Por Johnny Sánchez
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Nuevos datos de Suecia proporcionan la evidencia más sólida hasta el momento de que la COVID-19 es un factor de riesgo independiente para infarto agudo de miocardio e ictus isquémico, afirman investigadores y agregan datos según, informe publicado en JAMA Cardiology, dónde se diagnosticó miocarditis en algunos niños después de la vacunación con COVID-19, eso puso a todos nerviosos.
Creo, aún se necesitan estudios más grandes con un seguimiento más prolongado para aclarar los riesgos.
La serie de casos incluyó a 15 niños menores de 19 años hospitalizados con miocarditis dentro de los 30 días posteriores a la recepción de una dosis de la vacuna COVID-19 de ARNm de BNT162b2 y la China. Los investigadores realizaron una evaluación cardíaca integral de todos los pacientes, incluido el electrocardiograma, el ecocardiograma y la resonancia magnética cardíaca.
Los resultados muestran que los síntomas ocurrieron después de la segunda dosis de la vacuna en 14 de los 15 casos, comenzando de 1 a 6 días después de la administración. Los síntomas más comunes fueron dolor de pecho, fiebre, mialgia y dolor de cabeza. Todos los pacientes tenían niveles elevados de troponina al ingreso hospitalario, con una mediana de 0,25 ng / ml. Tres pacientes tenían disfunción sistólica ventricular y 12 tenían realce tardío de gadolinio en la resonancia magnética cardíaca.
Ningún paciente requirió ingreso en la unidad de cuidados intensivos, y en el seguimiento (1 a 13 días después del alta hospitalaria), 11 pacientes (73%) tuvieron resolución de los síntomas.
Dicen que el riesgo de infarto agudo de miocardio e ictus isquémico aumentó aproximadamente ocho tantos y seis tantos, respectivamente, en la primera semana subsiguiente al inicio de la COVID-19, cuando se incluyó en el análisis el día 0 (día de la exposición). Aun cuando se excluyera el día 0 (reduciendo el riesgo de sesgo), el riesgo de infarto agudo de miocardio e ictus se incrementó alrededor de tres tantos.
“El hecho de que el riesgo todavía estuviera elevado incluso cuando se excluyó el día 0 indica que la COVID-19 es en realidad un factor de riesgo independiente para infarto agudo de miocardio e ictus isquémico”, comentó a Medscape la autora principal, Dra. Anne-Marie Fors Connolly, Ph.D., de la Universidad de Umeå, en Umea, Suecia.
“Nuestros resultados indican que las complicaciones cardiovasculares agudas podrían representar una manifestación clínica esencial de la COVID-19 y los efectos a largo plazo podrían ser un reto para el futuro”, afirmaron la especialista y sus colaboradores.
El estudio fue publicado el 29 de julio en la versión electrónica de The Lancet. Fue traducido al español.
Profundizando en el tema
Estudios previos que han señalado que la COVID-19 es un “probable” factor de riesgo para complicaciones cardiovasculares agudas han incluido relativamente pocos pacientes hospitalizados.
En lo que se considera que es el estudio más grande hasta la fecha en investigar esta asociación, autores suecos vincularon datos de registros nacionales de clínicas para pacientes externos y hospitalizados y el registro de causa de defunción de los 86.742 pacientes (mediana de edad: 48 años; 43 % hombres) con COVID-19 entre el 1 de febrero y el 14 de septiembre de 2020, y 348.481 pacientes de control equiparados.
Utilizaron dos métodos para evaluar la asociación de la COVID-19 con el riesgo de infarto agudo de miocardio e ictus.
Uno fue un método de series de casos con autocontrol, que se utilizó para comparar los incidence rate ratios (IRR) para el primer infarto agudo de miocardio e ictus antes y después que se determinara que los pacientes tenían COVID-19.
El otro fue un estudio de cohortes equiparadas, que determinó las probabilidades de infarto agudo de miocardio o ictus en los 14 días subsiguientes al inicio de la COVID-19, en comparación con individuos de control a los que nunca se les había diagnosticado COVID-19.
Puesto que se desconocía la fecha de infección, los investigadores identificaron la fecha más cercana posible y la designaron como el día 0 (fecha de exposición). Se observó un considerable pico en casos de infarto agudo de ictus isquémicos registrados en el día 0, informaron.
Los incidence rate ratios correspondientes para ictus isquémico cuando se incluyó el día 0 en el periodo de riesgo fueron 6,18 (IC 95 %: 4,06 a 9,42) en la primera semana, 2,85 (IC 95 %: 1,64 a 4,97) en la segunda semana, y 2,14 (IC 95 %: 1,36 a 3,38) en las semanas 3 y 4 después de la COVID-19.
En un estudio de cohortes equiparadas, por cada punto del índice de comorbilidad de Charlson ponderado, las probabilidades de infarto agudo de miocardio e ictus isquémico aumentaron.
El infarto agudo de miocardio y el ictus “podrían ser una manifestación extrapulmonar de la COVID-19; por tanto, es bueno que los médicos clínicos tengan esto presente pues ellos ven este tipo de pacientes”, añadió.
Los autores de un comentario adjunto señalaron que durante décadas se ha conocido el incremento transitorio del riesgo de infarto agudo de miocardio e ictus asociado con gripe, neumonía, bronquitis aguda y otras infecciones torácicas.
“Parece aceptable inferir que la persistencia del riesgo durante varias semanas después de la infección por SARS-CoV-2 es compatible con el hecho de que la COVID-19 produzca un aumento del riesgo de enfermedad trombo obstructiva, según se ha comunicado para otras infecciones respiratorias”, escribieron la Dra. Marion Mafham y el Dr. Colin Baigent, de la Universidad de Oxford Reino Unido.
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