El miedo a entregar los datos personales y la falta de dinero para pagar la inscripción a DACA explican principalmente por qué cientos de jóvenes indocumentados se quedaron por fuera del programa a pesar de que los protegía de la deportación, según lo explican los propios dreamers. No fue porque son “demasiado vagos” para registrarse, como aseguró este martes el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y por eso le reclaman.
“Que diga que es por flojera es inaceptable (…) triste y decepcionante”, recrimina a Kelly el gerente de cabildeo y políticas de la organización United We Dream, Juan Manuel Guzmán.
Kelly pretendió explicar este martes la diferencia que existe entre los casi 700,000 beneficiarios de DACA y los 1.8 millones de inmigrantes indocumentados que el presidente Donald Trump propuso llevar a la ciudadanía. Para él, la brecha se explica en que algunos no se registraron por miedo o por ser “demasiado vagos para levantar sus traseros”.
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“El miedo es un factor determinante que incluso frena a las personas a registrarse a pesar de que saben que pueden beneficiarse de muchas formas.Es difícil para un inmigrante dar sus datos y los de su familia al gobierno, mucho más ahora cuando no confían en qué puede hacer (el gobierno del presidente Donald) Trump con esa información”.
El dreamer Juan Escalante cree que al miedo se suma el costo de la aplicación. “Tener que pagar 495 dólares por persona es bastante y más si se trata de una familia de dos o tres hijos”, explica. “Es un monto que los dreamers que no tenían trabajo estable o que ganaban menos del salario mínimo tenían que ahorrar. Eso para un indocumentado significa una renta, poder comprar comida o es un ahorro para los fondos de la universidad”.
Escalante y Guzmán consideran que, además, la falta de información que tienen los dreamers en algunas zonas rurales del país es otro de los factores. En Dakota del Norte, por ejemplo, apenas hay 80 beneficiarios de DACA y en Dakota del Sur unos 220, según datos del Instituto de Políticas de Migración (MPI, por su sigla en inglés). “No tienen el mismo apoyo legal y las mismas oportunidades de acceder al programa que quienes están en estados como California”, dice Escalante.