El presidente Joe Biden ha dicho que buscará finiquitar en “las próximas dos semanas” las negociaciones sobre su propuesto plan de ayudas por $1.9 billones (trillions en inglés) y que su meta es lograr un acuerdo bipartidista. Que eso se dé, sin embargo, luce complicado con la persistente resistencia de legisladores republicanos a dar luz verde a otro ingente paquete de estímulo económico.
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Biden dijo también que está dispuesto a negociar algunos puntos actualmente en discordia –como el envío de un cheque de $1,400 en los mismos términos de los dos pagos directos anteriores–, con lo que abrió la puerta a modificar sus planteamientos para que el proyecto de ley obtenga los 60 votos necesarios en el Senado.
Pero, si se toma como ejemplo el precedente más reciente de cómo se han desarrollado las conversaciones para los planes de ayuda entre demócratas y republicanos, puede estimarse que estas nuevas negociaciones tomen más tiempo que el par de semanas anticipado por Biden. El propio líder demócrata en la Cámara Alta, Chuck Schumer, mencionó en la víspera que el nuevo paquete podría ser aprobado hacia mediados de marzo, cuando se supone venzan los beneficios federales por desempleo.
Es en este escenario que ha ganado tracción la opción de que los demócratas prioricen algunas partidas del plan de ayuda y busquen aprobarlas con un proceso expedito en el Congreso conocido como ‘reconciliación’ o reconciliation. De ese proceso han hablado ya Schumer y los líderes de los comités de presupuesto: John Yarmuth, en la Cámara de Representantes, y Bernie Sanders, en el Senado.
Y Biden no cerró la puerta a esa alternativa cuando se le consultó en la víspera y respondió: “Dependerá de cómo le vaya a estas negociaciones”. La decisión, agregó, queda en manos de los líderes legislativos.
¿Cuáles son los pasos de este proceso? ¿Cómo ha sido usado en el pasado? ¿Qué aspectos le hacen una opción a tomar en consideración para aprobar con mayor celeridad alguna medida en el Congreso? Te explicamos a continuación:
QUÉ ES LA ‘RECONCILIACIÓN PRESUPUESTARIA’
Es una herramienta o un proceso especial que facilita la aprobación de una legislación en el Senado, explica de forma simple el comité de presupuesto de la Cámara de Representantes.
Lo facilita porque permite que algunas propuestas legislativas –que deben limitarse a asuntos de gasto, impuestos o el límite de la deuda estadounidense– sean vistas de forma expedita.
Para que una ‘reconciliación’ de presupuesto sea aprobada en el Senado se requiere solo una mayoría simple, no los 60 votos que habitualmente necesita un proyecto de ley.
“En el Senado, los proyectos de reconciliación no están sujetos al ‘filibuster’ y el margen para presentar enmiendas es limitado, lo que da al proceso ventajas reales de que se puedan aprobar medidas presupuestarias y tributarias controversiales”, explica un informe el Center on Budget and Policy Priorities.
Una de las claves del proceso es precisamente el ‘filibuster’ al que el Centro hace referencia, o cuando en la Cámara Alta se recurre a prolongar el debate y presentar numerosas mociones con el objetivo de demorar la aprobación de un proyecto o medida, arma a la que suelen recurrir los senadores que en un momento determinado conforman la minoría.
Una ‘reconciliación’ tampoco requiere la firma del presidente.
HA SIDO USADA EN EL PASADO
Se ha recurrido a este proceso desde el mismo año en que fue creado, en 1980. Pero, más recientemente, se usó en 2010 para modificar la Ley de Seguro de Cuidado de Salud Asequible o el Affordable Care Act y el programa federal de préstamos estudiantiles.
En 2016 y 2017, los republicanos intentaron utilizar el proceso nuevamente para eliminar partes de esa ley sanitaria. Pero en 2016 el esfuerzo fue vetado por el expresidente Barack Obama y al año siguiente fracasó en ser aprobado en la Cámara Alta. Los republicanos sí lograron con éxito en 2017 recortar algunos impuestos de forma significativa con una ‘reconciliación’.
ESTE ES EL PROCESO PARA PONERLA EN MARCHA
En un primer paso, uno o varios comités en la Cámara de Representantes redactan sus recomendaciones para modificar el gasto o los ingresos, siguiendo cada cual sus reglas habituales. Esas recomendaciones deben incluir usualmente cuál será su impacto en el déficit presupuestario.
“Un comité puede decidir elevar los costos en algunas áreas así como reducirlos en otras, siempre y cuando el impacto neto en el presupuesto que contempla su propuesta se ciña a la instrucción que se le encomendó”, dice el comité de presupuesto de la Cámara Baja.
Una vez finalizadas esas recomendaciones, todas son elevadas al comité de presupuesto, que se encarga entonces de unificarlas y enviarlas al pleno.
En el Senado, el proceso es similar. Como mencionamos anteriormente, para que una ‘reconciliación’ sea aprobada en la Cámara Alta requiere solo una mayoría, no los 60 votos que se necesitan usualmente para aprobar medidas.
EL PROCESO DE ‘RECONCILIACIÓN’ TIENE UNA LIMITACIÓN
Esa limitación lleva el nombre del legislador Robert Byrd que aparece en la foto. Una ‘reconciliación presupuestaria’ contiene la llamada regla Byrd, que busca evitar que dentro del proceso se cuelen provisiones que no tengan que ver con tres puntos principales: ingresos, gasto y déficit.
“Dado que los proyectos de ‘reconciliación’ son considerados usando un procedimiento expedito en el Senado, la regla Byrd tiene como objetivo prevenir el uso de la ‘reconciliación’ para avanzar una agenda legislativa no relacionada con el gasto o los impuestos y para, en cierta medida, limitar la capacidad del Congreso para usar el proceso para incrementar los déficits, al menos en el largo plazo”, explica el comité de presupuesto.
Es por eso que, si los demócratas finalmente se decantan por usar este proceso, posiblemente deban dejar por fuera algunos aspectos del plan de ayudas, como por ejemplo lo que requiera poner en pie salvaguardas sanitarias.
El envío de un cheque de 1,400 dólares, el dinero para acelerar la vacunación y los fondos para extender los beneficios federales por desempleo probablemente puedan ser contemplados sin inconvenientes dentro de una ‘reconciliación’. Dependerá, en algunos casos, de la manera en que sean redactadas las partidas.