Por Nelson Encarnación
Muchos de los políticos dominicanos suelen confundir los procesos y tienden a suponer que la historia de la llega al Gobierno del doctor Leonel Fernández es posible ser repetida, lo que, obviamente, no será imposible pero sí bastante improbable en las circunstancias nacionales.
Para empezar es bueno explicar a qué nos referimos, pues es posible que una parte apreciable de quienes lean estos párrafos ignore el proceso que rodeó el arribo de Fernández y la coyuntura muy especial que se dio y los factores objetivos que debieron concurrir para que el Partido de la Liberación Dominicana ganara en 1996.
A lo que aludimos es al hecho irrepetible de la unión de los dos caudillos más importantes de los últimos cincuenta años del pasado siglo: Joaquín Balaguer y Juan Bosch. Dos colosos que aunaron fuerzas para vencer a José Francisco Peña Gómez, el otro portento de la política dominicana, en un balotaje que parecía un mero formalismo.
Un dato a destacar en ese proceso es que—en un hecho único en América Latina—, tres figuras de esas dimensiones interactuaron simultáneamente en un espacio político generalmente afectado por la polarización que relegaba a una tercera fuerza a lo más lejano de la cola electoral.
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Montado sobre lo que algunos consideraron una urdimbre de factura balaguerista, otros a una genialidad del relevo político de Bosch y los menos a la falta de malicia de Peña Gómez, el PLD logró capitalizar el momento electoral y pasar de un 13% en 1994 a un 38% en la primera vuelta de 1996 y quedar en condiciones de disputarle con el éxito ya conocido, el poder a Peña Gómez.
Todo ello merced a un entendimiento electoral que no cabía en los análisis, en razón de la naturaleza antagónica que fue el leitmotiv del accionar político de Balaguer y Bosch desde posguerra.
Es decir, que el Frente Patriótico vivo a constituir para Leonel un nombramiento como presidente de la República y no una elección como candidato, una vez los dos líderes unieron sus fuerzas para cerrar “el camino malo” que alegadamente representaban el líder del PRD.
Vistas las circunstancias, no es arriesgado afirmar que estamos muy lejos de que una coyuntura similar pueda darse en la República Dominicana, razón por la cual no será fácil que un político, por hecho de que por la naturaleza de su cargo sea merecedor de la atención mediática, pueda cabalgar con el éxito de Leonel Fernández o de Danilo Medina.
Al primero el azar le ayudó y al segundo el trabajo de 12 años. Pero en política no siempre el azar está presente, si bien se ha alegado que éste tiene categoría histórica.