La nominación de Brett Kavanaugh al Tribunal Supremo ganó todavía más drama la noche del martes cuando la mujer que le acusa de abuso sexual en 1982 dejó en el aire su comparecencia prevista para el próximo lunes en el Senado. Christine Blasey Ford reclamó que el FBI lleve a cabo una “investigación completa” de los hechos antes de que ella testifique en el comité judicial de la Cámara Alta con tal de garantizar un proceso imparcial y completo. Sin embargo, los republicanos han rechazado hasta ahora una nueva investigación y parece improbable que acepten posponer la sesión del lunes dado que retrasaría considerablemente el proceso de aprobación del juez y lo convertiría todavía más en un asunto clave en las elecciones legislativas del 6 de noviembre.
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La petición de Ford, que supone un nuevo giro en el serial, se conoció pocas horas después de que Donald Trump hiciera una encendida defensa de Kavanaugh, su candidato para ocupar la plaza vacante en el Supremo y cuya nominación está en la cuerda floja tras ser acusado de abuso sexual hace 36 años. El presidente estadounidense manifestó que “apoya totalmente” al juez conservador. Trump acumula un historial de respaldo inequívoco a hombres denunciados por delitos sexuales. Él mismo ha sido acusado de abusos por casi una veintena de mujeres, extremos que ha negado ferozmente.
“Me siento tan mal de que esté pasando por esto. No es un hombre que se merezca esto”, dijo el republicano a la prensa en la Casa Blanca sobre Kavanaugh. “Me siento terrible por él, su esposa y sus dos hijas preciosas”, agregó. Aún así, el presidente defendió que se lleve a cabo un “proceso” de indagación por parte de los legisladores porque “no debería haber ninguna duda” sobre su conducta.
En una carta al presidente del comité, los abogados de Ford aseguran que la mujer ha sufrido “amenazas de muerte” y piden encontrar mecanismos para que pueda cooperar con el Senado mientras “cuida su salud y seguridad”. Los letrados sostienen que una investigación del FBI permitiría al comité “estar plenamente informado” y sería un “primer paso” antes de que ella aparezca en “televisión nacional para revivir este incidente traumático y desgarrador”.
Si llega a celebrarse, la suerte de Kavanaugh, cuya designación parecía asegurada hasta la irrupción del escándalo, dependerá en gran parte de su comparecencia el próximo lunes ante el comité judicial del Senado. El juez de apelaciones de Washington, que tendría un cargo vitalicio en el Supremo y afianzaría la mayoría conservadora, ha negado tajantemente la acusación de Ford. La mujer sostiene que un muy embriagado Kavanaugh trató de violarla hace 36 años en una fiesta en una casa a las afueras de Washington. Ambos eran menores de edad: él tenía 17 años y ella 15.
Presionado por senadores demócratas y republicanos, el comité accedió a la comparecencia del juez y ha invitado también a Ford. Si ambos comparecen a puertas abiertas en el Senado, está garantizado un mayúsculo espectáculo político y mediático en la era del Me Too, que ha galvanizado un clamor contra el encubrimiento de abusos y que se ha llevado por delante a un sinfín de personalidades.
Mark Judge, un compañero de clase del juez que, según la mujer, presenció el intento de violación, ha declinado testificar. Ha esgrimido que no recuerda los hechos y que nunca vio a Kavanaugh actuar del modo que describe Ford.
En sus declaraciones, Trump evitó criticar a Ford, que ya ha sido objeto de ataques velados de medios y políticos conservadores que cuestionan por qué aflora ahora un suceso de hace 36 años del que hay escasas pruebas. “Esperemos que la mujer dé un paso adelante, manifieste su caso, él lo hará y luego ellos [los senadores] votarán, escucharán y veremos qué ocurrirá”, señaló el mandatario.
Ante la denuncia de abusos, los demócratas piden que el FBI reabra su investigación sobre los antecedentes de Kavanaugh, algo que la agencia ha sugerido que no hará. Reclaman que, hasta que no se finalicen las pesquisas, no se celebre la comparecencia de Kavanaugh y Ford sobre el presunto abuso sexual. Su objetivo es ganar tiempo. Hasta ahora, los republicanos tenían previsto votar el jueves en el comité judicial la designación de Kavanaugh y que todo el pleno del Senado lo hiciera antes de final de mes. Sin embargo, el voto del comité ha quedado pospuesto y los conservadores temen que salte por los aires su calculada estrategia de resolver la designación del Supremo antes de las elecciones legislativas. Los comicios son un examen a Trump y los republicanos se juegan mantener el control de ambas Cámaras del Congreso.
Trump y su partido minimizan la necesidad de que el FBI intervenga. Sostienen que Kavanaugh ha ocupado numerosos cargos públicos, por ejemplo en la Casa Blanca de George W. Bush, sin que nunca se hallara una irregularidad. Y acusan a los demócratas de tácticas torticeras. Ford se puso en contacto en julio con una senadora demócrata y le mandó una carta sobre el presunto abuso, pero le pidió mantenerla en secreto a no ser que cambiara de opinión. La carta, sin embargo, se filtró la semana pasada, lo que propició que Ford decidiera el domingo revelar su identidad y detallar su acusación.