Por Isidro Barros
Un largo tiempo en el poder de un mismo partido político en una nación, arrastra consigo una serie de malos hábitos entre sus funcionarios, como mezquindad, ínfula, prepotencia, soberbia, corrupción,
impunidad, entre otros, y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que gobernó por 20 años consecutivos la República Dominicana, no fue la excepción a esas desagradables costumbres, ya que llegaron a creerse ser los amos y señores de ese país caribeño.
Y ese caso no es exclusividad del PLD, muchos recordarán los gobiernos durante los 12 años del Dr. Joaquín Balaguer y su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que los funcionarios creían haber comprado el país, a tal grado, que en 1978 los militares pretendieron adueñarse de las elecciones para impedir la llegada al poder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que no se materializó gracias a la oportuna intervención del gobierno de los Estados Unidos (USA).
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Esto lo traigo a colación como preámbulo, para recordarle al señor presidente constitucional Luis Abinader Corona (creemos que debe estar al tanto de eso y más), que si no se amarra bien el cinturón y aprieta bien la tuerca, le pueden hacer “coca”, como dicen algunos muy populares refranes criollos.
No es un secreto, que los últimos acontecimientos ocurridos, como letreros en paredes incitando a los militares, varios sabotajes (Aeropuerto, Teleférico, Acueducto, etc.), acribillamientos a personas inocentes (pastores), apresamientos brutales, maltratos innecesarios y hasta muertes por la policía, tratar de matar a la procuradora Jenny Berenice, entre otros macabros planes típicos de intimidación y desestabilización, deben ser frutos de esa parte de poder desplazado y que se están viendo acorralados por una justicia independiente, no acomodada a sus gustos.
Basado en ello, he venido abogando desde el inicio de este gobierno, que el presidente Abinader, debe desplazar a los militares de alto rango afines al PLD y la Fuerza del Pueblo, y sustituirlos por militares serios, profesionales y apolíticos; por igual en el tren gubernamental colocar a miembros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que lo llevó al poder y apoyaran sin reservas en un caso hipotético de una trama inconstitucional.
Pocos recuerdan que cuando Leonel Fernández asumió el estado dominicano en el 2004, de inmediato canceló a todos los funcionarios del PRD y nombró sus amigos y partidarios, mientras que Danilo Medina, hizo lo mismo en el 2012, (aunque pausadamente), sustituyendo a la mayoría que simpatizaban con Fernández, al extremo, que muchos por miedo a perder su trabajo, preferían hacer de Judas, al negar públicamente sus simpatías con el ex mandatario.
Si el presidente Abinader, con sobrados dotes de humildad, profesionalidad, ecuanimidad, sinceridad, lealtad y para colmo simpático para la gran mayoría de la población, no toma acción de inmediato, no sólo contra los corruptos de la cúpula del PLD, sino también contra aquellos que están delinquiendo en su propio gobierno y ante sus ojos, creo y ojala equivocarme, que las consecuencias serían funestas y muy desagradables para nuestro país.