Barack Obama se subió este viernes a un escenario de Illinois y se lanzó en tromba a la campaña de las elecciones legislativas con un ataque duro y directo contra Donald Trump y el Partido Republicano, algo que el expresidente de Estados Unidos, siguiendo uno de esos códigos no escritos de Washington, se había cuidado de hacer desde que salió de la Casa Blanca. Obama advirtió de que Trump “es un síntoma, no la causa” del populismo y urgió a los demócratas a votar en masa en noviembre: “Nuestra democracia depende de ello”.
El expresidente demócrata golpeó al republicano por todos los flancos y le citó con nombres y apellidos, algo que no se recuerda que hubiera hecho desde que pasaron las elecciones presidenciales de 2016.
El enfado del que tanto se habla en EE UU es sincero en algunos ciudadanos, dijo, pero también resulta “una fabricación de privilegiados y poderosos que nos quieren mantener divididos”. “Esto no empezó con Donald Trump. Él es un síntoma, no la causa. Él solo está capitalizando el resentimiento que los políticos llevan años alentando”, recalcó.
El discurso de Obama, que pronunció en la Universidad de Urbana al recoger un galardón que reconoce la ética en el Gobierno, plantea las legislativas de noviembre como un referéndum sobre Trump, y los primeros compases de la campaña demócrata están apuntando en esa misma dirección.
Pero muchos republicanos recuerdan que en el voto al Congreso priman muchos intereses territoriales y que los electores disociarán las astracanadas del presidente de las esencias del partido.
El artículo anónimo de opinión publicado en The New York Times el miércoles, en el que un supuesto alto funcionario de Trump habla de un movimiento de resistencia de republicanos puros que controlan los desmanes del neoyorquino, destila esa idea: aunque haya sido elegido “como republicano”, cita el autor, muestra “poca afinidad” con los principios de libertad de mercados, de pensamiento y de personas que los conservadores se atribuyen.
Sin embargo, destaca las bondades de muchas de las medidas adoptadas durante la Administración -rebaja fiscal y aumento del gasto militar- y evita citar un asunto tan discutido dentro del propio partido como migratorio. Lanza este mensaje: “Los americanos deben saber que hay adultos en la habitación”.
Obama, sin embargo, dirigió concienzudamente su diatriba a los republicanos, que salvo escasas excepciones (el recientemente fallecido senador John McCain era una de ellas) han callado y otorgado con las medidas trumpistas más polémicas. “¿Qué le ha pasado al Partido Republicano?
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Su principio fundamental en política exterior era luchar contra el comunismo, ¡y ahora están haciéndose amigos del exjefe de la KGB!”, exclamó, en referencia a la simpatía de Trump por Vladímir Putin, en un momento en que el Kremlin es acusado por el Gobierno de interferir en las elecciones y la política estadounidense.
Denunció la política del “miedo y el resentimiento”. “No pretendo comunicarme con Abraham Lincoln , pero esto no es lo que teníamos en mente cuando ayudamos a crear el Partido Republicano. No es conservador, desde luego no es normaI, es radical”, subrayó.
También reprochó a los republicanos su silencio en las críticas que el presidente lanza contra el Departamento de Justicia, al que ha atacado directamente por encausar a políticos del partido y perjudicarles en la elecciones, así como de haber emprendido una “caza de brujas” por la investigación de la citada trama rusa.
“No debería ser un tema partidista que no presionemos al fiscal general o al FBI”. Y recordó la equidistancia mostrada por Trump en el verano de 2017 hacia los movimientos supremacistas blancos: “¿Cómo puede ser tan difícil decir que los nazis son malos?”, planteó.
El Partido Demócrata tiene en dos meses la oportunidad de revertir el rodillo conservador (gobiernan la Casa Blanca, controlan el Congreso y son mayoría en el Supremo) después del trauma de las presidenciales de 2016, cuando una candidata que parecía sacada de manual, Hillary Clinton, perdió contra un empresario y showman de discurso populista e incendiario que parecía encaminado al desastre.
Una de las preguntas clave es cuánto suma y cuánto resta la marca Trump a los republicanos. Para los demócratas, Obama sigue cotizando al alza.