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Internacionales

Muere Hebe de Bonafini, la emblemática y controvertida líder de las Madres de Plaza de Mayo de Argentina

Hebe De Bonafini, la presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires el 11 de agosto del 2016. (Foto AP/Jorge Saenz)(Jorge Saenz / Associated Press)

Muchos en Argentina la consideraban el emblema de la lucha por los derechos humanos. Otros la cuestionaban por haberse convertido en una figura divisiva que alentaba la violencia y la polarización política.

Lo cierto es que Hebe de Bonafini, quien falleció este domingo en la provincia de Buenos Aires a los 93 años de edad, será por siempre recordada como la líder histórica de las Madres de Plaza de Mayo, la asociación de mujeres que se enfrentó al gobierno militar durante los años de plomo de Argentina, entre mediados de las décadas de 1970 y 1980.

“Con mucho dolor informamos que hoy a las 9.20 falleció Hebe de Bonafini. Agradecemos enormemente las demostraciones de amor, acompañamiento y preocupación que en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, como en toda su trayectoria militante, ha recibido mi madre.”, dice un comunicado de la familia recogido por medios argentinos.

Con sus característicos pañuelos blancos cubriéndoles el pelo, las Madres de Plaza de Mayo se hicieron famosas en todo el mundo por su valiente reclamo por la aparición de sus hijos, que habían sido secuestrados y en muchos casos “desaparecidos” por el régimen militar.

Hebe María Pastor de Bonafini había sido una simple ama de casa hasta que en 1977, con casi 50 años, comenzó su activismo político junto con el pequeño grupo de mujeres que luego formarían una de las organizaciones de derechos humanos más reconocidas de Argentina.

En febrero de ese año, su hijo mayor, Jorge, había sido secuestrado durante un operativo policial en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, donde residía la familia. Jorge, de 26 años, era docente, cursaba la carrera de Física y militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista.

Sin noticias sobre su paradero, recorrió hospitales, comisarías e iglesias y, asesorada por un abogado, presentó ante el Ministerio del Interior un hábeas corpus (un recurso legal que obliga a las autoridades a informar si tienen a alguien detenido y presentarlo ante un juzgado).

Así empezó a encontrarse con otras mujeres que también buscaban a sus hijos.

“Esos encuentros fortuitos y casuales después pasaron a ser encuentros más formales porque empezamos a buscar cuando salían en los diarios algún nombre, a buscar a esa persona, a esa familia que le faltaban los hijos, para empezar a ver qué hacer juntas”, contaría muchos años después en el marco de sus conferencias con jóvenes conocidas como “Mateando con Hebe”.

El 30 de abril de 1977 un grupo de madres decidió ir a la Plaza de Mayo, frente a la sede del gobierno, la Casa Rosada, para llevarle al presidente de facto Jorge Rafael Videla una carta reclamando por información sobre sus hijos.

Hebe de Bonafini hablando por megáfono durante una marcha de las Madres de Plaza de Mayo. en mayo de 1985

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,Hebe de Bonafini hablando por megáfono durante una marcha de las Madres de Plaza de Mayo. en mayo de 1985.

“Nos empezamos a juntar en la plaza. Hasta que un día vino la policía nos pegó y dijo: ‘Caminen’, y nos agarramos del brazo y empezamos a caminar de a dos”, recordó Bonafini.

Así nació la emblemática protesta de las Madres: la marcha en círculos alrededor de la Pirámide de Mayo, el monumento en el centro de la plaza, que simboliza la libertad.

Decidieron repetir esta ceremonia todos los jueves de 15.30 a 16, un horario en el que el lugar estaba colmado de gente.

Ese octubre, las madres participaron de un tradicional evento religioso juvenil: la peregrinación a la Virgen de Luján.

“Si hay un millón de jóvenes y los nuestros no están, tenemos que ir nosotros”, concluyó Bonafini.

Para reconocerse entre la muchedumbre adoptaron su icónico pañuelo blanco, que en un principio fabricaban con tela de pañales, como representación de sus hijos.

Ese pañuelo se convirtió en su símbolo, y su marcha alrededor de la plaza en una pacífica pero poderosa forma de protesta que logró llamar la atención de organismos de derechos humanos internacionales y de la prensa extranjera, en momentos en que casi todos los medios argentinos estaban censurados o eran funcionales al gobierno de facto.

Madres de Plaza de Mayo discutiendo con la policía en 1982.

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Pie de foto,Las Madres de Plaza de Mayo fueron detenidas numerosas veces por la policía, pero continuaron con su protesta.

Desaparecidas

Pero esa aparentemente inocua forma de protesta representaba una gran amenaza para la Junta Militar encabezada por Videla, que negaba la existencia de los secuestros, detenciones clandestinas y desapariciones.

En diciembre de 1977, luego de que las madres publicaran una solicitada en los diarios reclamando por la aparición de sus hijos, un joven militar, Alfredo Astiz, que se había infiltrado entre el grupo haciéndose pasar por el hermano de un detenido-desaparecido, coordinó el secuestro de 12 personas, entre ellas a tres de sus fundadoras: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce.

A pesar de ello, las otras madres continuaron la lucha, incluyendo a Bonafini que ese mes también sufrió el secuestro de su otro hijo varón, Raúl, de 24 años, quien también militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista y era estudiante de Zoología, además de trabajar en una refinería.

“Fueron momentos durísimos. Nuestros maridos, nuestras familias nos decían: ‘Basta, no hagan más nada, termínenla’ (…). Cuando llegó el otro jueves dije: ´Hay que ir como sea, aunque seamos pocas'”, recordó.

“Cuando llegamos a la plaza estaba rodeada de policías, de perros, de gases, de todo. Con mucha fuerza un pequeño grupo subió. Y marchamos. Nos tiraron los perros, nos tiraban gases, pero creo que ahí es donde les ganamos la batalla”.

Los ojos del mundo

Bonafini contó que otro momento clave para las Madres fue el Mundial de fútbol de 1978, disputado en Argentina.

El capitán argentino Daniel Passarella sostiene el trofeo tras la victoria frente a Holanda en la final.

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Pie de foto,Argentina ganó la controvertida Copa del Mundo de 1978.

El popular evento deportivo hizo que llegaran al país periodistas de todas partes del mundo, que habían sido alertados de las atrocidades por exdetenidos exiliados en el exterior y organismos de DD.HH. como Amnistía Internacional, que en 1977 había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Bonafini elogió en particular la actitud de la prensa neerlandesa.

“Para mí, una de las cosas más importantes es que Holanda haya pasado la marcha de las Madres en vez del Mundial, porque era jueves, y ahí nos conoció el mundo”, dijo al diario Página Digital en 2002.

“Yo creo que eso fue un cimbronazo muy grande para las Madres porque inmediatamente las mujeres de Holanda nos escribieron y nos dijeron: ‘Estamos a su disposición’, y ellas juntaron el dinero para que tengamos la primera casa“.

Con esa ayuda, el grupo pudo eventualmente comenzar a reunirse en privado, evitando los encuentros en iglesias o cafeterías, lugares públicos en los que enfrentaban un mayor riesgo de ser detenidas.

En 1979, decidieron darle respaldo legal a su agrupación.

“Che, ¿por qué no formamos una asociación o algo, para que, si un día nos llevan a todas, sepan que algo quedó, que alguien hizo algo en este país? Porque si no, no hay nada escrito”, recordó haber dicho Bonafini, quien fue elegida presidenta “por unanimidad”.

Como líder de las Madres, Bonafini viajó a Estados Unidos y Europa para denunciar lo que ocurría en su país.

En 1979 la asociación declaró ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) durante el histórico viaje que el órgano de DD.HH. de la Organización de Estados Americanos (OEA) realizó al país.

La CIDH recogió testimonios y documentos que, en 1985, tras el regreso de la democracia, servirían como una de las bases del llamado juicio a las Juntas, que sentenció a Videla a prisión perpetua y condenó a la cárcel a varios de los jerarcas responsables de las detenciones ilegales, torturas y desapariciones de miles de personas.

Hebe de Bonafini durante el juicio a las Juntas, en 1985.

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Pie de foto,Hebe de Bonafini durante el juicio a las Juntas, en 1985.

Se trató de la primera vez en la historia que la Justicia de un país condenaba a sus propios exlideres por violaciones a los derechos humanos.

Entre 1986 y 1990 una serie de leyes e indultos sancionados por los gobiernos del radical Raúl Alfonsín y el peronista Carlos Menem anularon las penas de los militares condenados e impidieron el juzgamiento de otros acusados.

Pero en 2003, a instancias del gobierno de Néstor Kirchner. las leyes fueron anuladas por el Congreso, lo que permitió reabrir los juicios, y finalmente, en 2010 la Corte Suprema de Justicia declaró que los indultos eran inconstitucionales, lo que obligó a los jefes militares condenados a cumplir sus sentencias.