Las luces se encendieron y Don Francisco entró, por última vez, a presentar Sábado Gigante.
You can never start and end icks.org cialis 40 mg sex in a minute, you should enjoy it and get fully satisfied. It seemed at one point in time that generic cialis sales only men seemed to matter to both the researchers, and society as a whole. The patients who get the gamma knife surgery done have a lot of scope to live further than six months of viagra sale without prescription time. In some rare cases, however http://icks.org/n/data/ijks/2010-0.pdf buy viagra may be associated with musculoskeletal discomfort and dysfunction in some people.
Los finales traen, casi siempre, una mezcla inevitable de tristeza y alegría que hay en un adiós. Tristeza por el fin, alegría por el camino recorrido. Cosas de la nostalgia.
A Mario Kreutzberger, o como todos lo conocen, Don Francisco, se le notaba emocionado desde que el reloj marcó las 8:00 p.m. del sábado. Había razones de sobra. Empezaba a animar el programa que marcaría el fin tras 53 años de acompañar a millones de espectadores.
Don Francisco dio las buenas noches y sus ojos mostraban unas lágrimas que no bajarían porque de principio a fin del programa mantuvo la compostura. “Y gracias a la vida”, expuso, anclándose a la icónica canción Gracias a la vida de Violeta Parra con la que minutos antes el programa abrió.
Rápidamente, Don Francisco invocó a Chile, su país, por las Fiestas Patrias pero también por el terremoto del miércoles.
“Con este aplauso, ¡arriba Chile!”, expresó para continuar sus saludos y agradecimientos a la audiencia, su equipo, su esposa con la que lleva los mismos 53 años del programa, sus hijos -entre ellos el mayor, al que como eco de su humor, dijo que parece su papá- y ocho de sus nueve nietos.
Entre los saludos grabados de la noche, el presidente Barack Obama y la primera dama Michelle Obama felicitaron a Don Francisco. Ambos recordaron el lugar del programa en las salas de tantos hogares como ícono de la vida cultural a lo largo de las décadas. “You will be missed”, le dijo Michelle Obama.
Unos minutos antes, el tras bastidores se movía con urgencia, entre “La Cuatro” caminando de un lado a otro, técnicos apoyados de cámaras y cables, y la mezcla de olores que producen los perfumes, los maquillajes y el sudor de la acción.
Sábado Gigante es el programa de variedades de mayor audiencia de Univision y su impacto mediático y cultural se ha validado al romper récords de duración en la historia de la televisión como lo certificó Guinness World Records. Pero es en las casas de tantos hispanos que Don Francisco ha echado raíces y donde, a partir de hoy, queda una suerte de vacío como el que se queda cuando alguien cercano se va.
Durante años, visitar a mis abuelos un sábado en la noche significaba sentarnos a ver a Don Francisco. Él era uno más en esa pequeña sala donde me sentaba a reírme con “La Cuatro” -interpretada por Gloria Benavides- o “El Chacal de la Trompeta”, o mejor aún, a escuchar a mi abuelo lanzar carcajadas poderosas.
Para mi abuela, Don Francisco continúa siendo ese señor simpático al que ve como un amigo que no ha tenido el placer de conocer. Para mi abuelo -que ya no está así como a partir de hoy Sábado Gigante ya no estará en el televisor grande de la sala de ellos- el programa simbolizaba tres horas de risas, historias, chistes, música, concursos y el entretenimiento con el que teníamos más motivos para conversar.
Mi abuelo y yo apostábamos respuestas, imaginando que estábamos allí por ganarnos un auto, o hablábamos de los lugares a los que Don Francisco iba con “La cámara viajera”. Estar con mis abuelos, un sábado en la noche, era también estar con Don Francisco.
Esa historia tiene muchas versiones similares a través de otros tantos hogares. Desde su estreno en el Canal 13 de Chile, en 1962, hasta su producción desde 1986 en Univision, Sábado Gigante le apostó a reformular el programa de variedades entre humor, concursos de artistas aficionados, juegos, entrevistas, encuentros entre familiares, y la presentación de distintos cantantes que han formado parte de la banda sonora de muchos e historias de interés humano.
Don Francisco empleó una caja para sellar la despedida de Sábado Gigante. Contó que cuando el programa cumplió 40 años, guardó en una caja objetos clave como un libreto, las servilletas y el menú de la celebración de aquella noche. Don Francisco contó que tapó esa caja y la reabrió cuando Sábado Gigante alcanzó sus cinco décadas. En la conclusión del programa, le puso una cinta a esa caja para simbolizar el cierre pero también “el regalo” que ha sido conducir el programa más longevo de la televisión.
“¡Sábado Gigante, buenas noches, hasta siempre!”, pronunció Don Francisco al despedirse. A su salida del estudio, saludó a su audiencia mientras sonaba una canción que Gloria y Emilio Estefan prepararon para marcar el fin del programa. Un autobús se lo llevó y desde el escalón dijo adiós con la mano a los millones de televidentes que lo han acompañado desde el inicio de Sábado Gigante.