EL ARTE DE MOTIVAR Y FIDELIZAR A UN EQUIPO HUMANO
Por Isaac Manuel Hernández Álvarez
Todos los días escuchamos hablar sobre lo importante de estar motivado para poder desempeñar todo lo que hacemos de la mejor manera posible, en política también. Tener motivación política es sinónimo de tener actitud para afrontar con garantías el cumplimiento de objetivos, el buen hacer de las cosas.
Pero ¿qué es la motivación? Déjame que te lo explique.
La motivación no es otra cosa que aquello que nos ayuda a avanzar hacia un objetivo con la intención de mejorar, es el viento de cola que empuja a toda actividad para que pueda culminarse. La motivación es la antesala del movimiento ya bien sea físico, mental o emocional.
La motivación en la vida política lo es todo.
Cuántas veces oímos hablar de que aquel candidato o líder político que bien habla, que activo está el partido político, que bien lo hacen, que si el talento, que si la preparación, cómo se expresa, que fuerza tiene, etc. Todo eso está bien, si, pero sin motivación difícilmente se puede llevar a cabo cualquier proyecto político y, aquel que llega a trabajarse, se hace con un sobre esfuerzo descomunal y muchas veces abocado al fracaso.
EL ARTE DE MOTIVAR AL EQUIPO POLÍTICO
La motivación es un proceso interno, es algo en ocasiones inexplicable y que activa elementos ocultos o que han estado en pausa sin poder explotar acciones políticas o relacionadas con la actividad de una formación o equipo. Muchas veces el neuromarketing nos puede ayudar en descifrar que piensan los demás, que acciones les llaman la atención, que les motiva más.
La motivación es capaz de sacar lo mejor de sí de las personas, cambia el panorama como se suele decir y consigue poner en valor muchas cualidades y capacidades de los integrantes de una asociación o partido político. En cualquier caso, hay muchos elementos y condicionantes externos que pueden influir sobre la misma, algunos de estos factores son la falta de objetivos políticos, el no saber a dónde vamos.
También la ausencia de liderazgo o de personas capaces de impulsar el proyecto político, junto a la falta de comunicación tanto interna como externa al partido. Ausencia de reconocimiento a los integrantes de un partido, un gracias, un que bien lo has hecho, un “felicidades” a tiempo.
La monotonía en las actividades o acciones que se llevan dentro de una organización política y la falta de profesionalización en la política. Tengamos en cuenta que un compañero aburrido es menos rentable que alguien que está entretenido o haciendo cosas por el partido. Hay que romper la rutina con desafíos innovadores e interesantes. Es importante dejar que los propios integrantes de un partido creen sus propios retos, deja paso a la creatividad y la innovación.
Un problema acuciante es dar por hecho de que todo va bien sin preguntar a los compañeros por como están o simplemente saber en que están trabajando. A esto habría que sumarle el dejarse llevar demasiado por lo que está ocurriendo o diciéndose ahí fuera, el famoso “que dirán”.
Otro de los factores que evidencian la falta de motivación es la falta de desarrollo profesional, la falta de formación y de contar con el coaching político. Además, se debería evitar el entender como las funciones que se desempeñan en el partido político son sinónimo de ser monótonas.
El capítulo no superado de no conocer y no hacer partícipes a los integrantes de la formación política de las decisiones o noticias que afecten a la empresa política.
Por último, el no existir actividad en cuanto a jornadas, encuentros, reuniones donde temporalmente puedan ponerse en común ideas, logros o hacer partícipes a todos los integrantes del equipo y del proyecto político.
Existen muchos factores más, solo he mencionado algunos de ellos, por eso quizás uno de los apartados más importantes dentro de trabajar la falta de motivación en política sea ser conscientes de si existe dicha falta, si realmente es un problema. Por los años de experiencia ya te anticipo que suele ser el talón de Aquiles en muchas agrupaciones u organizaciones políticas.
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EL RETO CONSTANTE DE LA MOTIVACIÓN POLÍTICA
En muchas ocasiones te encuentras con una profunda insatisfacción con lo que se está haciendo dentro del partido político y que afecta muy negativamente al rendimiento de hombres y mujeres que puedan colaborar y trabajar, en muchas ocasiones, de manera altruista y desinteresada.
También te puedes encontrar con un mal clima político, o lo que es lo mismo lo que se respira y se huele dentro del equipo, lo que se siente, lo que llega a la gente que está dentro de la organización. En la mayoría de los casos por una necesidad de comunicación demoledora, por haber creado unas expectativas demasiado esperanzadoras e irrealistas, o por no haber usado un “no puede ser” a tiempo.
Muchas veces aparece el síndrome de Boreout, un síndrome que se caracteriza por una serie de alteraciones psicológicas producidas en el ser humano y que es capaz de hacer ver y fingir que se está haciendo algo, cuando en realidad es todo lo contrario.
LA MOTIVACIÓN PARA UN LÍDER POLÍTICO
Seguro que en tu formación política tienes algún compañero así, el que está siempre demasiado ocupado y que no tiene tiempo para más nada, le faltan horas. Todo parte del aburrimiento, la inexistencia de retos políticos y la carencia de interés por el proyecto actual.
Llegados a este punto se hace imprescindible contar con personas decididas y capaces de asumir el liderazgo político, un líder fuerte sin fisuras. El capitán de barco que guíe a toda la tripulación hasta buen puerto, gente capacitada para revertir situaciones cuando la gente no está motivada. La ausencia de motivación también produce mal estar, enfrentamiento, crispación, incluso desolación en los partidos políticos.
El líder político va mucho más allá de la dirección de proyectos políticos, de dar órdenes. En el liderazgo en política hace falta contar con un gran componente humano, con un grado alto de empatía y no descuidar jamás el lado personal de las relaciones humanas.
Las personas antes de ser figuras políticas son personas, fueron personas y seguirán siendo personas.
Tarde o temprano, si una persona no está contenta dentro de un equipo, acabará por marcharse del partido político, desmantelando poco a poco la capacidad y fuerza del partido político. Todos tienen algo que aportar, la cuestión está en identificar esa cualidad que mejor se puede aprovechar y todos no valemos para todo.
LA PERSONALIDAD DEL LÍDER POLÍTICO
Las gratificaciones económicas tienen un recorrido muy corto, duran lo que duran, son fuegos artificiales. Todo aquello que produce malestar siempre está presente y para evitar esa situación incómoda hay que revertir la situación con otras acciones que para nada contemplan la aportación económica.
¿Por qué las sedes de los partidos políticos son tan aburridas? ¿Por qué no se dinamizan esos espacios con otras actividades que no sean meramente políticas? ¿No se podría utilizar el local del partido político para fomentar encuentros vecinales o con otros fines?
Pasamos mucho tiempo de nuestro día a día hablando y conviviendo con política, en la calle, en nuestro puesto de trabajo, en la sede del partido, seguramente más que en nuestro propio entorno privado o en nuestro propio hogar. Con más razón para darle un giro a la convivencia social.
Por ello, antes de pensar en como ganar las elecciones o gobernar, es responsabilidad de la empresa u organización política poner en marcha las iniciativas y actividades necesarias para facilitar un clima de trabajo político sano y agradable. Si no lo hace, es mejor dedicarse a otra cosa.
El ser humano tiende a formar parte de grupos, pandillas, tiene predisposición ante el asociacionismo, un equipo motivado contagia, un equipo desmotivado separa a sus componentes, los aísla y acaba por romper su unidad.
Algunas de las prácticas más frecuentes y habituales para aumentar la satisfacción y motivación de las personas que están en un partido político, pueden ser el promover actividades fuera del ámbito político, asistir a una excursión, un viaje, una fiesta, una comida.
Además, tenemos el apostar por encontrar claves para mejorar la comunicación política a todos los niveles y en todas las direcciones. Por último, invitar a la participación grupal, corregir en privado y reconocer en público.
Sin motivación no hay nada, todo queda en intentos, opiniones, crítica y, en el mejor de los casos, presencia al estilo jarrón.