Texas se ha convertido en el terreno de la pelea entre demócratas y republicanos por la aprobación de leyes electorales que los primeros afirman que buscan restringir el derecho al voto, particularmente de las minorías, y los segundos que busca proteger el sistema de posibles fraudes.
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En ese pulso, un grupo de legisladores demócratas de la Asamblea de Texas dejó el estado en medio de una sesión especial convocada por el gobernador Greg Abbott para finiquitar un paquete de leyes que quedaron pendientes de la recientemente finalizada sesión ordinaria, entre ellas una nueva ley electoral que es cuestionada como restrictiva por parte de sus detractores.
Además de la reforma electoral, el gobernador Abbott quiere que la asamblea sancione varios temas de su agenda, como seguridad fronteriza, supuesta censura en redes sociales y la llamada Teoría Racial Crítica, todos puntos de la “guerra cultural” con la que el Partido Republicano está enfocando el debate político de cara a las elecciones de mitad de período de 2022.
Tras la sorpresiva “huida” de los demócratas a Washington DC, el gobernador aseguró que ordenaría el arresto de ellos cuando regresen al estado para que cumplan con su función legislativa, desatando un debate sobre el real poder del ejecutivo estatal y hasta su talante democrático.
“Si esta gente quiere pasar el tiempo donde lo esté pasando con el dinero de los contribuyentes, va a tener que estar preparada para hacerlo por un año. Tan pronto como vuelvan al estado de Texas, serán arrestados, y serán encerrados en el Capitolio de Texas hasta que hagan su trabajo”, dijo Abbott al canal local KVUE.
La decisión de esconderse en Washington tiene como objetivo aumentar la presión en la capital de la nación sobre el presidente Joe Biden y el Congreso para actuar sobre la votación a nivel federal, aunque esa reforma quedó congelada en el Senado por la negativa de la bancada republicana a someterla a debate en el pleno.
Este miércoles, Biden ofreció un agresivo discurso desde Filadelfia fustigando la estrategia republicana en varios estados de aprobar leyes que hacen más difícil ejercer el derecho al voto y por promover la “gran mentira” que ha difundido el expresidente Donald Trump de que su derrota se debió a un fraude, del que nunca ha ofrecido pruebas y que las auditorías no han encontrado evidencia.
La intempestiva declaración de Abbott parece destinada a alimentar la indignación de los republicanos dentro y fuera de Texas, y aparecer como un defensor de la limpieza electoral (pese a que en Texas no se ha presentado ninguna irregularidad de peso en las elecciones pasadas)
Igualmente, el gesto de los congresistas demócratas puede no tener más efecto que generar titulares y azuzar el divisivo debate en torno a las leyes electorales. Saben bien que cuando sea que regresen a Texas deberán asistir a la Asamblea, donde no tienen el poder de impedir que la mayoría republicana apruebe la controversial ley electoral.