El papa Francisco se despidió este miércoles de México con la cartilla leída al poner en relieve en su último día de visita en Ciudad Juárez los demonios que aún aquejan a la que llegó a ser la urbe más violenta del mundo.
Como primer pontífice en visitar la frontera entre EEUU y México, una línea que cada año cruzan cientos de miles de personas de manera ilegal, el Papa Francisco se refirió a la migración como una “tragedia humana” de quienes se ven “expulsados por la pobreza y la violencia”.
E instó, en un mensaje que fue seguido desde ambos lados de la valla que separa Ciudad Juárez de El Paso (Texas) a no medir la migración solo en cifras, sino por “nombres, por historias y por familias”.
Pero eso no fue lo único. En su homilía clamó contra “la muerte y la explotación” e instó a “convertir lo que nos está destruyendo como pueblo”.
“¡Y qué decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!”, afirmó el pontífice, en una clara referencia a los crímenes contra mujeres por los que Ciudad Juárez se volvió tristemente famoso.
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“Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas”, dijo en la ciudad donde en los años 80 se instalaron decenas de industrias manufactureras donde los empleados ganan 700 u 800 pesos semanales (entre 36 y 42 dólares) por largas jornadas de trabajo.
“Nos puso cada uno en su lugar. El que no haga caso, es cosa suya”, le dijo a Univision Noticias Leonarda Herrera, una mujer nacida en Juárez pero residente en El Paso y que cruzó la frontera para ver al Papa en la multitudinaria misa que dio en la frontera.
“Él lo que quiere es ponernos a cada uno en nuestro lugar y lo va a lograr”, dice Herrera a quien, tras escuchar al Papa, solo se le quita su enorme sonrisa cuando piensa en la cola que encontrará para cruzar la frontera de vuelta a El Paso.
Las más de 200,000 personas que asistieron al mensaje del Papa en “El Punto’, una explanada a escasos metros de el río Bravo y de la frontera con Texas, llevaban varias horas bajo el sol del desierto de Juárez cuando por fin se presentó el papa Francisco en medio de ovaciones.
Aún no se les había quitado la cara de emoción de quien conoce a un ídolo cuando el pontífice se dirigió a una gran cruz negra colocada a escasos metros de la valla fronteriza para rezar por los migrantes que se quedaron en el camino y por los que lograron cruzar pero siguen sufriendo, unas historias con las que los fieles que vieron a Francisco en Juárez están plenamente identificados.