Por José Castellanos
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No sé si en otros años también, pero en este año el
Aniversario, el 17, ha caído en Semana Santa. Y que bién
me digo. Estos hombres, los que todavía viven y los que ya
no están, ofrecieron sus vidas por sus compatriotas esclavizados
y por la patria de ambos, de los de la Brigada y de los demás
cubanos.
No sugiero comparaciones religiosamente irrespetuosas con
el sacrificio redentor del Hijo de Dios en la Cruz, evento que celebramos en esta Semana Santa.
Pero estos hombres, voluntariamente afiliados a un grupo que
iba, que fué a enfrentar la muerte, merecen de mi parte un gran respeto.
No solo por su hombría de bien si no también por su generosidad.
Supongo yo, que ellos como cubanos y la gran mayoría de ellos
muy bien letrados, conocían lo que José Martí ofreció a Máximo Gómez
en Montecristi como probable premio a su sacrificio:”La posible ingratitud de los hombres”.
Cada año recordamos. Algunos la escriben para beneficio de los
más jóvenes, y de algunos distraídos, la historia de aquella heroica infantería sin apoyo aéreo y sin asistencia por el mar, fruto del disparate o traición de un presidente muy faldero y muy poco estadista.
Hubiera podido aquel buenmozo cambiar o evitar, desde entonces, la historia de estos días con cubanos, venezolanos y nicaragüenses pasando las de Caín. Sin que el Gobierno Americano pueda hacer mucho por ellos (“aunque todas las opciones están sobre la mesa”) pues poca cosa puede, en este caso, un Presidente, primordialmente empeñado en defender las fronteras del país de una avalancha no deseada de inmigrantes sin papeles y sin oficios. Sin el Congreso. La Cámara en contra y un poquito en contra también el Senado y con la prensa y la TV en su gran mayoría cómplice de los enemigos internos y foráneos de esta nación.
Un abrazo,
Tiberio
