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Opiniones

Una lamentable lección

Arturo Lopez es periodista, vice consul en Miami, y director de comunicaciones del PLD en la Florida.
Arturo Lopez es periodista, vice consul en Miami, y director de comunicaciones del PLD en la Florida.

Por: ARTURO LOPEZ

La trágica muerte del alcalde Juan De los Santos ha de darle al Partido de la Liberación Dominicana una lección inolvidable e irónicamente saludable si quiere sobrevivir como organización política en la convulsa sociedad dominicana.

Aunque todo indica por las manifestaciones populares de dolor y de la propia alta dirigencia peledeísta que se trató de una figura respetable y emergentemente prometedora, nadie puede negar que cuando alguien no logra desligar la política de sus negocios particulares uno de de ambos termina afectando el buen ejercicio del otro así sea que se haya alejado por razones obvias de alguno de ellos.
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Juan Bosch el fundador del PLD condenó en una ocasión la incursión de los negociantes en el mundo de la política por las razones que todo el mundo conoce, esa parece que no fue el accionar de Juan de los Santos, pero sus allegados como su victimario lamentablemente no lo entendió así y actuó trágicamente con el enojo propio de quien se cree aplastado u ignorado por el negociante no por el político.

Conocemos más de un caso de comerciantes o emprendedores honestos que se han alejado de la política y en particular del PLD, porque por tantos años en el poder terminan cobijando gentes que no habiendo cosechado los beneficios de un buen cargo o por alguna otra mala práctica, acosan y han engañado a más de uno de estos serios negociantes que se han acercado tal vez con las mismas intenciones de Juan de los Santos y terminan alejándose del partido como si de una peste se tratara.

El PLD del que creo que todavía contiene grandes valores que aportar a la sociedad dominicana, debe revisarse por su bien en este y otro aspectos, porque las perspectivas seguras es que de nuevo seguirá en el poder a partir del próximo año y son muchos los que quieren engancharse en el carro del triunfo haciendo uso o mal uso del dinero para venderse como un Juan de los Santos mas y tal parece que él era único o de los contados negociantes que han querido dejar a un lado la práctica de la especulación y las transacciones espurias que siempre conlleva ese oficio y que daña sin ninguna duda a cualquier partido político.