El expresidente Barack Obama arremetió este jueves contra quienes atacan el derecho al voto y a las minorías con “precisión quirúrgica”, en alusión a los intentos del presidente Donald Trump de desalentar el voto por correo en medio de la pandemia del coronavirus, denunciando fraude sin dar pruebas y además sugiriendo retrasar las elecciones de noviembre por esa causa.
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Sin mencionar el nombre de Trump, Obama ofreció un poderoso discurso durante el funeral en Atlanta, Georgia, del congresista John Lewis, líder del movimiento en defensa de los derechos civiles que fue detenido decenas de veces por defender el derecho al voto de la comunidad negra de Estados Unidos y que es recordado por su papel al frente de la marcha que partió de Selma rumbo a Montgomery en 1965.
Obama elogió a Lewis y recordó que “dedicó su tiempo en la Tierra a combatir los mismos ataques a la democracia que se están viendo circular ahora mismo”.
“Mientras estamos aquí sentados, hay gente en el poder que está haciendo todo lo posible para suprimir el voto cerrando centros electorales, atacando a minorías y estudiantes con restrictivas leyes de identificación y atacando nuestro derecho al voto con precisión quirúrgica, incluso socavando al servicio postal antes de las elecciones, que dependerán del voto por correo para que la gente no se enferme”.
Esas declaraciones del primer presidente negro de la historia de EEUU hicieron que los asistentes se pusieran en pie y aplaudieran con gran emotividad en la Iglesia Bautista Ebenezer, en Atlanta.
Sus palabras se producen solo horas después de que Trump sugiriera que las elecciones previstas para el 3 de noviembre deben retrasarse, algo que no puede decidir él porque debe contar con el apoyo mayoritario del Congreso, en el que los demócratas controlan una de las Cámaras.
En su discurso, Obama consideró que el día de los comicios debe ser festivo para que todos los estadounidenses puedan ir a votar y criticó el cierre en los últimos años de centros electorales, sobre todo en zonas pobres y donde viven una mayoría de votantes negros o hispanos.
Además, arremetió contra las leyes que, desde 2013, han aprobado algunos estados conservadores para obligar a los votantes a mostrar un carné con fotografía, pese a que en EEUU no hay un documento nacional de identidad y los ciudadanos no están obligados a disponer de esa identificación.
“Hoy atestiguamos con nuestros propios ojos cómo policías se arrodillan en los cuellos de estadounidenses negros“, dijo Obama. “Somos testigos de cómo nuestro gobierno federal envía agentes que usan gas lacrimógeno y golpean a manifestantes pacíficos”.
Mientras recordaba a Lewis, el expresidente urgió a los estadounidenses a prestar atención a los peores instintos impregnados en la historia de la nación.
“Él (Lewis) sabía por su propia experiencia que el progreso es frágil, que tenemos que estar atentos a las corrientes más oscuras de la historia de nuestro país, de nuestra propia historia. Donde hay remolinos de violencia, odio y desesperación, el mal puede alzarse de nuevo”, advirtió.
Sin embargo, no nombró al presidente Donald Trump ni a ningún líder republicano en el Congreso.
Obama llevaba en su chaqueta una insignia con el rostro de Lewis y pronunció su discurso frente al ataúd del congresista, cubierto con una gran bandera estadounidense.
En la Iglesia Bautista Ebenezer creció y fue reverendo el ícono de los derechos civiles y premio Nobel de la Paz, Martin Luther King Jr.
Lewis, quien murió el 17 de julio a la edad de 80 años, se encontraba entre los líderes más jóvenes del movimiento de derechos civiles. Fue el orador más joven en la Marcha de 1963 en Washington, donde King pronunció su discurso “Tengo un sueño”.
Era un miembro original de Freedom Riders, activistas que desafiaron las líneas de autobuses segregadas en los estados del sur y fue golpeado gravemente por los policías estatales de Alabama en 1965 cuando dirigió la marcha por los derechos del voto de la comunidad negra en Selma, Alabama.
Obama le otorgó a Lewis la Medalla de la Libertad en 2011.
Al funeral, además de Obama, acudieron los expresidentes George W. Bush (2001-2009) y Bill Clinton (1993-2001), quienes compartieron sus recuerdos con Lewis, con el que ambos trabajaron en Washington DC.
Trump no acudió al funeral en Atlanta y tampoco se presentó en el homenaje que se le organizó a Lewis esta semana en el Congreso de EEUU, al que sí asistió el vicepresidente, Mike Pence.
Lewis y Trump mantenían una relación de enemistad que era más que conocida: el legislador no acudió a la investidura del actual presidente en 2017 y criticó en numerosas ocasiones al mandatario por su política migratoria, así como por sus iniciativas para suprimir el voto.