El asesinado presidente haitiano Jovenel Moïse, advirtió el pasado febrero que temía por su vida, cuando pidió ayuda internacional para controlar la situación en ese país, azotado por la violencia doméstica y el dominio de las turbas armadas, apunta al caos total.
La muerte violenta del mandatario y heridas a su esposa en la residencia familiar en el sector de Pelerin, es el acontecimiento más grave de su tipo desde el asesinado del presidente Vilbrum Guillaume Sam en 1915, sacado de la embajada de Francia adonde estaba asilado y masacrado.
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Sam se había refugiado en esa misión diplomática después que la Policía asesinó en la Penitenciaría de Puerto Príncipe a la población carcelaria. Ante los hechos y el magnicidio del presidente Sam, el 27 de Julio de 1915, las tropas de Estados Unidos ocuparon Haití hasta 1934.
Moïse fue testarudo; no escuchó las voces de la calle, las multitudes que en el último año le pedían modificar la Constitución y convocar elecciones porque su gobierno estaba pasado de tiempo, ya que gobernaba un año más para el término de cinco años de su elección.