El Primer Tribunal Colegiado del Palacio de Justicia de La Vega condenó ayer a 10 años de prisión al sacerdote fray Miguel Bienvenido Florenzan Ulloa, tras haberlo declarado culpable de haber agredido sexualmente a Víctor Mañón cuando este era menor de edad y estudiaba en el Colegio agustiniano, de esta ciudad, donde el religioso era superior.
Las juezas rechazaron todas las demás solicitudes interpuestas por el Ministerio Público, asegurando que estos no habían podido demostrar la responsabilidad del religioso con acusaciones tales como violación sexual y acoso.
La lectura al fallo se dio en medio de mucha tensión de parte de familiares de la víctima y del religioso, así como feligreses que estuvieron en la audiencia.
El tribunal también condenó al religioso por la agresión sexual en perjuicio del estudiante del colegio Agustiniano de la ciudad al pago de una indemnización de RD$15 millones y al colegio por RD$5 millones.
Sin embargo, la defensa de Florenzán Ulloa advirtió que va a apelar esta sentencia y que demostrará en la corte la inocencia de su defendido.
Los abogados argumentaron que el delito más difícil de comprobar es la agresión sexual, única que fue aceptada por este tribunal.
La sentencia del juicio por pederastia contra Florenzán Ulloa se efectúa tras haberse conocido la acusación de violación sexual cuando tenía a su cargo la dirección del Colegio Agustiniano, en el año 2015.
El religioso deberá guardar prisión en la cárcel pública de La Vega. La lectura íntegra de la sentencia se efectuará el día 16 de diciembre de 2019.
Profesionales hablan sobre estos abusos
MedlinePlus, un servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, indica que el abuso sexual de menores es una forma de maltrato al menor. Incluye un amplio espectro de acciones entre un niño y un adulto, o con niños mayores. Con frecuencia, aunque no siempre, implica un contacto físico. Exhibir sus órganos genitales ante un niño o presionar a un niño a tener relaciones sexuales, es abuso sexual contra el menor. Utilizar niños en pornografía también es abuso sexual contra los menores.
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Conocen al niño de quien buscan
La mayoría de los abusadores conocen al niño de quien abusan. Pueden ser amistades de la familia, vecinos o cuidadores de niños. Casi una tercera parte de los abusadores tienen un parentesco con los niños. La mayoría de los abusadores son hombres. Si cree que un niño puede haber sufrido un abuso, es importante que lo denuncie.
El portal healthychildren.org dice que el abuso sexual es un tema difícil de tratar para la mayoría de las personas, y es particularmente difícil para los padres de hablar con sus niños. Sin embargo, aunque el tema es muy alarmante, el abuso sexual es muy grave, y desafortunadamente, un problema común que afecta a los niños y a las niñas.
Figura de autoridad
En la mayoría de los casos, la persona que abusa sexualmente de un niño es un adulto o un joven mayor que conoce a la víctima, y con frecuencia es una figura de autoridad que el niño conoce, le tiene confianza y quiere. El trasgresor frecuentemente usa coerción y manipulación, no la fuerza física, para atacar al niño.
No pueden hacerle frtente
No hay niño preparado sicológicamente para hacerle frente al estímulo sexual repetitivo. Aun los niños de dos o tres años que no pueden saber que la actividad sexual es incorrecta, desarrollarán problemas como resultado de su inhabilidad para hacerle frente a la sobre-estimulación.
El niño de cinco años o más que conoce y aprecia al que lo abusa se siente atrapado entre el afecto y la lealtad que siente hacia esa persona y la sensación de que las actividades sexuales son terriblemente malas.
Las amenazas
Si el niño trata de romper con las relaciones sexuales, el que lo abusa puede amenazarlo mediante la violencia o negándole su afecto. Cuando los abusos sexuales ocurren en la familia, el niño puede tenerle miedo a la ira, los celos o la vergu¨enza de otros miembros de la familia, o quizás puede temer que la familia se desintegre si se descubre el secreto.
Sin confianza
El niño que es víctima de abuso sexual prolongado, generalmente desarrolla una pérdida de autoestima, tiene la sensación de que no vale nada y adquiere una perspectiva anormal de la sexualidad. El niño puede volverse muy retraído, perder la confianza en los adultos.