Por Justin Lehmiller; traducido por Daniela Silva
Reprimir tus deseos sexuales es malo para tu vida sexual.
Una de mis canciones favoritas de Madonna es su single de 1995 “Human Nature”, una canción que quizás hayas olvidado porque no fue tan exitosa, sólo llegó al número cuarenta y seis en las tablas Billboard.
La letra argumenta, sin temor a ser juzgada, que el sexo y el deseo sexual solo son parte de la naturaleza humana. Pero eso no es todo, la línea que más se repite en esta canción es: “Express yourself, don’t repress yourself.” [“Exprésate, no te reprimas”]
Esta línea resume a la perfección no solo lo que muchos hacemos mal en nuestra vida sexual, sino también lo que deberíamos hacer. Escúchala, y verás a lo que me refiero.
Cuando las personas creen que sus deseos sexuales son poco comunes, raros o anormales, tienden a reprimirlos: se los guardan y a lo mejor Google es el único que tiene una pista. Eso no es saludable. Sentirnos avergonzados o culpables por lo que nos prende puede llevarnos a tener dificultades en el rendimiento sexual. Le hice una encuesta a 4,000 personas en la que les pregunté sobre sus fantasías sexuales, y los resultados confirman lo anterior.
Cuando le pedí a mis participantes que calificaran cómo se sentían con su fantasía sexual favorita, mientras más emociones negativas reportaban –como culpa, vergüenza, miedo, ansiedad y disgusto–, más problemas sexuales tenían. Pero eso no es todo.
Estas emociones también tienen el potencial de interferir con nuestra capacidad de establecer y mantener una relación sexual saludable. Esto se debe a que la represión sexual nos deja con mucha carga emocional y frustración y es muy fácil desquitarnos injustamente con nuestras parejas.
En lugar de reconocer que la mayoría de los problemas de desempeño sexual provienen de nuestros propios problemas, es mucho más fácil culpar a nuestras parejas de ser sexualmente incompetentes. Esa es una estrategia clásica para proteger el ego y algo a lo que los psicólogos sociales se refieren como el sesgo egoísta, la tendencia a culpar a los demás por un fracaso personal.
Como ya te habrás dado cuenta, por experiencia propia, a las personas no les gusta cuando les echamos la culpa de todo en lugar de mirar hacia dentro, otro punto que Madonna personifica en su canción “Human Nature”: “I’m not your bitch, don’t hang your shit on me” [“No soy tu perra, no me eches la culpa de tu mierda”].
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Es hora de empezar a lidiar con toda la mierda sexual que hemos reprimido durante años. Deja de echarle la culpa a tus parejas o de beber hasta olvidarlo y mejor ponte a lidiar con eso de una vez por todas.
Entonces, ¿cómo enfrentar tus ansiedades sexuales? Empieza por darte cuenta de que tus deseos sexuales probablemente no son inusuales o extraños, ni tampoco necesariamente insalubres. ¿Quieres experimentar con BDSM? ¿Te gustaría ver a tu pareja teniendo relaciones sexuales con otra persona? ¿te gustaría hacer algo que sea tabú o que esté prohibido? ¿Te gustaría probar el sexo gay? ¿Sexo en público? Si es así, es hora de que entiendas que eres totalmente normal y estás perfectamente cuerdo.
Lo más probable es que esas fantasías sean las mismas que tienen tus vecinos, amigos y –yo sé que es incómodo– pero incluso tus padres también fantasean. No eres el único con estos deseos, por eso no hay nada de que preocuparse. Deja de huir de tus fantasías y empieza a aceptarlas como parte de lo que eres.
Esto significa que necesitas llegar a un acuerdo con lo que algunos psicólogos llaman el yo sombrío, la parte de ti que consiste en todos los deseos e impulsos (tanto sexuales como no sexuales) que te asustan porque piensas que no deberías tenerlos.
Mientras tus fantasías sexuales sigan así de reprimidas, nunca te sentirás completo; al contrario vivirás preguntándote si hay algo malo contigo y buscando cómo solucionarlo. Sin embargo, conforme empieces a ver tus fantasías como algo normal que todo el mundo tiene, podrás empezar a recorrer el camino de la autoaceptación.
Uno de los mayores beneficios de aceptar nuestras fantasías, es que nos da un mayor control sobre si queremos expresar esos deseos y cómo.
Reprimir nuestros deseos es perder el control sobre ellos y que ellos empiecen a controlarnos. También debo mencionar que el hecho de que reconozcas una fantasía no significa que tengas que actuar en consecuencia; en última instancia, depende de ti vivir de acuerdo con tus creencias y valores.
Reconocer que tienes ese control es empoderador y liberador, y es mucho mejor que pasar tu vida gobernado por el miedo.
Publicado originalmente en VICE.com