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Internacionales

La fuerte lucha por el control del ejército en Venezuela

Parte de los militares que se unieron a Guaido en la lucha por la libertad

Con cintas azules atadas en el brazo, un grupo reducido de militares se presentó con Leopoldo López y Juan Guaidó, reconocido por más de 50 países como presidente interino de Venezuela, cerca de la base aérea de La Carlota, en Caracas, para ignorar la legitimidad de Nicolás Maduro y abrir paso a la llamada Operación Libertad, la hoja de ruta de la oposición para destronar al chavismo del poder.

La insubordinación fue encabezada por los tenientes coroneles Ilich Sánchez Farías, jefe de custodia del Palacio Federal Legislativo, y Rafael Pablo Soto Manzanares, comandante del Destacamento 432 de la Guardia Nacional, que acompañaron a los dirigentes políticos en las protestas antigubernamentales del martes. Fue un gesto simbólico de unos soldados que evidenció el descontento en las filas castrenses y que tenía como objetivo alentar a las tropas a desobedecer las órdenes del sucesor de Hugo Chávez, pero no hubo rastro de fractura en los uniformados, indispensable en un auténtico golpe de Estado.

El alto mando exhibió su lealtad al régimen, aunque su fidelidad fue cuestionada por John Bolton, asesor de seguridad de la Casa Blanca, al afirmar que Iván Hernández Dala, comandante de la Guardia de Honor Presidencial, y Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, negociaron la salida de Maduro.

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Los guardias recrudecieron la represión y no se apiadaron de los manifestantes. El caos se apoderó del este de Caracas el martes cuando una tanqueta de la Guardia Nacional atropelló a varios jóvenes en la protesta y decenas de soldados se enfrentaron a los opositores. Fue una jornada que dejó 60 personas heridas en la capital, entre ellas cinco oficiales.

El paradero de Sánchez Farías y Soto Manzanares sigue siendo una incógnita este miércoles, aunque unos 25 soldados de baja graduación pidieron asilo en la Embajada de Brasil para protegerse de las represalias. Yonathan Mustiola, abogado y director de la ONG Justicia Venezolana, considera que las deserciones y las fugas debilitan a Maduro, aunque resalta que muchos se abstienen por temor a los castigos del régimen. “Los efectivos se piensan dos veces separarse de la FANB [Fuerza Armada Nacional Bolivariana], especialmente por las torturas. Los funcionarios de contrainteligencia suelen ser maquiavélicos con los disidentes”, explica. Su organización registra un aumento de las detenciones de militares por motivos políticos desde 2017.

La aparición de Guaidó en la escena política abrió una posibilidad para los descontentos. El líder, nieto de dos oficiales, prometió conceder una amnistía a los que se desvincularan de la revolución bolivariana. La propuesta, aunada a la crisis económica, empujó a más de mil militares a abandonar la FANB desde febrero. Pero las fugas no son suficientes para resquebrajar al alto mando.