Por José Castellanos
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Comienzo diciendo que todo el mundo sabe qué es un recurso.
Todos han escuchado hablar de “personas de pocos recursos”, y todos han entendido.
Así que sigamos. Un médico, hablando con un paciente de “diagnóstico reservado” es decir un padecimiento para el cual ese científico no cuenta con muchos recursos, le pregunta: ¿usted cree en Dios?.
Ese médico, creyente o no, sabe que Dios es un recurso.
Voy a poner un ejemplo: en el paredón de fusilamiento, cuando a uno lo llevan al famoso foso de La Cabaña, y ya está convencido que no puede escaparse: ya amarrado y custodiado por muchos matones, Dios es un recurso.
Todos hemos oído hablar de los cristianos que morían al grito de VIVA CRISTO REY. Esbeltos, varoniles, enteros.
Nos contó en una homilía el Padre Villaronga (espero usted haya tenido la suerte de haberlo tratado) lo que un compañero cura que confesaba los condenados a muerte en La Cabaña a él le contó.
Este oficial del Ejército, después de confesar sus pecados, le dice y le pide ayuda para su problema: él teme no portarse todo lo entero que él desea portarse ante el pelotón de fusilamiento. Y parece que el cura le dió la fórmula maestra. El oficial muy bien plantado recibió los mortales disparos del pelotón. Y, muerto ya, fué notable que su cuerpo tardó algo en desplomarse.
Déjeme decirle que Dios no es solamente un recurso para una muerte con dignidad. O un recurso para morir con esperanza.
No solamente lo anterior. Dios es un recurso aprovechable en todo momento. Dios está aquí a mi lado, ahora, Está en el aire que respiro. En la vida que me rodea.
A diario oímos mencionar a Dios con relación a la
vida después de la Muerte y con relación a la Salvación del alma.
Sobre esto quiero explicar algo que que me han contado dijo San Agustín y que me parece muy útil filosofía.
Dice San Agustín que se dice que si una persona confiesa arrepentida sus pecados y luego muere, que va al cielo.
Según yo entiendo, el Obispo de Nipona no estaba muy seguro de eso.
El dice que si una persona capta que no está haciendo lo correcto, se arrepiente de su mal comportamiento… y persevera en su conversión a una vida cristiana, él dice que en este caso sí asegura que usted llega al Cielo. ¿Como explicar esta conversión? Lo importante de ella es la permanencia, la per se ve ran cia en la compasión, en la pureza, en el perdón. Podríamos agregar, aunque en lo mencionado anteriormente esta práctica ya se supone incluida, la solidaridad con el prójimo. Aquello de montar al herido en nuestra propia cabalgadura.
Yo tengo ahora una confusión o una aproximación a la herejía.
Yo pienso que un converso que persevera en una conducta
virtuosa ha comenzado a vivir en una suerte de Cielo intimo o algo muy cerca de esto.
Es posible que yo interprete incorrectamente aquello de “el Reino de los Cielos dentro de vosotros está” Y aquello otro de
“Tendrán cien veces más y la Vida Eterna.”
un abrazo,
Tiberio