole la injerencia e interferencia de las autoridades gubernamentales en las decisiones de los jueces de los tribunales de la República. Para colmo, hay una fuerte incertidumbre y escepticismo en las instituciones como la justicia, el gobierno, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, la Presidencia de la República y los partidos políticos, entre otras…
De mantenerse este estado de cosas, con un gobierno ciego, sordo y mudo, intolerante, visos de dictadura y con unos índices de corrupción, impunidad y falta de autoridad, criterio y carácter, sobre todo del primer mandatario de la nación, no hay dudas que este es UN PAIS QUE ESTA PATAS ARRIBA.