Por Lic. Johnny Sanchez
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Rendir cuentas de lo que se hizo, con todo el dinero del presupuesto, estuvo bien,
y es deber del presidente hacerlo.
Lo que todos queríamos oír, era sobre el porvenir. Su plan del 2020.
¿Se postulará Danilo; se meterán presos los responsables de Tucanos, Odebrecht y cientos más de casos impunes, re enviados por justicia, a paso de tortuga?
¿Qué vemos los marcha verdes?
Una reflexión.
La acumulación de poder es un pasaporte directo a la corrupción.
Pero el poder no sólo corrompe, sino que hace que esa corrupción quede instalada en el poder mismo y haga imposible llevar adelante un buen gobierno.
En R.D. la advertencia milenaria de Lord Acton, no tiene seguidores. Él dijo: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Tampoco se ponen a pensar que cuando la corrupción queda instalada en el poder, es imposible llevar adelante un “buen gobierno” y todo termina en una catástrofe.
El poder es “dinero e impunidad”, decía el finado J.F. Peña Gómez, antes de su muerte.
El poder es tener la “caja de fondos para hacer política”, piensan nuestros aprendices de brujos
El poder es la fruición por disponer de inmensas sumas de dinero para hacer lo que nos dé la real gana.
Y aquí está precisamente el peligro y su enorme fragilidad.
Veamos cuáles son los mecanismos de acción psicológica y moral de ese poder.
El primer caso se refiere a un individuo que debe hacer sus compras en el supermercado con sus ingresos ensuales, honradamente ganados, y entonces ECONOMIZA.
Es evidente que él tiene un fuerte incentivo para hacerlo, esto es para ahorrar o reservar una parte del gasto ordinario tratando de conseguir el máximo valor posible por cada peso que gasta.
Por eso lleva un listado de lo que necesita y recorre las góndolas buscando el mejor precio para la mejor calidad.
En el segundo caso, cuando una persona debe hacer un gasto con su propio dinero en beneficio de otros,
AMARRETEA. De amarrar. Puede tratarse de un regalo de Navidad o de un obsequio para un cumpleaños.
Como se trata de su dinero, tiene el mismo incentivo para economizar, pero no para conseguir el máximo valor posible.
En las listas de casamientos, la persona tiende a regalar dinero efectivo para que los novios hagan con él lo que quieran, con lo cual los convierte en receptores de la categoría anterior.
En el tercer caso, se trata del gasto que una persona realiza con el dinero de otros, por ejemplo, el pago de una cena con invitados y con fondos de la empresa donde trabaja. Entonces, DESPILFARRA. Paga la comida de todos cargándola a la cuenta de gastos corporativos.
Aquí ya no tiene incentivos para economizar ni para conseguir que sus invitados disfruten de la comida a la que concedan más valor.
Si comen juntos, el individuo tiene un fuerte incentivo para satisfacer sus propios gustos pidiendo la comida más exótica posible o tomando el vino de alta gama que nunca tuvo ocasión de beber en su casa.
Esto lo hace, si fuera el caso, a costa de sus invitados.
En el cuarto caso, comete un DESFALCO, que es la sustracción o el uso indebido de dinero por quien tiene la obligación de custodiarlo o servirse de él para el bien común.
Ello sucede porque el origen del dinero es anónimo, es decir aportado por una masa de contribuyentes ignotos y su destino es entregar subsidios a otros individuos que pueden ser amigos o favorecedores.
En ambos casos, la persona considera que es injusto que otros se beneficien a costa de él sin que le reconozcan un porcentaje, puesto que los beneficiarios no han hecho ningún esfuerzo y tampoco comprende el sacrificio de los que proveyeron forzosamente el dinero.
Por lo cual se considera una especie de divina providencia o gestor de fondos gratuitos para regalar a quienes no tienen mérito alguno para recibirlo. Así, justifica su propia conducta y se queda con una tajada, que al principio es mínima y luego crece hasta formar una masa imponente.
Cuando el presidente y sus hombres de confianza pretenden acumular poder, comienzan por atribuirse facultades extraordinarias.
Luego se permiten administrar a discreción sin cargo de rendir cuentas, disponen de partidas presupuestarias a su antojo, reparten sin ton ni son dinero para obras públicas y otorgan subsidios arbitrarios movidos por afán político.
En todos esos casos incurren en el cuarto caso del cuadro antes mencionado e insensiblemente van cayendo en las redes de la corrupción, que los envuelve hasta quitarles toda capacidad de maniobra.
Esto sucede porque en la condición humana la codicia es más fuerte que el sentido del deber y entre los secuaces del poder la envidia juega un papel enorme.
Irremediablemente comienzan a ocultar su autoridad para no asumir responsabilidades y utilizan la enorme influencia que otorga el poder para ordenar lo que no se atreverían hacer por sí mismos.
Terminan por utilizar el poder para amparar y ocultar los actos de corrupción realizados en su entorno y allí pierden totalmente su autoridad moral.
Este proceso de degradación es independiente de toda ideología de centroderecha, de centroizquierda o de populismo.
El poder siempre corrompe y el poder absoluto siempre corrompe absolutamente.
Es hora de que alguien se lo advierta a nuestras autoridades antes de que sea demasiado tarde.
Quien pretenda acumular poder debe saber que irremediablemente terminará despedazado, es decir destruido, anonadado, deshecho y completamente arruinado.
Tema Catalina: El futuro gobierno con el problema de la luz enfrentará una situación similar a la de una familia o empresa que se consumió sus ahorros gastando por encima de sus ingresos y además se endeudó.
Será inevitable ajustar los gastos si, como le ocurre al gobierno dominicano, es imposible incrementar los ingresos. Para poder sostener un sistema con tarifas muy bajas, pagándose intereses y deudas a constructores del proyecto, hay pérdidas y más aún por disponer de un oneroso, injusto e insuficiente sistema de subsidios, que ha ido creciendo en forma geométrica, a lo largo de los años.
Quien lo regule, pierde el poder y los morados lo saben.