La arrolladora victoria del joven empresario de la publicidad Nayib Bukele en la elección presidencial del pasado domingo en El Salvador constituye un giro político trascendental en la historia reciente del país centroamericano: por primera vez en la historia del pequeño país centroamericano llega a la presidencia alguien ajeno a la Fuerza Armada y a los partidos tradicionales. Bukele emergió en estas elecciones como un fenómeno antipartidos y antisistema, enarbolando una bandera de reivindicación social contra la corrupción y la inutilidad mostrada por los sucesivos Ejecutivos que han estado en el poder en los últimos 27 años.
“Estamos ante la presencia del agotamiento de un sistema de partidos que duró casi tres décadas en las que se turnaron el gobierno: la proempresarial Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que estuvo 20 años, y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que estuvo diez. Eso se terminó el domingo”, dice a EL PAÍS Roberto Cañas, antiguo jefe guerrillero y uno de los firmantes de los acuerdos que pusieron fin a la guerra civil salvadoreña (1980-1992).
“En el fondo hay una profunda decepción, un profundo malestar contra los dos partidos, que no respondieron en solventar las grandes necesidades de la población en un país donde hay una epidemia de criminalidad. Tampoco hicieron algo para que tengamos un mínimo de justicia social y disminución de la desigualdad económica y social”, agrega el exguerrillero y académico.
Internamente, el todavía gobernante FMLN se augura una grave tensión que podría terminar en una ruptura y, a la larga, derivar en su irrelevancia en la escena política, tal como le ha sucedido al Partido Demócrata Cristiano (PDC), otrora un poderoso conglomerado que durante la guerra civil estuvo en el Gobierno y llegó a tener lo que se conoció como “aplanadora verde” —por los colores de su bandera—, cuando dominó el Parlamento. Irónicamente hay quien estima que la exguerrilla podría transformarse en un partido bonsái.
Tras la debacle electoral, las críticas internas en la vieja formación guerrillera no han tardado en florecer. Otto Hernández, un militante del FMLN, señaló rabioso en su página de Facebook que señalará a los que vio “traicionar al pueblo” cobijándose “bajo las direcciones y amiguitos del partido”.
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La esperanza secuestrada
“La idea de la esperanza, del cambio, ha sido una profunda decepción”, asegura Cañas, para quien a pesar de las promesas no hubo cambios importantes en el modelo económico. “El FMLN estuvo 10 años, pero fue una década perdida por el fracaso de los programas sociales, que fueron asistencialistas, y el nulo combate a la impunidad”, añade.
“De los crímenes que se cometieron en la guerra no hubo justicia ni verdad”, agrega en referencia a destacados símbolos del pasado. “Ni siquiera le cambiaron de nombre a la Tercera Brigada de Infantería Domingo Monterrosa, el coronel que cometió la masacre de campesinos en Latinoamérica, en el Mozote, al norte de Morazán, donde 1.000 personas fueron asesinadas, la mitad de ellos menores de edad”, completa Cañas como ejemplo de indiferencia hacia banderas que tradicionalmente habían acompañado la lucha de la formación en contra de las dictaduras militares del siglo pasado.
Otro de los agravios que más ha pagado en las urnas los partidos tradicionales que han gobernado el país en los últimos años tienen que ver con la corrupción, menciona el exlíder guerrillero. “La hubo, y en grande, en todos los Gobiernos en esta última década. A Elías Antonio Saca —de Arena— (2004-2009) lo han condenado por el robo y lavado de dinero por un monto de 300 millones de dólares y a Mauricio Funes —del FMLN— (2009-2014), se le procesa en ausencia por varios delitos, entre ellos también robo y lavado de dineros públicos por un monto de 350 millones de dólares”.
Paradójicamente el eslogan de campaña del FMLN en la campaña de 2009 —de la que Funes salió victorioso— fue Nace la esperanza, viene el cambio. Para Cañas, sin embargo, el llamado a realizar el cambio fue un secuestro de la esperanza. De hecho, uno de los mensajes dirigidos a Bukele que más se escuchó tras su victoria electoral fue “no nos defraudes”. El ya presidente electo, en su primer discurso tras el triunfo electoral, prometió rescatar la esperanza.
Fuente elpais.com