Por Nelson Encarnación
No basta con que el ministro de Salud Pública lo niegue si está a la vista de todos que en el manejo de la pandemia y en la aplicación de las políticas oficiales ha estado en primer plano el interés electoral de la Administración Medina.
Es decir, que el simple desmentido de las alegaciones generalizadas en ese sentido no surte efecto si el mismo no es acompañado con acciones concretas que le saquen de la cabeza a la mayoría del país esa bien fundada creencia.
La burda y peligrosa maniobra del Gobierno tendente a sembrar pánico entre los sectores más conservadores ha ido quedando en evidencia con el manejo que las autoridades de Salud han dado a los aspectos más relevantes de la lucha contra la pandemia.
Este juego con la salud de la gente y la salud de la democracia queda al descubierto con la ampliación de las pruebas de detección de contagios, un incremento que previsiblemente tiene que dar como resultado un número más elevado de infectados.
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Para nadie debe resultar extraño que la aplicación de cinco veces más pruebas respecto de hace dos meses tiene que ver con la proximidad de las elecciones generales del día cinco, y que la intención es generar un número alarmante de contagiados por día, con el propósito de que los votantes se asusten y no acudan a los colegios.
Los estrategas de la campaña peledeísta asumen—y con esto no digo nada nuevo—que los votantes más asustadizos corresponden a los segmentos poblacionales políticamente menos beligerantes, es decir, sectores de clase media, media alta y alta, cuyo compromiso partidario es muy poco o probablemente nulo.
En cambio, la base más baja es que se moviliza con más entusiasmo, ya sea porque es realmente militante o porque es motivada por el clientelismo aberrante que el candidato oficialista ha practicado con una desfachatez como nadie lo hizo jamás en nuestro país.
Enfocado en dicho razonamiento, el partido oficialista motiva al Ministerio de Salud Pública a ir aumentando las pruebas conforme avanzan los días, de manera que en el umbral del proceso electoral aparezcan 1,500 ó 1,700 personas infectadas por día, con lo cual harían huir a los votantes menos fervorosos.
Para conseguir esa cifra que potencialmente alarme a la población sólo tendrían que duplicar la cantidad de pruebas, lo que para Salud Pública, pero más para quienes manejan la crisis políticamente, no es nada difícil.
Nótese que el manejo politiquero de la crisis sanitaria es tan claro, que las autoridades se negaron desde el comienzo mismo de la pandemia, a masificar las pruebas, lo que viene a poner en práctica justamente a las puertas de los comicios.