
Por María Estela de León
La dependencia económica de las mujeres es unos de los detonantes y la principal causa de la violencia estructural, que sufren las mujeres en la República Dominicana y el mundo.
El Día Internacional de la Mujer, halla a más de la mitad de la población mundial demandando reivindicaciones, económicas, políticas y sociales por su condición de ser humano. Fecha que desvela las grandes desigualdades y discriminación a las que son sometidas las mujeres en todos los espacios.
El Dia Internacional de la Mujer, recuerda las luchas de muchas mujeres por sus derechos en el mundo, también a las 129 trabajadoras que calcinadas murieron en la fábrica Cotton Textile Factory en Nueva York y con ellas a las caídas en diferentes épocas por iniciar este despertar de conciencia.
Las del presente que siguen exigiendo y esperando igualdad salarial respecto a las mismas funciones realizadas por los hombres, salarios dignos, erradicación las prácticas de verlas como ciudadanas de segunda categoría, para las posiciones laborales. Preciso sensibilizar, educar y atender el acoso que sufren estas en los espacios de trabajo.
La Organización de las Naciones Unidas oficializó este día un 8 de marzo del 1977, para visibilizar a las mujeres en sus luchas, sensibilizar y poner en debate público los derechos y las agendas de las mujeres, aunque las luchas por la igualdad de las mujeres datan de tiempos inmemoriales. Esta evocación es una apuesta por el despertar de las consciencias colectivas, sobre la situación de exclusión, pobreza y violencia que viven y amenazan a las mujeres durante todo el trayecto de sus existencias.
Los Estados y los organismos internacionales han jugado un papel preponderante en establecer rutas y diseñar planes tendentes a erradicar la pobreza en el mundo, por ello coloca en la posición principal el objetivo 1, erradicar la pobreza.
Hoy en día las mujeres forman parte del segmento poblacional que más sufre el flagelo de la pobreza. Según el informe de ONU-Mujeres y UNDESA “Progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles”, muestra que 340 millones de niñas y mujeres vivirán en extrema pobreza en 2030, esto es el 8% de las mujeres en el mundo.
En ese orden, el país, según el estudio de Economía, Planificación y Desarrollo “Informe de situación macroeconómica” observa una tendencia a la vulnerabilidad en el segmento femenino que maximiza los rangos de pobreza. Establece que en el trimestre Julio-Septiembre del año 2023, la tasa de mujeres pobres se situó en 25.8%, para los hombres fue de 22.9%.
Importante referir, una variable que prende una alerta. La ocupación por rama de actividad, en la administración pública, las mujeres obtuvieron un 36.3%, para un 92, 326 y los hombres un total de 162,2018 representando el 63.7%, estas cifras desnudan la falta de compromiso y desconexión entre el discurso y la práctica, de los que dirigen el Estado con relación a crear las condiciones y las medidas para combatir este flagelo, conforme a los compromisos contraídos en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la erradicación de la pobreza.
La participación de las mujeres en los mercados de servicios ha contribuido con el progreso y la generación de riquezas. Sin embargo, esto no se ha traducido en mejoras en su calidad de vida, muy por el contrario, ha duplicado las responsabilidades de estas en los espacios del hogar, labor que realiza en incontables ocasiones en solitaria. Por ello urge una agenda mundial que impacte y obligue a los Estados a diseñar agendas públicas para la distribución de los ciudadanos y el trabajo no remunerado.
La inserción de las mujeres en la sociedad es una realidad, si se valora el punto de partida donde la enunciación pública o pensada de la emancipación de estas se castigaba con pena de muerte, el oprobio, las rejas, que una vez fueron los espacios del hogar y otras tantas el calabozo.
La autonomía económica les permite a las mujeres obtener recursos para su independencia, tomar decisiones y acceder a recursos económicos, para una mejor calidad de vida. Esta capacidad crea escenarios para que las mujeres puedan vivir una vida con dignidad.
El ejercicio de las autonomías de las mujeres no es una amenaza para la sociedad, es una oportunidad para reconocer las libertades de esos seres. Mejores suertes merecen las que por amor y voluntad entregan su ser, alma y cuerpo para la materialización del proyecto más hermoso sobre la faz de la tierra, la existencia humana.
Que sirva la fecha para recordar la deuda social acumulada con las mujeres. La humanidad ha avanzado, las estructuras económicas han cambiado, las sociedades se han rediseñado para ser más igualitarias e inclusivas. Sin embargo, las mujeres aguardan por el reconocimiento pleno de sus derechos.