Pence presidía la certificación como presidente del Senado, no cedió a la presión del presidente y el 6 de enero de 2021 declaró a Biden como el próximo mandatario electo, después de que se reanudó la sesión del Congreso interrumpida por la turba de seguidores de Trump que, entre otras cosas, gritaba “¡cuelguen a Mike Pence!”.
Poco antes, el entonces presidente Trump había dicho a sus enardecidos seguidores en un mitin fuera de la Casa Blanca: “Espero que Mike haga lo correcto. Yo espero que sí. Porque si Mike Pence hace lo correcto, ganamos las elecciones: todo lo que el vicepresidente tiene que hacer es enviarlo de regreso para recertificarlo, y yo me convierto en presidente, y ustedes son las personas más felices”.
La presión de Trump sobre Pence
Los investigadores detallaron la intensa campaña de presión de Trump y Eastman contra Pence para tratar de que anulara la elección.
Greg Jacob, un abogado de Pence que evitó la presión para llevar a cabo el plan, declaró este jueves que el vicepresidente lo convocó por primera vez a su oficina en diciembre de 2020 para buscar claridad sobre su papel en la certificación de resultados de las elecciones.
Jacob dijo que Pence tuvo ese primer instinto de buscar consejo, algo que deja entrever que el ‘plan’ de Trump para tratar de revertir las elecciones estaba en marcha.
Pence viviría unas semanas bajo presión, incluso pública, por parte de Trump para que al llegar el día de certificar los resultados ya convalidados en el Colegio Electoral, el vicepresidente invalide la victoria de Biden.
El comité presentó evidencias de que a Trump le dijeron que su plan para anular las elecciones de 2020 era ilegal, pero aún así presionó a su segundo en la Casa Blanca.
Tanto Trump como Eastman sabían que el plan era ilegal, según el testimonio de los asesores de Pence. A tal punto que Eastman buscó obtener un perdón presidencial tras los disturbios debido a que él era el ‘artífice’ del esquema para revertir una elección democrática.