Por Dr. Ramón Ceballo
Dedicado a Cristina y Yentl
La enfermedad de COVID–19 fue declarada una emergencia de salud pública por la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero de 2020, como una preocupación internacional.
El desconocimiento, para enfrentar la pandemia, trajo como resultado, largo encierro que ha desencadenado un aumento en los niveles de estrés y ansiedad en la población, en sentido general.
Como los gobiernos han ido aplicando medidas para restringir los movimientos con el fin de reducir el número de infecciones por el virus de la COVID-19, cada vez más personas estamos cambiando radicalmente nuestra rutina cotidiana.
La COVID-19 afecta, a cada persona, de distintas maneras. Las personas que se contagian presentan síntomas de intensidad leve o moderada, y se recuperan, en la mayoría de los casos, sin necesidad de hospitalización.
Los síntomas más habituales son: Fiebre, Tos, Cansancio, pérdida del gusto o del olfato, aunque claramente hay otros menos comunes, tales como, Dolor de garganta, Dolor de cabeza, Molestias, dolores musculares, Diarrea, Erupción cutánea o pérdida del color de los dedos de las manos o los pies, conjuntivitis y Ojos rojos o irritados,
Dependiendo de la inmunidad del paciente, o de que haya tenido enfermedades sistémicas, si los síntomas anteriores, no se detienen, pueden haber complicaciones que traigan como resultados, otros síntomas mucho más serios, tales como: Dificultad para respirar o disnea, Pérdida de movilidad o del habla o sensación de confusión y Dolor en el pecho.
La verdad es que como dije anteriormente, la forma como se ha enfrentado esta pandemia, ha traído un aumento en los niveles de estrés y ansiedad en la población.
Estudios recientes en varios países del mundo indican que pacientes que se contagiaron de Covid-19 tienen secuelas manifestadas con el desarrollo de síntomas propios de salud mental.
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Afirma, el doctor Nicolás Libuy psiquiatra de Clínica Alemana , que una de cada ocho personas contagiadas con Covid-19, han recibido un diagnóstico psiquiátrico o neurológico dentro de los primeros seis meses posteriores a obtener resultado positivo.
La depresión, en los pacientes por coronavirus, es muy evidente en presentar angustia, ansiedad e irritabilidad.
En esta línea, la angustia del Covid-19 tiene cuatro fases, caracterizadas por,: miedo, aislamiento, incertidumbre y futuro.
La primera angustia es miedo a la enfermedad y a morir solo en un hospital. Y es que, no sólo se trata de un contagio, sinó también del alto riesgo de no poder despedirse de sus seres queridos.
Asimismo, la segunda fase de angustia de la depresión debido al Covid-19 hace alusión al aislamiento, producto del confinamiento que parece nunca acabar, lo que nos lleva a la tercera angustia donde prevalece la incertidumbre, especialmente debido a la pérdida de trabajo o por el hecho de que las empresas han disminuído sus gastos, por lo que nunca sabe cuándo puede ser despedido.
Se habla de angustia por falta de un futuro. Esto, principalmente, porque cada día se hacen nuevos variedades de la enfermedad y, a pesar de que se ven avances, no hay claridad de cómo se viene el futuro económico, social y politíco después de superar la pandemia.
Otro elemento preocupante, es el hecho de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha advertido que la pandemia por COVID-19 ha exacerbado los factores de riesgo asociados a las conductas suicidas.
Hay una clara vinculación entre el desempleo temporal, la enseñanza en casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos, colegas y el tiempo para adaptarnos a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de contraer la COVID-19 y a la preocupación por las personas próximas más vulnerables es difícil.
Finalmente, debo resaltar el hecho que esta pandemia COVID-19, se ha comprobado que genera alteraciones emocionales, y es importante identificar los síntomas emocionales para llevar a cabo una intervención oportuna.
Dentro de estas alteraciones las más frecuentes son ansiedad, depresión, trastornos en el sueño y el Trastorno de Estrés post Traumático, este último es más frecuente en personas que estuvieron hospitalizadas o requirieron una estancia en la unidad de cuidados intensivos.