Por Roberto Valenzuela
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El relato de esta semana corresponde al siempre
controversial –y más claro que el agua– Félix Jiménez
(Felucho), que aclara sobre palabras que políticos,
historiadores, periodistas ponen en boca del profesor Juan
Bosch y que él nunca dijo: es el caso de “borrón y cuenta
nueva” o que dizque se opuso a la reelección como un tema
de ideología.
Antes de entrar a ese relato, estoy en la obligación, por las
pasiones que despierta el “trujillismo”, de tomar por lo
menos un comentario de tantos que me hacen sobre el
anterior artículo “Trujillo mató a mi papá el día de mi
cumpleaños“, sobre la muerte de Marrero Aristy. El
periodista Felipe de Jesús, que trabajó por más de nueve
años en el Archivo General de la Nación (AGN), nos dice que
la versión que ofrecemos sobre el asesinato del escritor es
la más creíble.
Y Felipe añade que durante el interrogatorio, Trujillo, muy
acalorado y molesto, “le dio una galleta a Marrero Aristy” y
que este se metió la mano en uno de los bolsillos para sacar
un pañuelo y secarse el sudor; pero uno de los esbirros
trujillistas, Policarpio Soler, creyó que iba a sacar un arma y
lo mató.
Tomemos en cuenta que para los hombres de esa época
era un deshonor que a una persona le dieran una galleta:
una ofensa tan grande que preferían que los mataran. Un
hombre mataba a otro por una galleta. Hagamos un
ejercicio mental y trasladémonos a ese momento y veamos
lo impotente que se sentía Marrero (que era muy valiente)
al recibir una bofetada de otro hombre sin poder
defenderse.
Felipe explica que Marrero era secretario de Trabajo y un
intelectual de la misma categoría de Américo Lugo o
Fernando Arturo Logroño.
“Déjalos en el zafacón de la historia”