Por Lic. Julio E. Diaz Sosa
El discurso del presidente parecía más que un discurso de rendición de cuentas un discurso de proselitismo político y de un presidente con pretensiones continuistas. El presidente realizó un discurso sofista, lleno de falacias que no corresponde en lo más mínimo con la realidad que están viviendo millones de dominicanos día a día.
El presidente Danilo Medina dijo que durante su gestión que inició el 16 de agosto de 2012 a la fecha; más de un millón y medio de dominicanos han salido de la pobreza. Según datos ofrecidos por el presidente la pobreza se redujo de 39.7% de la población en agosto de 2012 a un 23% al cierre del 2018.
De acuerdo con el economista indio, Premio Nobel de Economía en 1998 Amartya Sen, la verdadera reducción de la pobreza ocurre cuando se reduce la pobreza multidimensional. El profesor Sen fue el creador del índice que mide la pobreza multidimensional.
Los parámetros utilizados para medir la pobreza multidimensional son los siguientes: Educación (incluye años de escolarización, niños escolarizados), asistencia sanitaria (incluye mortalidad infantil, nutrición) y bienestar social (electricidad, saneamiento, agua potable, suelo, combustible de hogar y bienes). Si una persona no tiene acceso al menos a un 30% de estos indicadores se le considera pobre.
Midiendo la pobreza por este índice de acuerdo con el índice de medición de pobreza multidimensional de la Universidad de Oxford, es de 43.38%.
Recientemente, el economista dominicano Miguel Ceara Hatton, publicó un interesantísimo trabajo titulado El fracaso de un modelo: crecimiento sin bienestar en perspectiva del desarrollo humano (1990-2017) en la República Dominicana.
En esta investigación Ceara Hatton señala como la República Dominicana ha seguido esa tendencia mundial en cuanto a mejoría del índice de desarrollo humano y entre las relaciones de los índices de ingreso y el combinado de salud y educación. Sin embargo, registra una relación inversa cuando se comparan las posiciones que registra el país a nivel mundial del índice de ingreso y el combinado de salud y educación.
Según Ceara Hatton esto indica que la Republica Dominicana ha desaprovechado oportunidades para mejorar la calidad de vida con los recursos disponibles y otros países en el mundo con igual o menos recursos lo han aprovechado más.Este resultado coloca a la República Dominicana en el décimo país en mundo (de 139) que menos ha aprovechado los recursos para mejorar la salud y educación y tercero (de 26) en América Latina y el Caribe.
En ese mismo estudio Ceara Hatton indica que: “La República Dominicana fue el décimo octavo (18) país del mundo de más crecimiento del ingreso nacional bruto real per cápita y el segundo de América Latina y el Caribe entre 1990 y 2017, y ese crecimiento se ha producido en el marco de una baja volatilidad. Sin embargo, es el décimo país del mundo que más ha desaprovechado el crecimiento económico para mejorar la calidad de vida de la gente y el tercero en América Latina y el Caribe”.
Estas informaciones suministradas por el destacado economista Ceara Hatton va en consonancia con el aumento de la pobreza multidimensional que ha experimentado la República Dominicana, por la falta de acceso a la educación y a la salud de calidad. Por otra parte, esa movilidad social que reseña el presidente Medina no corresponde con la realidad, ya que un informe del Banco Mundial del año 2013 dice que entre el 2000-2013, la movilidad social en el país fue tan sólo de un 2% de la población; con esa escalofriante cifra es muy difícil acceder a la clase media.
De igual manera, el desempleo sigue siendo una retranca para el desarrollo del país. De acuerdo con datos del CREES el desempleo en el país se encuentra en 14.5% y lleva años alrededor de esa cifra. A pesar de que el presidente Medina habla de la creación de 770,00 mil empleos desde su asunción al poder en agosto del 2012, esa cantidad de empleos es ínfima en comparación con la cantidad de personas que cada año ingresan al mercado laboral que es del alrededor de 130 mil personas.
Esa misma institución en un informe que elaboró en 2013, señala que la informalidad en la economía dominicana alcanza el 56%. Otra variable que desmonta esa realidad es el salario real, que de acuerdo con cifras del mismo Banco Central está en el mismo nivel que el año 1991. Desde el 2004 el mismo ha caído en un 27%.
La Tesorería de Seguridad Social en su informe del año 2018, dice que el 81% de la población que cotiza gana menos de RD$ 25,000.00 al mes. En el año 2012 el Ministerio de Trabajo dijo que el 85% de la población dominicana gana menos de la cifra anteriormente señalada.
Según cifras del Banco Central de la República Dominicana, en promedio la canasta básica (incluye todos los quintiles) es de RD$ 27, 968.32. Una cifra que se le hace imposible a los dominicanos alcanzar, cuando en las grandes empresas cerca del 40% de los empleados ganan el salario mínimo más alto de RD$ 12, 873.00. En las medianas el 61% gana el mínimo más alto para ese tipo de empresas que es de RD$ 8,850.00 y en las pequeñas el 80% gana el mínimo de RD$ 7, 843.00; las empresas pequeñas generan el 50% de los empleos formales que se generan en el país.
De acuerdo con estudio realizado por la Fundación Juan Bosch y del Instituto Sindical de Cooperación Sindical, señala que el 60% de los ingresos trabajadores, incluyendo aquellos que trabajan por cuenta propia, no les alcanza para cubrir la canasta básica para el quintil más pobre, y el 80% gana por debajo de la canasta media.
Ese mismo estudio indica que el 48% de los dominicanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza de acuerdo con las métricas oficiales, con un salario de alrededor de RD$ 4, 600.00, excluyendo las remesas y las transferencias condicionadas.
Colocando esta realidad en perspectiva, vemos que alguien miente aquí, porque sin un incremento del empleo, ni del salario real y ni una reducción significativa de la canasta básica, no puede haber movilidad social, y por ende una reducción de la pobreza, y como resultado un crecimiento de la clase media. Queda demostrado que una vez más el gobierno de Danilo Medina le miente al país de una bonanza económica que no existe en números y que no perciben la mayoría de los dominicanos.
Durante su alocución ante la Asamblea Nacional, el presidente Medina hizo mención del crecimiento económico sin parangón que experimentó la República Dominicana en el año 2018, que fue de 7%. Sin embargo, el sector que aportó más a ese crecimiento real del PIB fue el de Comunicaciones con un 12.3%. Vale la pena acotar que el impacto del valor agregado del PIB es de apenas un 1%, y es un sector que genera pocos empleos formales. Es una de las tantas razones por las cuales el pueblo dominicano no siente el llamado “crecimiento económico.”
En otro tenor, el presidente Danilo Medina hizo mención de la “Revolución educativa” que ha realizado su gobierno en el área educativa con la implementación del 4% del PIB para este sector. Esta ha sido una falacia y sus ejecuciones presupuestarias en esta materia se han hecho con poca transparencia. Por ejemplo, de cada 100 pesos del presupuesto de educación, el Ministerio sólo destina 1.30 para la capacitación de maestros, es por esa razón que el país no va a mejorar del lugar 146 de 148 países en calidad de educación si continúa esa tendencia.
En otro tenor, 18% del presupuesto de educación se destina a la construcción de escuelas, lo cual vemos muy bien, pero el gobierno debe manejar con más transparencia la ejecución del presupuesto para la construcción de esas escuelas. Por ejemplo, las 9 escuelas que inauguró el presidente Medina en Azua en agosto de 2015, el gobierno dijo que gastó 524 millones de pesos en la construcción de dichas escuelas, pero en realidad solo gastó 324 millones de acuerdo con las cubicaciones de los años 2013, 2014 y 2015. La inversión en educación se ha ido en la corrupción rampante que arropa a este gobierno.
Un tema que el presidente obvió totalmente de su discurso de rendición de cuentas fue sobre la salubridad de las finanzas públicas, y la consolidación fiscal que recomendó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su última visita al país para resolver el problema fiscal del Gobierno. La consolidación fiscal no existe en el manejo de las finanzas públicas por parte del Gobierno de Danilo Medina. En el presupuesto aprobado por el Congreso el déficit fiscal se mantiene por tres años más.
El déficit fiscal del gobierno a septiembre de 2018 fue de un 2.3% del PIB, unos RD$105,000 millones, en el 2019 se proyecta en RD$76,000 millones, y las aplicaciones financieras en RD$156,000 millones, por lo que el Gobierno tendrá que buscar RD$232,000 millones prestados, básicamente con emisiones de bonos externos e internos. En otras palabras, estas proyecciones marcarían un desorden fiscal sin precedentes, ya que marcaría exactamente 12 años desde la última vez que el país tuvo un superávit fiscal desde el 2007.
Y el Gobierno de Danilo Medina faltó a su palabra de que para el año 2017, el Gobierno central tendría un superávit fiscal; estamos ante un modelo económico basado en el endeudamiento y el despilfarro.
El gobierno de Danilo Medina y el PLD han cacareado por poco más de 14 años de gobiernos consecutivos una supuesta estabilidad macroeconómica sin precedentes en la historia del país, con un crecimiento económico sin comparación en el mundo, que sólo era equivalente al de la economía china.
Pero la triste realidad es otra, ese supuesto crecimiento económico que ha exhibido el país ha sido sobre la base de un endeudamiento indiscriminado, el gobierno toma prestado para cubrir déficits del sector público consolidado que incluye al sector eléctrico y el Banco Central, que en la actualidad alcanza un 5% del PIB según el FMI, para financiar el presupuesto general de la nación, a través de una carrera alocada de emisiones de bonos por parte del Banco Central y Hacienda.
Tras el retorno a la primera magistratura del Dr. Leonel Fernández el 16 de agosto de 2004, la deuda del Banco Central era de 89, 434 millones de pesos, la deuda del Banco Central cerró el año 2004 en 4,514 millones de dólares, ese incremento sustancial se debió a que el Banco Central bajo la nueva administración aumentó la colocación de certificados de inversión a través de operaciones de mercado abierto, para apreciar el tipo de cambio nominal, y así lograr disminuir la presión inflacionaria.
El 16 de agosto de 2004, el tipo de cambio nominal era de 42.50 pesos por dólar y ya para noviembre de 2004 el tipo de cambio nominal se cotizaba a 28 pesos por dólar. Esta política monetaria restrictiva de revalorización del tipo de cambio nominal creó serias dificultades a los sectores exportadores y generadores de divisas como son el sector turismo y Zonas Francas, ya que el salario mínimo en esos sectores aumentó de forma desproporcionada en términos reales, y el tipo de cambio estaba sobrevaluado y por debajo del nivel paridad.
El tipo de cambio nominal de 28 pesos por dólar de noviembre de 2004 estaba por muy debajo del precio compatible con el poder adquisitivo interno manteniendo la paridad del 2002, que era de 34 pesos por dólar. Y el tipo de cambio nominal que compensaba el aumento de salario nominal del sector exportador era 32 pesos por dólar. Esto trajo como consecuencia una pérdida de miles de empleos en los sectores de Zona Franca y turismo.
Esta política monetaria de sobrevaluación del tipo de cambio nominal ha sido nefasta para las exportaciones, que luego de la crisis financiera del 2003 y 2004, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos ha ido en aumento y las exportaciones del país se han quedado estancadas en términos nominales.
Por ejemplo, las exportaciones de la República Dominicana en el 2005 fueron de 5, 600 millones de dólares el mismo monto que en 2015. Esta política monetaria no sólo ha afectado al sector exportador, sino que les ha creado una fuerte presión a las finanzas públicas por la creciente deuda del Banco Central a niveles alarmantes, ya para finales del año 2008 la deuda del Banco Central se situaba en 6,514 millones de dólares, y el Gobierno central tiene que destinar alrededor de RD$ 47,000 millones al año para capitalizar al Banco Central, que apenas alcanza para cubrir el déficit causi fiscal de dicha institución. Hoy dicha deuda asciende a poco más de 11 mil millones de dólares.
Esa es una de las principales razones por la cual la economía dominicana ha perdido competitividad en la última década debido que a consecuencia de esas medidas de política monetaria restrictivas adoptadas por el Banco Central nuestra moneda se ha sobrevaluado con respecto al dólar, es decir se ha apreciado de una manera artificial, lo que ha provocado una caída considerable de nuestro sector exportador, y nuestros sectores claves generadores de divisas como lo son las Zonas Francas y el turismo.
En otro tenor, el manejo de la deuda pública y los recurrentes déficits fiscales del Gobierno en los últimos años entran en franca contradicción con esta adopción de una política monetaria expansiva por parte del Banco Central. Una muestra de ello es lo siguiente: La República Dominicana necesita encontrar un modelo económico que garantice el crecimiento económico sostenido, y que este reproduzca un desarrollo humano inclusivo y de calidad.
En la actualidad, la República Dominicana crece en materia macroeconómica a un alto costo, ya que es un crecimiento económico basado en el despilfarro y en un fuerte endeudamiento público que ha hipotecado el futuro de las presentes y futuras generaciones de dominicanos. Un ejemplo de ello, son los niveles alarmantes de endeudamiento que han incurrido la República Dominicana en el nuevo milenio, en el año 2000 la deuda pública consolidada de la República Dominicana era de 4,460 millones de dólares y en febrero de 2018 alcanzó los 42,378 millones de dólares, para un incremento de un 850.17%.
Un crecimiento económico basado en el endeudamiento y en el gasto irresponsable no es un crecimiento real que a largo plazo podría costarle caro al país en cuanto a sus estabilidad económica y política. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional la deuda como porcentaje del PIB para finales de 2018 fue de 55%, es decir que cada 100 pesos que genera la economía deberán pagar 55 por sus compromisos financieros.
Sólo para el año 2018, el Gobierno tuvo que destinar 30% de los ingresos tributarios para el pago de los intereses de la deuda solamente sin incluir el capital, muy por encima del 18% de Grecia con una deuda del 175% del PIB en 2015 y del 3% de Japón que tiene una deuda como porcentaje del Producto Interno Bruto del 300%. En pocas palabras en la coyuntura actual la deuda dominicana es más volátil y riesgosa que la deuda japonesa y griega, ya que a fin de cuentas la deuda se paga con los ingresos tributarios no con el PIB.
Autor: Lic. Julio Eduardo Díaz Sosa (Economista y Financista)
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