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Papa Francisco: “Parece que la homosexualidad está de moda”

 

El Papa Francisco

El papa Francisco dijo hace cinco años, recién llegado al pontificado romano, que comprendía a los homosexuales. “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, se preguntó retóricamente. Pero la posición oficial de su iglesia sobre el tema no ha cambiado. El rechazo sigue en pie. Lo reafirma en un libro entrevista que sale hoy al mercado con el título ‘Papa Francisco. La fuerza de la vocación. La vida consagrada hoy’. Se trata de una larga conversación con el misionero claretiano Fernando Prado Ayuso (Bilbao, 1969). Editado ya en diez países, el pontífice argentino desgrana en 120 páginas los temas de mayor actualidad en la vida de la Iglesia católica.

“Francisco no rehusó abordar algunas cuestiones candentes y quizá algo incómodas que le fui planteando”, dice el autor. Por ejemplo, se muestra “preocupado” por el número de sacerdotes y religiosos homosexuales. También sostiene que su Iglesia podría verse invadida por la “moda” de la homosexualidad.

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La entrevista se celebró en las estancias papales de la casa Santa Marta, en el corazón del Vaticano, la tarde del nueve de agosto pasado y se prolongó por más de cuatro horas, tiempo suficiente para abordar con el Papa sesenta preguntas.

Sobre si hay límites que no se deben sobrepasar en la formación que reciben seminaristas y religiosos, contesta: Evidente. Cuando hay candidatos con neurosis y desequilibrios fuertes, difíciles de poder encauzar ni con ayuda terapéutica, no hay que aceptarlos, ni al sacerdocio ni a la vida consagrada. Hay que ayudarlos a que se encaminen por otro lugar, no hay que abandonarlos. Hay que orientarlos, pero no los debemos admitir. Tengamos en cuenta siempre que son personas que van a vivir al servicio de la Iglesia, del pueblo de Dios. No olvidemos ese horizonte. Hemos de cuidar que sean psicológica y afectivamente sanos. La cuestión de la homosexualidad es muy seria. Hay que discernir adecuadamente desde el comienzo con los candidatos, si es el caso. Hemos de ser exigentes. En nuestras sociedades parece incluso que la homosexualidad está de moda y esa mentalidad, de alguna manera, también influye en la vida de la Iglesia”.

¿Cómo discernir si un muchacho que pide entrar en un seminario es o no homosexual? “Es algo que me preocupa, porque quizá en un momento no se enfocó bien. Tenemos que discernir con seriedad y escuchar la voz de la experiencia que también tiene la Iglesia. Cuando no se cuida el discernimiento en todo esto, los problemas crecen. En el momento quizá no dan la cara, pero después aparecen. Tuve aquí a un obispo algo escandalizado que me contó que se había enterado de que en su diócesis, una diócesis muy grande, había varios sacerdotes homosexuales y que había tenido que afrontar todo eso, interviniendo, antes que nada, en la formación, para formar otro clero distinto. Es una realidad que no podemos negar. En la vida consagrada tampoco han faltado casos. Un religioso me contaba que, de visita canónica a una de las provincias de su congregación, se había quedado sorprendido. Él veía que había buenos chicos estudiantes y que incluso algunos religiosos ya profesos eran gais. Él mismo dudaba de la cuestión y me preguntó si en ello había algo malo. “En definitiva, decía él, no es tan grave; es tan solo expresión de un afecto”. Esto es un error. No es solo expresión de un afecto. En la vida consagrada y en la vida sacerdotal, ese tipo de afectos no tienen cabida”.