Por Nelson Encarnación
Si la historia correspondiera ser escrita por el ex presidente Danilo Medina tendríamos una narrativa parda acomodada a sus intereses y muy alejada de los hechos reales.
Para el jubilado ex gobernante su paso por la Presidencia de la República fue una bendición para los dominicanos, y es algo que todo el país debe agradecerle, aun por encima de la realidad tozuda que dice que Danilo fue un fraude bien disimulado.
La derrota sufrida por el Partido de la Liberación Dominicana, tanto en marzo como en julio, fue provocada por la suma de todas las frustraciones que tuvo la mayoría del electorado nacional.
Sin embargo, en una maniobra de escasa utilidad, Danilo atribuye la derrota a que “dieciséis años de Gobierno es mucho tiempo, lo cual no deja de ser real pero saliendo de otra boca.
Cuando él trataba de forzar una segunda modificación constitucional para una re-reelección no calculaba que 16 años era mucho. Entonces sostenía que él ganaba las elecciones de todas maneras.
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Fue su discurso incluso sin ser candidato y a pesar de que el país estaba hasta la coronilla con su presidencia corrupta.
Es por ello que después de la derrota se empecina a atribuir a los de abajo la causa de la debacle, incluso acusándolos de mercenarios, a pesar de que fue gente le dio dos victorias, una de las cuales él no merecía, pues fue el producto de uno de los episodios políticos más sucios en la historia de nuestro país.
Me refiero a aquella canallada dirigida personalmente por Danilo, que consistió en el uso de un delincuente para tratar de hundir en el lodo la figura de quien le había hecho presidente en 2012.
Para que se entienda la conducta ladina de Danilo, sólo debemos remontarnos a aquella tarde de sábado cuando en medio del lodazal que él mismo había regado sobre Leonel Fernández, fue capaz de montar una comedia de supuesta solidaridad con el ex presidente, cuando de seguro en su fuero interior le sacaba la lengua.
Danilo generó una acumulación de perversidades que el pueblo le cobró votando masivamente contra su alter ego, por lo que resulta una cobardía alegar ahora que los peledeístas no hicieron el trabajo electoral porque había que pagarles.
Si tal fue el caso, es una degeneración cuya responsabilidad le pertenece, ya que él, que se comporta como un pandillero de la política, fundó su supuesto liderazgo sobre una zapata de ignominias y envilecimiento de sus propios compañeros, a quienes siempre se atrajo a través de las canonjías que tuviese a su alcance.
¡Al carajo Danilo Medina! Él cosechó, y seguirá recogiendo, los frutos de su siembra políticamente incorrecta.