CARACAS, Venezuela.- Cuando bajo el sol de mediodía de este miércoles 23 de enero, frente a miles de personas que marcharon eufóricas por las calles de Caracas, Juan Guaidó levantó la mano derecha y juró el cargo de Presidente interino de Venezuela, un puñado de hombres y mujeres que estaban frente a la tarima se abrazaron y lloraron de emoción. Sin embargo, la historia de la crisis venezolana está muy lejos aún de tener un final y menos feliz.
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Guaidó, jefe del Parlamento de mayoría opositora, dijo que iba a “asumir formalmente las competencias del Ejecutivo nacional como Presidente encargado de Venezuela”. Este movimiento eleva el conflicto político en el país, que a partir de ahora tiene al líder de la Asamblea Nacional como Presidente interino reconocido por Estados Unidos, Canadá y varios gobiernos de América Latina; y a Nicolás Maduro todavía en Miraflores con el respaldo de la Fuerza Armada.
¿Cómo llegó Venezuela a esta situación inaudita? Todo comenzó el 20 de mayo de 2018, cuando Maduro se declaró ganador de un proceso electoral calificado como fraudulento por el Poder Legislativo venezolano y las democracias occidentales. A pesar de esa condena, el dirigente de la revolución chavista inició este 10 de enero un nuevo mandato de seis años que es considerado ilegítimo por Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Luego de declarar a Maduro “usurpador” de la Presidencia de la República, Guaidó dijo estar dispuesto a asumir un gobierno interino para convocar nuevas elecciones si contaba con el apoyo del pueblo, la comunidad internacional y la Fuerza Armada. Se atrevió a dar ese paso a pesar de que los militares todavía se mantienen fieles al heredero del difunto comandante Hugo Chávez.
Para despejar dudas y acallar rumores, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, ratificó por enésima vez su lealtad a Maduro. “El desespero y la intolerancia atentan contra la paz de la nación. Los soldados de la patria no aceptamos a un Presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la ley. La Fuerza Armada defiende nuestra Constitución y es garante de la soberanía nacional”, publicó en Twitter.
Apuntalado por el Ejército bolivariano, Maduro respondió a Guaidó desde el palacio de Miraflores, donde la tarde de este miércoles recibió una marcha de cientos de sus simpatizantes, dijo que está siendo objeto de un “intento de golpe de Estado” y ordenó romper las relaciones diplomáticas con Washington.
Esta nueva escalada de la crispación política ya tiene víctimas fatales. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) contabilizó hasta la noche de este miércoles 13 muertes en el marco de las protestas que se han registrado en las últimas horas contra Maduro en distintas regiones del país, mientras que la ONG Foro Penal informó sobre la existencia de más de 70 detenidos.
Al frente
“Más que un juramento, lo de Guaidó es una ofensiva política”, resume Colette Capriles, profesora de filosofía política. “Lo que se está viendo es que Maduro se atrinchera junto con la Fuerza Armada. El anuncio este miércoles de la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que debería ser seguida por otras rupturas, si se continúa en esa lógica, trae consecuencias de gobernabilidad serias en muy corto plazo”, apunta la analista.
Colette Capriles observa que Maduro “está apostando a la falta de capacidad ejecutoria de Guaidó y los miembros del Parlamento, pero hay acciones internacionales que de llevarse a cabo afectarían muy seriamente su gobierno, como el escalamiento de las sanciones petroleras”. Sobre el régimen chavista y los miembros de su cúpula ya pesan una serie de castigos impuestos por la Casa Blanca desde 2017.