Por Olga Capellán.-
No sé cómo se vive en Macondo, pero por lo que he oído debe ser maravilloso, un mundo imaginario, secreto, luchador, pero al mismo tiempo fantasma, y deseado, donde tener amores allí te llenas la vida de colores, y no es para menos, y si no, pregúntenle a Mauricio Babilonia, que tan solo el hecho de su presencia en este lugar, hacía abundar las flores y las mariposas amarillas para el deleite de su gente.
No sé cómo se vive en Macondo, pero si como se vive en la República Dominicana, donde todo el mundo se considera el jefe de todos, y cada quien pretende aplicar la ley del más fuerte, y así mantener el dominio sobre los incautos.
Los incautos abundan mucho en un país como Macondo, y las mujeres sobre todo las de la familia Buendía debían llevar un cinturón de castidad, aunque se tratase de Doña Úrsula, la esposa y madre de los fundadores del pueblo.
En la República dominicana, aquí nadie se ha puesto el cinturón, en ella nadie es casto, por el contrario es un país de gente malcriada, bocona y poco educada (con sus excepciones) viendo tristemente como se tratan a las personas, sin respeto ni cuidado, todos se quieren vanagloriar de haber hecho cosas que nunca se vieron, de poseer dones que nunca han tuvieron, de poseer fortunas que no pueden explicar su origen, y sobre todo de querer matar moralmente a quienes consideren ser sus oponentes, porque es más fácil llevarse por delante a los contrarios sin importar cuál sea el método o el precio a pagar.
En Macondo, José Antonio Buendía, además de fundador del pueblo imaginario, fue también como una especie de padre de la ciudad, sin embargo aquel día que quiso inventar imitando al vendedor forastero que llegaba de vez en cuando de tierras lejanas, ese mismo día lo acusaron de loco, le quitaron su poder y lo amarraron de un abarrote hasta que por fin se volvió loco, y así terminó con su historia y murió sin poder demostrar que aún nunca estuvo loco.
Así mismo como en Macondo en la República Dominicana se tratan a las personas, de parte de aquellos que se sienten con un poco de poder y aplican la ley del más fuerte, no importa por encima del cadáver de quienes tengan que pasar, porque lo importante es tener el dominio sobre los incautos, que son muchos como dijera Don Facundo Cabral.
En nuestro país algunos políticos que nunca tuvieron nada hasta que lograron una posición en cualquier institución pública o en el Congreso Nacional, pero piensan que el vestuario es lo que hace al monje, pero no su castidad, por más que ellos lo digan no es así.
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Todos están alertas, solo para buscar favoritismo, nunca para cuidar o respetar el derecho de los demás, y es que muchos de ellos nacieron mezquinos, condición que nunca se pierde, no saben ser otra cosa porque así nacieron, y es que cuando se nace con una condición se sigue siendo toda la vida. Así también de sencillo es la política en la República Dominicana, donde cada cual se cree con derecho a difamar, no importa cual fuese su bandería partidista, y es que no existe diferencia entre los políticos y los sicarios de virtudes, capaces de matar moralmente a todos aquellos que entienden les hacen sombra, porque tienen por lema: “si mi estrella no brilla, la tuya permanecerá apagada”.
Los partidos políticos están llenos de mezquinos, no solo de la parte económica, sino mental, mental porque le niegan el derecho de los demás, de aquellos que han sabido llevar una verdadera lucha al lado y en el seno del pueblo, pero el mezquino también es ciego para no ver realidades de la vida actual, como carecen de luz propia, no permiten el brillo en los otros.
La política como medio sociocultural en la República Dominicana no funciona, no existe porque los políticos prefieren vivir al estilo de Macondo, sin organización, sin principios, y sin leyes, es decir: simplemente al estilo de “Macondo”.
Así viven, porque olvidaron las premoniciones de que en la familia Buendía, fundadora de Macondo en su mayoría nacían con rabos de cerdos, y que el último en nacer con esta condición, moriría al tratar de borrar su identidad, al cortar su rabo murió desangrado, y con ese último murió también Macondo.
La República Dominicana acaba de ser declarada como uno de los principales países en materia de corrupción, posición No.5, aclaro que contrario a lo que muchos piensan, esta condición no solo se da en la parte gubernamental, no señor, corruptos los hay en el sector privado y muchas veces hasta intrafamiliar.
Corruptos y perversos existen en todos los niveles de la sociedad dominicana, atrevidos, calumniadores, incapaces y mediocres, que solo pueden utilizar los métodos más bajos de la existencia para combatir a quienes consideran sus oponentes, en su mayoría gente que por largos años se arrastraron en el lodo, hoy se sienten en la cima, por que subieron y mediante el uso de la perversidad y lograron calar hacia las alturas, sin recordar un adagio que reza así: ten cuidado a quién pisas para subir a la cima, por que podrá encontrarte con él a la hora que te bajen de ella.
La República Dominicana es como Macondo, aún así, es nuestra patria a la que amamos y debemos defender hasta lograr que en ella se aplique la fuerza de la razón, y no la razón de la fuerza, aunque vivamos como en Macondo.
Quiero que sepan que llevo puesta una piel de elefante que me sirve de coraza.