Por Lic. Julio Eduardo Diaz
Sé que a muchos de mis amables lectores les parecerá una nota poco discordante el título de este artículo, ya que seria una mezcla de peras con manzanas a la hora de analizar el escenario político-electoral de la República Dominicana de cara a los comicios presidenciales de mayo de 2020.
Una de las materias que más me apasionaron cuando era estudiante de grado y postgrado en la carrera de Economía, fue la Teoría de juegos aplicada a la economía. Lo que realmente me apasionó fue la utilización de modelos matemáticos que tratan de explicar la interacción entre individuos que son racionales a la hora de tomar decisiones. Originalmente, abordó los juegos de suma cero, en los que las ganancias o pérdidas de cada participante se equilibran exactamente con las de los otros participantes.
Sin embargo, la aplicación de la teoría de juegos moderna se aplica en todas las ciencias sociales (incluyendo la política), y en otras áreas del saber como las ciencias de la computación. En la teoría de juegos moderna, se inicia con la hipótesis de que existen equilibrios de estrategia mixta en los juegos de suma cero de dos personas, esto fue probado matemáticamente por John von Neumann. El teorema matemático utilizado por von Neumann fue el Teorema de punto fijo de Bertus Brouwer, el cual establece que para cualquier función continúa mapeando un conjunto convexo compacto consigo mismo, muestra que hay un punto. Un ejemplo sencillo para entender este teorema es que imaginemos por un minuto que tenemos un mapa de un país, y supongamos que ese mapa se presenta en una mesa dentro de ese país. Siempre habrá un punto “Usted está aquí” en el mapa que representa ese mismo punto en el país.
Otro matemático que hizo un aporte invaluable la teoría de juegos fue el premio Nobel de Economía en 1994 John Nash, cuando introdujo el Equilibrio Nash, que consiste en una solución propuesta de un juego que no incluye cooperación, que involucra a dos o más jugadores en el que se supone que cada jugador conoce las estrategias de equilibrio de los otros jugadores, y ningún jugador tiene nada que ganar cambiando sólo su propia estrategia.
Extrapolando la teoría de juegos a la situación política actual de la República Dominicana, nos arroja como resultado que Luis Abinader será el próximo presidente del país, partiendo de varios escenarios:
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1. Después de la alocución del presidente Danilo Medina, el pasado lunes 22 de julio, dejó claro que la situación interna del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es bien delicada, ya que hizo referencia a que una campaña de desinformación y descrédito para minar el apoyo popular a su Gobierno por parte de un sector minoritario a lo interno del PLD. También hizo referencia a que auspicia la incursión de un nuevo liderazgo a lo interno de su partido, que denominó “sangre nueva”. Este escenario muestra que en el partido oficialista aún las heridas generada por la reelección se mantienen abiertas de manera muy profundas. Con un partido dividido, es muy difícil que el PLD continúe dirigiendo los destinos nacionales más allá del 16 de agosto del 2020.
2. El sector político que dirige el presidente Danilo Medina, a través del ministro José Ramon Peralta dijo que el Danilismo impondrán su mayoría a lo interno del PLD en todos los niveles de elección: municipal, congresual y presidencial. Esto es una clara alusión que ese grupo utilizará todos los recursos que estén a su alcance, incluyendo el peso del Estado, para derrotar a Leonel Fernández en las primarias abiertas del próximo 6 de octubre. Si finalmente el Danilismo logra imponer un candidato a través del uso de los recursos del Estado, sería una especie de analogía de lo acontecido en el 2007, lo cual podría decretar de manera formal la división del PLD, y su eventual salida del poder en el 2020, ya que el sector de Leonel Fernández no apoyaría una candidatura impuesta bajo esas condiciones.
3. Leonel Fernández estratégicamente sería el mayor beneficiario de una derrota el PLD en el 2020: una derrota le permitiría recomponer sus fuerzas a lo interno del partido de cara al futuro, lo que erigiría como el líder indiscutible de esa organización política, fruto de la inhabilitación del presidente Danilo Medina, y este último cargaría con el peso de una posible derrota del PLD, algo que las bases no le perdonarían.
4. Si finalmente Leonel Fernández se alza con la candidatura presidencial del PLD, muchos piensan que podría haber una brecha para el entendimiento de las partes en pugna, ya que el sector Danilista condicionaría su apoyo si el grupo del expresidente Fernández accede a facilitar una posible reforma constitucional para habilitar al presidente Medina para el año 2024. Sin embargo, si partimos del Equilibrio Nash, pensando de forma estratégica, el Danilismo sabe que podría ser engañado en su buena fe ante la posibilidad de que la reforma no pase, y de pasar, serían anulados internamente debido a los desmanes que este grupo político le ha hecho al Leonelismo.
5. No importa quien gane las primarias a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el camino de la reconciliación entre ambas facciones es muy tortuoso, para no decir no imposible. Si Leonel Fernández gana las primarias, el Danilismo no lo apoyaría de forma monolítica, ya que ocurriría una división sutil a lo interno, debido a que el Danilismo sabe que desaparece como grupo político sin su líder en el escenario político nacional, y como consecuencia, harían un símil del escenario político del año 2000, donde Leonel Fernández no apoyó a Danilo Medina con vehemencia para mantener intactas sus fuerzas a lo interno del partido.
De ganar un delfín político del Danilismo las primarias, si Leonel Fernández lo apoya y este candidato gana las elecciones, las fuerzas políticas del Leonelismo se dispersarán porque las cuotas de poder a lo interno del partido estarán más fragmentadas, y después de 20 años de forma interrumpida en el poder, sería muy cuesta arriba para el PLD retener el control del poder ejecutivo más allá del 2024 debido al desgaste natural del ejercicio del poder, y por el deterioro de las condiciones materiales de la población fruto del fuerte endeudamiento que empezaran a pasar factura con más fuerza a partir del 2024.
Dado estos escenarios de distintas coyunturas políticas que podrían desencadenarse fruto de la lucha interna dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), aplicando el análisis estratégico racional que nos brinda la teoría de juegos, nos atrevemos a vaticinar que Luis Abinader será el próximo presidente de la Republica Dominicana, si mantiene cohesionado al Partido Revolucionario Moderno (PRM), después del proceso plebiscitario del próximo 6 de octubre, ya que el PRM es la única alternativa dentro de la oposición política del país con vocación de poder. ¡La suerte está echada! como dijo Julio César, después de cruzar el río Rubicón con sus legiones.