Por Julio E. Diaz Sosa
El pasado lunes 24 de junio de 2019, el precandidato presidencial demócrata Bernie Sanders anunció un plan para eliminar de una vez y por todas, la pesada deuda estudiantil que afecta a poco más de 45 millones de estadounidenses, que totaliza la astronómica suma de 1.6 trillones de dólares.
Muchos analistas que pertenecen al espectro ideológico de la derecha han tildado de una locura dicha iniciativa. Sin embargo, investigaciones recientes muestran una realidad diametralmente opuesta a lo que plantean algunos actores políticos, que se venden como campeones de la “libertad económica.”
De acuerdo con un estudio realizado por el Levy Economics Institute de Bard College, indica que eliminar o reducir la deuda estudiantil va a incrementar el gasto de los consumidores, expandir la obtención de vivienda que se encuentra en estos momentos en un 64%, su nivel más bajo desde 1965. Por otra parte, traerá consigo una reducción del desempleo, por el efecto multiplicador que esta medida tendrá en la economía, ya que el 70% de la economía de los Estados Unidos depende del consumo. Y la marginalidad propensa al consumo de la clase media es de 0.7, es decir que de cada 1 dólar que perciben gastan 70 centavos.
A diferencia de aquellos estadounidenses que se encuentran en el 1% más rico de la población, donde su marginalidad propensa al consumo es de 0.2, es decir que de cada dólar que perciben, sólo gastan 20 centavos. Por tal razón, los efectos de esta medida serán persistentes en la economía, muy por el contrario, a la reforma tributaria del presidente Trump en el 2017, cuyos beneficios fue dirigido mayoritariamente al 1% de la población más rica, ya se está desvaneciendo.
Los principales argumentos que esgrimen aquellos que se oponen a la eliminación de la deuda estudiantil por parte del senador Bernie Sanders, es que cancelar la deuda estudiantil sería algo injusto para las familias que pagaron sus prestamos estudiantiles a tiempo, y que a menudo hicieron sacrificios sobrehumanos, y ahora tiene que sentarse a observar como otros reciben un borrón y cuenta nueva. Sin embargo, con este tipo de argumentos tan débiles, hubiese sido difícil realizar reformas sociales como el Seguro Social o Medicare.
Otro argumento que esgrimen esos grupos que se oponen a este plan, es que un programa de esta magnitud sería algo regresivo, porque beneficiará a los más ricos que a la clase trabajadora. Es cierto que los estudiantes más acaudalados que tomaron prestamos estudiantiles tienden a tener una deuda estudiantil más alta en términos absolutos. Sin embargo, es una cifra superficial de ver, ya que lo más importante para entender el problema es la carga de la deuda, no el balance.
Ya que el repago de esta como proporción de los ingresos, es mayor entre los estudiantes de bajos ingresos, en pocas palabras, estos estudiantes están sobrecargados, y un alivio o condonación de esa deuda sería algo claramente progresivo.
De acuerdo con un estudio realizado por la Reserva Federal en el año 2014, indica que la deuda estudiantil promedio como porcentaje del ingreso promedio había aumentado a casi un 60% en el 2013 de alrededor de un 25% en 1995. Mientras, que para el 5% de la población más rica, el porcentaje se mantuvo aproximadamente estable en alrededor del 8%. Las cargas más altas de la deuda estudiantil total son asumidas por los estudiantes procedentes de las minorías étnicas, especialmente: latinos y afrodescendientes.
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De acuerdo con la encuesta realizada por Bard College, la mayoría de los estudiantes que acceden a prestamos estudiantiles provienen de hogares donde son los primeros en asistir a la universidad o sus padres no tienen ninguna vinculación con el procedimiento de cómo funciona la obtención de estos financiamientos estudiantiles. Por dicha razón, es más probable que opten por la educación superior pública, que ha sido sistemáticamente privada del apoyo estatal, y por lo tanto, se ha vuelto más cara para los estudiantes con el pasar del tiempo.
El mismo estudio indica que los estudiantes que provienen de las minorías asumen más deudas y tienen más problemas para pagarlas. Para ellos, los préstamos para la universidad tienden a ampliar las disparidades raciales en los mercados de crédito y empleo, produciendo una menor riqueza familiar.
La crisis de la deuda estudiantil, en otras palabras, es tanto un artefacto como un contribuyente a la desigualdad económica en los Estados Unidos. Lo que es peor, una alta carga de la deuda estudiantil hace que esos estudiantes sean mucho más vulnerables a los efectos de una recesión económica.
Ese mismo estudio estima que la cancelación de la deuda estudiantil, podría agregar hasta 108 mil millones de dólares al año al crecimiento económico, y tendría una base amplia, en oposición a las ventajas limitadas que ofrece la reducción de impuestos como la reforma tributaria de 2017. Para resumir, la cancelación de la deuda estudiantil podría generar efectos de estímulo sustanciales, mientras se mejoran las condiciones financieras de los hogares.
Sin dudas, esta iniciativa del precandidato presidencial Bernie Sanders elimina de plano uno de los principales catalizadores que podrían provocar una crisis financiera sin precedentes en los Estados Unidos, y a su vez, garantizaría el crecimiento económico sostenido de la economía estadounidense por las próxima tres décadas, y de paso elimina un nicho de desigualdad económica para las presentes y futuras generaciones.
Julio E. Diaz Sosa
Bachelor of Science in Economics and Finance
Rochester Institute of Technology ’11
Master of Science in Applied Economics
Johns Hopkins University ’15