Por Nelson Encarnación
Las últimas 48, a partir del discurso del presidente Danilo Medina el lunes en la noche, la tendencia analítica de nuestro momento político ha girado en torno a lo que será el devenir inmediato del Partido de la Liberación Dominicana, fundamentalmente sobre el factor Leonel Fernández.
Despejada la incógnita sobre la eventual reforma constitucional es lógico que el foco de atención se dirija al otro polo de la realidad peledeísta, lo que hace visible la salida de un túnel para ingresar en otro por igual a oscuras. En otras palabras, la complejidad del PLD simplemente cambió de escenario con los mismos actores y quizá con un ajuste del guión.
El jefe del Estado, al desistir del espinoso camino de la reforma, puso el balón en una cancha ligeramente más controlable por él, pero sólo ligeramente.
Esto así, en razón de que no representa ninguna garantía de éxito el endoso de sus simpatías a competidores por la candidatura presidencial que un año después de salir al ruedo, no marcan, todos juntos, el 15% en las encuestas. Así las cosas, y aunque fuese su intención para ofertar “sangre nueva” al electorado, el riesgo de un fiasco anda por niveles muy elevados.
Por consiguiente, es previsible que apaciguados los ánimos, el partido oficialista se encamine a la consolidación de una oferta electoral competitiva y con elevadas posibilidades de ganar el próximo mayo.
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Si bien es cierto que en su discurso el presidente Medina no disimuló su contrariedad por el nivel de la crispación—en algunas ocasiones transmitió encono y hasta frustración—, no lo es menos que el espíritu de cuerpo ha sido fundamental para los reiterados éxitos electorales del PLD.
El nivel de la confrontación no difiere en mucho de otras anteriores, quizá con la única excepción de las movilizaciones populares frente al Congreso Nacional para obstaculizar una reforma que, aparentemente, nunca fue planteada con seriedad sino como un elemento táctico para nuclear adhesiones.
En 2007 Danilo proclamó que en la lucha por la candidatura para 2008 le había vencido el Estado, una denuncia fuerte contra su propio compañero, puesto que le endilgaba haber utilizado recursos públicos para torcer voluntades internas e impedirle ganar la contienda.
Sin embargo, pasado el proceso y escogido Leonel para la reelección, el espíritu de cuerpo se impuso a los enconos, lo mismo que en 2012 a pesar del laborantismo de los “ingenieros constitucionalistas” y pese a que muchos apostaban a que Leonel no apoyaría a Danilo debido a aquel enfrentamiento.
Concluyo en que el PLD no puede ser analizado a partir de parámetros que son útiles para otras organizaciones, sino que se le debe mirar desde una perspectiva casi exclusiva.