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Venezuela hizo historia con instalación de Asamblea Nacional de mayoría opositora

Nueva Asamblea Nacional Venezuela
Nueva Asamblea Nacional Venezuela

Por primera vez en 17 años, la jornada parlamentaria no estuvo presidida por dos inmensos retratos: uno, de Hugo Chávez; el otro, del rostro reconstruido del Libertador Simón Bolívar.

 El gobernador del Estado de Miranda y dos veces candidato presidencial de oposición, Henrique Capriles Radonski, pudo estar en el recinto, por primera vez desde 1999.

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La ex diputada opositora María Corina Machado pudo participar en un evento en la Asamblea Nacional desde que le fue prohibido el acceso en abril de 2014.
La Asamblea Nacional está dirigida de forma inédita por un político no chavista. Desde las marchas de protesta de febrero de 2014 no se permitía manifestantes de oposición marchar en el centro de Caracas.

Vente minutos después de la una  de la tarde del martes en Caracas, Henry Ramos Allup, dirigente del partido Acción Democrática (AD), se juramentó a sí mismo —tras ser elegido con los votos de la mayoría opositora— como nuevo presidente de la Asamblea Nacional venezolana. Así daba inicio a una nueva era política en Venezuela, una dimensión desconocida en la que un Parlamento con mayoría de dos tercios de la oposición se prepara para desafiar al debilitado Gobierno de Nicolás Maduro. Allup sostuvo que la Asamblea implementará en seis meses un mecanismo “para cambiar de Gobierno”.

Pocos minutos después de la toma de posesión de Allup se vio la primera muestra del encono que, se espera, dominará las sesiones del legislativo de ahora en adelante. El resto de la directiva de la Asamblea, que incluye al democristiano Enrique Márquez como primer vicepresidente, y a Simón Calzadilla, del centroizquierdista Movimiento Progresista, prestó juramento entre abucheos y rechiflas de la bancada revolucionaria y sus barras bravas. El jefe de ese bloque, el exministro de Educación y diputado Héctor Rodríguez, presentaba constantes mociones de orden ante Ramos Allup. A la postre, los representantes chavistas abandonaron el hemiciclo como protesta ante lo que consideraron violaciones al reglamento interno de la Asamblea.

Lo que colmó la paciencia de los diputados oficialistas fue la intervención del jefe de la bancada opositora, Julio Borges, del partido Primero Justicia (PJ), en la que mencionó como primer cometido de la agenda parlamentaria la aprobación de una Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional para beneficiar al casi centenar de presos políticos. Según el bando progubernamental, una intervención de ese tipo no tenía cabida en una sesión inaugural.

Ramos Allup, que lamentó la deserción de los diputados chavistas, mencionó además en la jornada la que parece el mayor y más explícito aviso contra el régimen: ofreció que desde la Asamblea se implementará en seis meses un mecanismo “para cambiar de Gobierno”.

El dirigente socialdemócrata llegó a la presidencia parlamentaria, según se hizo constar, con 109 votos a favor del bloque opositor, y no de los 112 oficiales que constituyen la mayoría de dos tercios de los escaños sobre un total de 167. De ese modo se notaron los efectos de la medida cautelar emitida hace una semana por el Tribunal Supremo de Justicia para suspender la proclamación de los diputados electos en el Estado de Amazonas —tres de la oposición y uno del oficialismo—, en respuesta a los recursos de impugnación presentados por el progubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) contra los resultados de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en tres circunscripciones regionales.

El Tribunal Supremo estudia todavía el fondo del asunto. De fallar a favor de las impugnaciones introducidas por el chavismo, podría ordenar la repetición de las votaciones en las circunscripciones electorales afectadas, donde la oposición cosechó nueve diputaciones el 6 de diciembre contra uno solo del oficialismo.

En medio de las tensiones, sin embargo, se logró este martes la conformación del Parlamento, un trámite que parecía estar en el aire hasta la víspera por las amenazas de choques y violencia callejera.

Tanto oficialismo como oposición habían convocado a sus militantes a personarse en las calles del centro de Caracas para apoyar a sus respectivas bancadas. Los llamamientos prometían crear el caldo de cultivo para una batalla campal.

No obstante, horas antes del acto el presidente Nicolás Maduro pidió a sus seguidores que permitieran la constitución “tranquila y en paz” de la Asamblea Nacional, y a las Fuerzas Armadas que garantizaran el orden durante la sesión inaugural del Parlamento. La petición explícita de Maduro en la víspera del compromiso, transmitido por cadenas nacionales de radio y televisión, desactivó el potencial conflicto.

El mandatario anunció que con las autoridades militares se había acordado confinar la movilización de los simpatizantes del chavismo en un sector al oeste del palacio presidencial de Miraflores, mientras se reservó a la oposición la zona al este de la Asamblea Nacional. “Si se quieren movilizar lo pueden hacer en paz”, dijo a los manifestantes de oposición, a quienes, por vía de los hechos, desde febrero de 2014 se había prohibido marchar por el municipio Libertador del área metropolitana, correspondiente al centro-oeste de la capital. “Si quieren salir lo pueden hacer en un perímetro estudiado, con suficiente espacio para que el paso a la Asamblea no quede obstruido, siempre que sea en paz”.

Las calles del centro de Caracas amanecieron tomadas por efectivos militares y piquetes antidisturbios. Los cuerpos de seguridad organizaron hasta tres barreras que franquear para tener acceso al Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional.

Las previsiones no impidieron algunos brotes de violencia en los alrededores. Reporteros de los medios digitales El Pitazo y La Patilla resultaron agredidos. En el sector de La Hoyada, integrantes de los colectivos chavistas prendieron fuego a banderas de Primero Justicia.